apparuit et ipsa: Desaparecida

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17 de diciembre de 2018

Día uno

Miro el reloj por centésima vez. Ayer Trinidad ignoró todas mis llamadas y mensajes, es entendible, de seguro quería solo estar con su hijo. Pero me mata su indiferencia. No dejo de pensar en esa noche, en como nuestros cuerpos se unieron y en como eso me hizo sentir. Como si todo fuera correcto, como si estuviera volviendo a mi hogar, como si por fin hubiera encontrado las respuestas. Mis días oscuros y grises se acabaron en cuanto la vi, ahora es color por doquier y alegría. En tan solo una semana. Vuelvo a mirar el reloj ¿vendrá a trabajar? No creo. Sacudo la cabeza y me concentro en lo que estaba haciendo. Correos.

La puerta de mi oficina suena al abrirse

– ¡¿Qué?! – Tengo un humor de perros, si Trini no viene hoy será un día muy largo. Emilio, mi Sous Chef entra, confiado. Es hora.

– Dijiste que querías hablarme. – Se apoya en la puerta como si fuera el puto dueño de mi oficina. Esto estará bueno.

– Si, siéntate. – Me trueno los dedos mentalmente – Faltaste sin dar aviso y llegaste una hora tarde hoy. – Empiezo a decir, con mi tono más serio, el que uso para cuando alguien está en problemas. El que usaba cuando Trinidad me hacía enojar. No, no debo pensar en ella ahora.

– Vamos, hermano sabes que me cuesta estar en turno mañana y de verdad no estaba en condiciones de venir. Si sabes a lo que me refiero – No soy tu hermano y sí, sé que estabas con resaca. Imbécil.

– Tu escasa capacidad de ser responsable es el porqué de que te haya llamado aquí. Me di cuenta de algo muy importante, Emilio, el día que faltaste. – Me mira atento, está prácticamente echado en la silla ¿Por qué contraté a este tarado en primer lugar?

– ¿De qué? – He sido demasiado benevolente, se están acostumbrando a venir a la oficina y salir solo con una advertencia. Eso se acabó hoy.

– De que no te necesito. Altamirano hizo su propio trabajo y el tuyo. Y lo hizo mucho mejor. – Trini. El recuerdo de ella mandando a todos de arriba para abajo me invade el pensamiento, como les gritaba a los chicos y ellos obedecían, como si no bastara con que yo la viera como una reina ahora todos lo hacían.

– ¿Y eso qué? – El imbécil se hace el desinteresado ¿Por qué no lo despedí antes?

– Que no te necesito Emilio, que estoy echando mi dinero a la basura pagando tu sueldo. Estás despedido, toma tus cuchillos y te vas. Desde este momento estás desvinculado de la empresa. – Estiro la mano con el sobre que tiene su carta de despido. – Esa es tu carta de despido, se te será depositado a la cuenta personal el finiquito y el mes de aviso. Ya te puedes ir. – Emilio no dice nada solo sale, de seguro, insultándome mentalmente. Reenvío la carta de despido a Isabel en recursos humanos para que sea oficial.

Al rato entra Héctor para preguntarme y yo le cuento. Voy a dejarlo a él de Sous chef y su cargo se lo daré a Trinidad, ha demostrado que es capaz... En cuanto venga o me conteste el teléfono. No quiero ir al hospital, de seguro quiere pasar más tiempo con Simón a solas, pero ¿por qué tiene que ignorarme en el proceso?

Por primera vez en tres años, me voy antes de tiempo a casa.

Gracias al dinero heredado de mis padres pude comprar un apartamento en Vitacura y vivo bien, no como me gustaría claro pero bien.

Entro al apartamento y lanzo las llaves a la mesa. Tengo hambre. Abro el refrigerador, aunque ya sé lo que me espera, nada. ¿Cuándo fue la última vez que fuiste al supermercado? Escucho la voz de Isa en mi cabeza y ruedo los ojos, debería ir al supermercado, miro la hora en mi reloj, las ocho, que flojera mejor pido comida china.

Vuelvo a desbloquear mi teléfono para revisar si hay alguna llamada, mensaje o algo de Trini. Nada. La espera es agonizante ¿Qué me pasa? Nunca he sido así. Me acuesto en el sofá y enciendo la TV. Pongo Friends en Netflix y espero la comida.

Suena la vibración del teléfono y como si fuera un niño de cinco años lo reviso por notificaciones de Trinidad. Aviso de actualización de IPhone. Mierda. La frustración puede conmigo y termino por llamar a Trini. Su teléfono me lanza directamente al buzón. Llega la comida china, la pago y como mientras veo Friends sin realmente verlo.

Me ducho con agua muy caliente y me lavo los dientes. Antes de dormir reviso nuevamente el teléfono para descubrir que no hay nada, me pongo de malas y prefiero dormir antes que sentirme así.

Día dos

Llego temprano al restaurante, hoy sí debiese venir Trinidad, esa mujer va a escucharme. Al despertar lo primero que hice fue revisar si tenía nuevos mensajes y para variar no. Ya son tres días que me ignora por completo y hoy ella tendrá que escucharme por los tres días que no me escuchó.

Ya son las nueve de la mañana y todavía no llega, si no viene quedará automáticamente despedida, y eso me preocupa. Y como si me leyera la mente, antes de que la llame, Isabel me llama a mí.

– Buenos días hermanito ¿cómo estás? – Me pregunta Isa con mucho ánimo.

– Buenos días, fea. ¿Qué pasa? – Estoy algo cansado así que le respondo un poco seco y cortante

– Uy que antipático. Te llamo para que quedemos a almorzar. – No tengo mucho ánimo para salir a comer con ella ni con nadie que no sea Trinidad, pero no le puedo negar nada al tono caprichoso de Isi.

– Está bien ¿A las dos? – Pregunto para coordinarnos.

– Si, a las dos estaría genialísimo. – Se nota que es menor. Ruedo los ojos dispuesto a cortar, pero recuerdo lo que quería preguntar

– Isa, si un empleado falta dos días seguidos, pero no quiero despedirlo ¿hay algo que pueda hacer? – Voy al grano. Estoy nervioso, no quiero que Trinidad se vaya. No ahora que la tengo.

– Bueno, claro, o sea depende de ti despedir o no. Pero si no dejas avisado que esa persona no puede ser despedida su despido sería automático por abandono laboral ¿Por qué lo preguntas? – A mi hermana no le mentiría, después de todo ya sabe lo que siento por ella

– Trinidad no ha venido y es seguro que es porque está acompañando a su hijo que está en el hospital, sería injusto despedirla, en especial si conozco los motivos. – Explico sin mentir pero ocultando el motivo real

– ¿Qué le pasó a su hijo? – Un extraño tono de preocupación y urgencia sale de la boca de mi hermana. – No mencionó eso cuando nos vimos. – La escucho balbucear

– ¿Estuviste con ella? – Mi hermana ha estado con ella ¿y ella no es capaz de responder un mensaje por último para hacerle saber al hombre que la llama desesperadamente que está viva?

– Sí, nos vimos por un asunto laboral. No creí que fuera importante como para contarte. – Está mintiendo. Mi hermana es tan sutil como una pistola porque no sabe mentir, pero nunca le digo nada. Cada vez ha tenido sus razones para mentirme y termina siempre por decirme la verdad. No la presionaré, pero aquí hay gato encerrado y tiene que ver con mis sospechas de que Trinidad me conoce desde antes y de... – Bueno también es eso por lo que te llamaba, tengo en las manos la licencia médica de Trinidad Altamirano, es por una semana y seguramente la ha pedido para estar con su hijo mientras que él se recupera así que la haré vigente ahora. – Ahora que lo pienso tiene mucho sentido, todo lo que ha pasado la ha tomado por sorpresa y por cómo la vi aquel día debe sentirse como la peor madre del mundo y por eso no quiere separarse de Simón.

– Entiendo, está bien hazlo. Tengo que irme nos vemos en el almuerzo. Te amo. – Digo y cuelgo la llamada.

Llamo a Trinidad y cuando me lanza al buzón de voz le dejo un mensaje.

– Hola. Soy yo otra vez, espero que estés bien. Llamaba para avisarte que recibimos tu licencia médica y ya está vigente para que no te preocupes. No quiero esperar una semana para verte ¿Nos vemos antes? Podríamos ir a comer con Simón y no sé, hacer algo juntos. Bueno, me avisas. Adiós. – Patético. Suspiro, será una larga semana.

Casi, casi te recuerdo. Serie Casi, Casi #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora