CAPÍTULO 4

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(Reflections- The Neighbourhood)

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SAMARA

Una punzada me pisotea la cabeza y hace que despierte junto con el sonido de la alarma que se esparce como la trompeta. Es solo cuestión de segundos para que ese molesto ruido se detenga y el silencio retorne. Chasqueo los dientes. Con los párpados cubriendo la mayor parte de mi visión me levanto, empujo la puerta del baño y me adentro. Me aseo lo esencial y al terminar mi secado me tomo unos minutos para mirarme al espejo.

—Estoy tan agotada y solo llevo dos días de clases.

Abro mis ojos después de una enjuagada. Los cierro de inmediato y, muy despacio, intento mover mis párpados. Me apoyo en el lavabo. El abdomen me aprieta como si hubiera recibido un golpe rápido en pleno boxeo y me mandase directamente a la gruesa lona. Salgo de mi embriaguez somnolienta, y con más solidez, doy un vistazo a mi ventana. Todo está oscuro. Mi visión desciende de la cama al suelo, y la tolerancia que he llevado se va encogiendo.

—Buenos días, Sam. No pensé que despertarías tan temprano — forzando la voz debido a los abdominales que hace por encima del colchón, voltea a medias y me sonríe. Adam está cubierto solamente de un pantalón holgado.

Entonces caigo a cuentas. No respondo. Corro hacia mi celular y al prenderlo veo la hora: 4:10 a.m. ¡Caray! Entonces ese estruendoso sonido no provenía de mi celular, sino de él ¿Cómo no lo pude reconocer? ¡Bah! No tiene la culpa, tampoco es que haya echo un buen trabajo levantarme y no percatarme de que todavía no amanecía. 

—Cállate —refunfuño, yéndome a mis sábanas y las atraigo a mi débil cuerpo.

—No —su estricta voz se introduce a mis oídos—. Una vez despiertas no debes dormir —gimoteo pesadamente y me tapo la cara— ¡Levántate! —quita las frazadas lanzándolas al suelo. El aire me invade y me encojo de frío— El segundo sueño es mucho más pesado y te levantarás con dificultad, por lo que no vas a rendir en tu...

—Cá-lla-te —puntualizo entre dientes y en sílabas—. Eso lo sé, solo son dos horas que tengo que recuperar el sueño perdido.

Y lo peor que me pudo pasar, sucede. La luz del cuarto se enciende. A mi cabeza le entra un mareo de niveles insospechados. Cuando trato de abrir mis ojos, manchas intensas de colores flotan por la atmósfera. Como si la luz me atacase con sus finas lanzas, me defiendo con las manos y entierro mi cabeza bajo la almohada. Lo desprecio.
Qué va, la apetencia de dormir ya no me domina. Con disgusto me vuelvo a levantar y, como es temprano, me tomo el tiempo del mundo para escoger mi ropa. Abro mi armario de puerta en puerta y dejo reposar sobre mi cama un polo negro con el estampado de una banda y un pantalón azul oscuro casi ancho y desgastado.
El hombre que me hace compañía cambia la postura y hace flexiones de brazos en el suelo. De pronto, oigo su voz.

—Vaya moda la tuya.

Ya sé a dónde va su opinión. 

—Estoy siendo buscada por Auron para, supuestamente, hacer justicia contra alguien inocente. La policía me está buscando hasta por debajo de las rocas; así mismo, los problemas con mi madre no cesan. Rellenando la trágica historia, tengo que soportar día a día ver la superación traumática de mi hermano y —del armario saco un polo viejo y lo formo en una bola. Sé fuerte Samara, no es momento de llorar— no tengo al hombre que, en los últimos momentos de ayuda, me sostenía la mano y me salvó en varias ocasiones ¿En serio quieres que me ocupe en escoger un atuendo mejor? —le lanzo a la cara el arrugado polo. Adam se detiene a mitad de sus flexiones. Su humanidad se endurece y puedo percibir su enfurecimiento.

ME PERTENECES II : MI OSCURIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora