mea versio veritas: Mi versión de la verdad

2.6K 455 33
                                    

Le dejo avisado al doctor de Simón que volveré en unas horas y me marcho del hospital. Tomo un taxi hasta la cafetería de Susy, donde cité a Isabel para nuestra pequeña conversación.

Saludo con un cariñoso abrazo a Susy y, mientras llega Isabel, la pongo al día con lo que sucederá en un rato.

Me siento en una mesa alejada por la terraza, y un pesar en el estómago me hace sentir nerviosa. Para variar tengo una ensalada de pensamientos. Quiero y no quiero saber lo que ha pasado con Leo en estos seis años. Necesito saberlo, necesito saber qué tan distinta ha sido su "segunda vida" y si es que contar la verdad será algo que arruine su vida o la alegre. Enciendo un cigarrillo. Pienso en qué le diré a Isabel y qué le preguntaré.

Mientras que miro al horizonte me parece ver una cara conocida, caminando por la vereda en un vestido gitano color marrón claro, zapatos ridículos y cartera gigante, viene de frente a mí. Es Massiel, al verme abre los ojos hasta un punto casi inhumano con pánico e inquietud. Yo la ignoro y miro hacia otro lado, no tengo tiempo para amargarme la cabeza por un encuentro fortuito con alguien como ella. De igual forma, han pasado años, demasiados como para darle importancia.

25 de mayo de 2010

– Wooooo. – Grité cuando por mi garganta ya había bajado el tercer chupito de tequila de la noche. – VIVAN LOS VEINTE, PERRAS. – Grité nuevamente haciendo reír a todos mis amigos y a Leo rodar los ojos, divertido. Me abalancé contra él y lo besé. Estaba completamente borracha, pero feliz, muy feliz. Estaban todos mis mejores amigos en la fiesta y Leo, mi amor, a mi lado. Luego de besar con pasión a mi reciente novio me acerqué a mi mejor amiga, Massiel, nos saqué una foto con la cámara digital que Leo me había obsequiado. – Te amo, estúpida. – Dije y le besé la mejilla.

Un grupito se fue al patio de la casa de Lucía, una amiga que la había prestado para hacer la fiesta, para ir a fumar y seguir bebiendo. Tenía muchas ganas de seguir de fiesta, pero sabía que si seguía bebiendo podría dejarme a mí misma en vergüenza. Fui a la cocina para servirme un vaso con agua, pero, aún no sé por qué, terminé mirando adentro del refrigerador con la puerta a todo dar y la cabeza metida hasta el fondo.

– Hola. – Escuché a Massiel decir risueña y coqueta.

– ¿Qué quieres? – Leo respondió antipático cuando yo estaba a punto de hacerlo. Me quedé helada, no me habían visto.

– Uy, que hostil. – Si, que hostil ¿Por qué Leo estaba siendo tan pesado con ella? Me quedé quieta para escuchar.

– No es para menos. – Dijo y se escuchó un paso. – No te me acerques, Massiel. Te dije que si volvías a hacerlo no iba a responder de mí y no me importará que seas mujer. Trini desapareció, seguro está en el baño, pero en cuanto vuelva le voy a decir la clase de amiga que tiene. – Su voz sonaba severa, cortante y desagradado.

– Eres un exagerado, solo fue un beso. – ¿Un qué?

– ¿Un qué? – Cerré la puerta del refrigerador con fuerza frente a mí dejándoles saber que estaba ahí. Ardía por dentro. ¿Qué mierda había pasado? – Repítelo Massiel, quiero oírte. – Massiel se quedó de piedra, pude ver cómo su piel se tornaba blanca como el papel y su pecho se agitaba por la respiración. – Repítelo – Dije severa

– Te estaba buscando para poder decirte. – Empezó a decir Leo, pero yo subí la mano para callarlo

– No es contigo la cosa. Contigo hablo después. Habla Massiel ¿le diste o no un beso a MI novio? – Sentía que el alcohol se juntaba en mi estómago haciendo arder mi cuerpo completo.

Casi, casi te recuerdo. Serie Casi, Casi #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora