CAPÍTULO 8

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SAMARA

Adam no tiene ni idea a lo que nos vamos a enfrentar, esta noche lo veré y espero tenga opciones de paso pedirle que me devuelva las hojas que el oficial me entregó. Me preocupa Jonathan, así que la chica de esa noche fue la misma que lo atacó esta mañana. Maldita perra, las pagará, lo juro. Y respecto a Patrick hasta ahora trato de entender por qué Adam lo llamará si él no cuenta en todo este cajón de desastre y muy pronto manchado de sangre, no tiene sentido. En fin, me dijo que me diera cuenta y si no lo hago espero pronto hacerlo, lo tonto es que tampoco sé a qué debo darme cuenta.

En el receso cuento ansiosamente los minutos que faltan para que culminen de una vez y tener el último curso del día. Son las doce con cincuenta y siete minutos, perfecto. Por otra parte, trato de mantener una conversación normal con Adler sin que descubra mi intranquilidad.

—¿Está todo bien? —justo tiene que preguntar inocentemente.

—Claro, ¿por qué?

—No dejas de observar tu celular —en la misma posición de indio apoya sus codos sobre sus rodillas—, llevas haciendo lo mismo seis veces.

Vaya, con este chico no se me escapa nada.

—No es nada, en serio —respondo como si fuese lo más obvio.

—Te creo —sonríe risueño. Me pone un poco mal tener que mentirle—. ¿Puedo preguntarte algo?

—Por supuesto.

Que no tenga nada que ver con Jonathan y Adam.
Que no tenga nada que ver con Jonathan y Adam.
Que no tenga nada que ver con Jonathan y Adam.

—Esa amiga tuya, ¿por qué me tiene tanto fastidio?

Ufff

¿Habla de Valezka? Bueno, es la única chica con la que tengo comunicación en este sitio, creo que se refiere a ella.

—Descuida —hago un ademán con la mano reduciendo importancia—, solo tuvo un mal día y se desquitó contigo.

Él vuelca los ojos.

—Teniendo a tantas personas tuvo que verme la cara —hace un gesto de fastidio y luego se relaja mostrándome una sonrisa—. En fin, así es la vida. Bueno Samy yo debo ir... —su teléfono comienza a emitir un sonido de llamada— ¿Qué quieres? —asiente con el ceño fruncido y al instante su cara demuestra impresión y no de las buenas— ¿Estás en casa o en el hospital? ¿Cómo así te pasó? —asiente con un "ajá" escasa y pausadas veces como entendiendo cada palabra que escucha— ¿Un robo? Bien, iré para allá, dile a Sara que me espere en la puerta, voy en camino.

Al momento de apagar su celular sus ojos preocupantes atrapan los míos dudosos.

—¿Qué ocurre? —interrogo.

—Mi primo ha resultado lastimado, iré a verlo. Le dices al profesor que tuve una emergencia familiar y por eso falté a su clase, por cierto... —se inclina hacia mí y me murmura— Ya terminó el descanso —se eleva y emprende su camino hacia la salida gritándome por último— Te escribiré.

Abro los ojos y me dispongo a literalmente huir de la cafetería a mi última clase sin ponerme a pensar en cómo es que supo que quería que finalizara la hora de descanso.

A las dos de la tarde todos salen de la clase como tigres hambrientos a penas el profesor los despide con un "pueden retirarse muchachos", en mi caso siempre espero a que el lugar quede casi vacío para poder guardar mis cosas con tranquilidad y poder pararme de mi asiento sin ser empujada o golpeada. Eso mismo hago. Corro hacia la salida para esperar a Adam, no puedo olvidarme de pedirle los papeles que necesito para esconderlos en mi habitación y que mi madre no pueda verlos.

ME PERTENECES II : MI OSCURIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora