Capítulo 14

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- No podía dormir - se excusó

Me crucé de brazos - No me digas ¿ y yo soy tú distracción? en serio, vas hacer que te golpee- bromeé

Drogarme me hizo estar de buen humor.

Bajó su mirada al piso e introdujo las manos en los bolsillos - una muy buena distracción - dijo mirándome.

- No te invitaré a pasar - dije con voz firme.

Sonrió- no importa, yo me invito sólo - dijo y entró decidido a mi habitación.

Sonreí para mis adentros.

- Vaya desorden - comentó - no lo recordaba tan... así - señaló

- Cállate o te golpeo - advertí

Levantó los antebrazos y camino hacia la cama.

- la última vez que estuve aquí tú....

- ¡ Cállate! no quiero recordarlo - reprendí - es demasiado hasta para mi.

Rió - tal vez - dijo y se tendió sobre la cama.

- linda pijama por cierto- opinó mirando el techo - diferente, pero linda.

- La mejor que tengo - dije orgullosa.

Hizo un esfuerzo por reprimir la risa.

Observé su boca, tenía labios carnosos... muy tentadores, sobre todo cuando los acariciaba con su lengua.

- ¿ En qué estás pensando ? - Preguntó en actitud traviesa mientras se apoyaba sobre sus codos. Pude notar como los músculos de su vientre se le contraian con el movimiento.

- No te importa

Se recostó de nuevo en la cama, cerró los ojos y sonrió - estás pensando en mi - dijo mientras cruzaba los brazos por detrás de la cabeza.

- Quisieras - ambos queremos pensé.

Sacudí la cabeza, fuí hasta el escritorio y seguí revisando las fotografías.

- No deberías espiar las cosas de los demás- le reprendí cuando lo sentí junto a mi.

- primero que todo las estoy viendo contigo - aclaró - así que no es espiar y segundo, no deberías quejarte, te gusta tenerme cerca - dijo mientras observaba la computadora.

Mi pelvis hormigueó.

- En serio te gusta que te lastimen.

- vale la pena por algunas personas - Dijo pensativo.

- No conocía ese lado tuyo
- Hay muchas cosas que no conoces de mi - dijo tratando de sonar oscuro

Ambos reímos

- Es bueno verte sonreír - dijo acortando la distancia mientras acariciaba mi rostro con las manos.

Éste era el momento indicado dónde sería bueno dejar de sentir miedo por tener esa necesidad de afecto, sin temor a el momento en que la vida decidiera por mano propia, arrebatarme la felicidad. Pero no podía, aún tenía miedo; seguí encerrada bajo llave, no podía emerger de mi tortura y no podía alivianar el hecho de sentir que sí seguía con mi vida estaría olvidando todo lo que pasó, el dolor, el abandono, a mi madre, estaría olvidando a mi madre.

Esas cosas daban vueltas en mi cabeza una y otra vez, sin parar; envueltas en una amplía extensión de amargura, coraje y rudeza, siempre estaba allí, custodiando mi buen humor, y algunas veces; como ahora y con mucha dificultad, podia asomar la cabeza sólo un poco.

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