Alguien más...

522 40 5
                                    


I'm here - Sia

×××

Las horas que duermo son pocas, no dejo de evocarte en mis pensamientos. Jonathan, ¿hasta cuándo debo seguir esperándote? Mi insistencia por dormir se fortalece día tras día porque quiero darme por vencida, aceptar el hecho de que ya no volverás ¿Estarás en camino? Intento controlar esta tristeza que, por momentos, desaparece y vuelve a impactar contra mi debilidad. Puedo aguantar, puedo dejar de pensarte, puedo comer sin sentir nauseas, pero lo que no puedo y no me permitiré manejar, es por la desconfianza. Es una interna y brutal batalla, esta que aparece sin aviso y me hace actuar de manera irracional. Me contradigo con mis propias palabras, me atraganto con mi propia respiración cuando imagino esas veces en que me salvaste la vida, ahogo varios gemidos para no derretirme en el sumido llanto, y todo se desvanece. Yo me desvanezco. Me irrita el no poder detener el tiempo, esas manecillas del reloj que no dejan de avanzar, entristeciéndome cada tortuosa vez.

¿Mi familia? Mi madre sigue distante conmigo. A pesar de que me tiene a su lado no me ha dedicado ni la atención que antes tenía, no me da señales de que ese acontecimiento quedó atrás y que para nuestro bien todo va a ser diferente ¿No entiendo como de la noche a la mañana pudo cambiar, con qué motivo? Mi padre trata de acomodar la relación entre nosotras, pero la que al final se termina retirando soy yo porque Mabel se resigna a colaborar. Tranquilamente le digo que no tome presión y que deje que las cosas fluyan, que siga manteniendo ese lazo matrimonial con ella y no toque un tema del pasado. En el caso de mi hermano, sigue yendo a su terapia y las mejoras se hacen mas notorias; ahora quiere dormir solo e ir al baño sin ser acompañado; en lo preciso que sí se está viendo analizar e ir cambiando con el tiempo es la supuesta paranoia que se le ha descartado. Cada vez que salgo de compras o simplemente al parque cerca de mi casa, Daniel empieza a tener alucinaciones de que me han secuestrado, me han hecho algún daño y que no volveré a casa, que desapareceré de nuevo dejándolo abandonado. Me parte el corazón tenerlo todos los días de esa forma.


¿Mis estudios? En pocos días iniciaré mis clases en una universidad que queda a pocas calles de aquí, es la más cercana que mi madre pudo encontrar. Sin embargo, no me emociona, no me ansía, no me expresa absolutamente nada, ya que, muy aparte de que estaré lejos de mis amistades de EE.UU, Mabel me inscribió en los mismos horarios y cursos que Valezka. No se imagina la rabia que sentí al oír esa "gran noticia", según ella, y que venía con mi ex mejor amiga. Por más que ella insistía en que no le insinuó nada a mi madre para que estudiase a su lado, sé que es cierto, puesto que aquella vez en que mi avión aterrizó a este país Valezka fue a buscarme en la noche para pedirme perdón, acción que sí llegué a aceptar, pero no por el hecho de que haya sido así significase que volviera a ser su amiga. Solamente quería tener la consciencia tranquila y no tener amarguras. Desde ese momento no ha dejado de venir a buscarme y de invitarme a salir; es una muchacha que no se rinde tan fácil y eso fue lo que más me agradó de ella. A estas alturas ya no puedo diferenciar la chica de antes con la de ahora.

Mis codos me duelen por estar sobre el borde de la ventana, llevan varios minutos apoyados y debe ser que me deje alguna marca sobre la piel. Ya ni recuerdo este vecindario, las personas que me saludan animosamente me veo con la obligación de repasar su rostro para recordarlas y luego ensanchar una fingida sonrisa respondiéndoles.

¿Dónde vivía Valezka? ¡Bah! No tiene importancia recordarlo, seguro su noviecita lo sabrá mejor que yo. El viento corre en dirección al este y mi vista se pierde entre el horizonte. Desciendo un poco la visualización y veo esa calle, aquella que me entrega mil razones para moverme y bajar a su encuentro: El parque, mi sitio de tranquilidad. 

Son las cuatro de la tarde, tengo tiempo hasta antes de que llegue mi hermano. No quiero que se tope con mi ausencia y, literalmente, empiece a delirar.

Voy al primer piso y me despido de mi padre avisándole que estaré en el parque. No se crea que no están al tanto de mí, hasta el presente están muy preocupados por cada vez que salgo de casa, más por otro lado recobran la postura y la calma, debido a que tiene conocimiento de que Jonathan no puede estar en Alemania y ni a centímetros de mí por la orden de alejamiento, acto que a mi parecer está bien, de alguna manera debe pagar sus consecuencias sin estarlo, peor, en una celda,. Ha pasado por demasiado que mi denuncia solo iba a empeorarlo. Por otra parte, me muero por verlo y decirle lo mucho que me hace falta.

Fue una relajada tarde. Llegando a casa jugué con mi hermano. Y ahora me entretengo perdiéndome en el techo de mi cuarto. De pronto, me dan ganas de ir a  la cocina por un emparedado. Después de beber un jugo de tomate y de culminar mi trozo de pan me limpio los labios con un papel de cocina y subo a mi habitación, cierro la puerta y justo cuando quiero lanzarme al colchón, tal cual pluma aterrizando a cualquier superficie, un pequeño sobre de papel descansa bajo mi almohada. Antes de abrirlo voy hacia la ventana para verificar lo que creo que puede ser. Las esperanzas desaparecen al ver el vecindario vacío. Arrastro mis pies hasta la cama y me inclino para coger el papel, lo abro y una nota con cuyo escrito aparece.

"Siete días"

Millones de preguntas disparan en mi cabeza, solo una me interesa: ¿Qué pasará en esos siete días, o después?

Ya no tengo miedo, pero sí un poco de nervios lo admito ¿Por qué? Porque la sensación hubiera sido distinta si el dueño fuera el ojigris, sin embargo, conozco a la perfección su caligrafía y esta que tengo ante mis ojos no alcanza ni a tener alguna similitud con la de él.

—Creo que lo mejor será guardar esta nota por cualquier cosa —susurro y me voy inmediatamente a mi cajón para guardarlo con llave.

Después de mucho que no siento esta sensación que circula con velocidad desde los pies hasta mi cabeza. Voy a procurar descansar y mañana averiguaré quién envió aquella nota. 



ME PERTENECES II : MI OSCURIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora