Et tremor inter nobis: el temblor entre nosotros

3K 413 25
                                    

Al entrar, Vivi me ve moviendo las cejas sugerentemente mientras aprieta la cortina en sus manos

– Oye ¿Y él de casualidad no tendrá un hermano menor? – Ruedo los ojos y niego con la cabeza. No hay caso.

– Sucia. – Respondo con pocos ánimos. – Ve a dormir Simón. No te lo volveré a repetir. – Le advierto al chismoso pequeño que se asoma en la puerta. – Ya iré a contarte sobre mi día para que duermas, pero debes acostarte. – Le digo con más dulzura

– Está bien. – Responde con voz cansina mientras arrastra los pies hacia su habitación. Vivi se acerca para abrazarme, pero inmediatamente se aleja de mí

– Ugh apestas, ¿Cuántos cigarrillos te fumaste? – Pone cara de asco. Me pasa cada vez que salgo con amigos. Soy fumadora, pero soy peor cuando es algo social.

– Unos pocos. – Encojo los hombros. – Pero créeme que tú también los habrías fumado si hubieras escuchado lo que escuché – Exhalo todo el aire de mis pulmones.

– ¿Qué es? – Pregunta con curiosidad. – Eso explica el porqué de que no te recuerda. – Concluye cuando le cuento las nuevas noticias.

– Si, pero eso solo me ha dado más preguntas que respuestas, preguntas que jamás serán respondidas. – Niego con la cabeza y suspiro. – Lo único que tengo claro es que: No me recuerda y que sí me abandonó, sino como explicar el último mensaje que recibí: "Lo siento". – Imito con voz infantil.

– ¿Peor es nada? – Vivi encoge el hombro. – Al menos sabes que no te recuerda y puedes sacar provecho de eso, todo está saliendo como querías. No lo tendrás cerca de Simón. ¿Pero, lo quieres lejos de simón? – Porque eso es lo que quieres... ¿Verdad?

– Si... – Respondo sin saber si realmente digo la verdad.

Simón, apenas despierto, me espera acostado. Me siento a su lado y acaricio su cabeza

– Mamá. – Dice medio dormido

– ¿Sí? – Lo miro con atención

– ¿Yo tengo papá? – Y es ahí, en esas tres palabras que mi corazón se rompe en mil pedazos y mis ojos se llenan de lágrimas. Inhalo lentamente.

– Sí, mi amor, sí tienes. – Intento aguantar las ganas de llorar mientras Simón me mira con los ojos cansados.

– ¿Y dónde está? – Respiro. ¿Qué le digo? Pienso en Forrest Gump. ¿De vacaciones? ¿En serio, Trini? – ¿Por qué no está con nosotros? – Trago saliva.

– Porque él trabaja mucho y no tiene tiempo – Pero, qué mala excusa. Horrible, cero de diez.

– ¿Trabaja para pagar las cuentas como tú? – Pregunta interesado y yo asiento con la cabeza, entiende las cosas muy bien para su edad. De pronto Simón mira el gorro de Santa colgado en la pared. – Mamá, mañana ¿puedes dejar mi carta para el viejito en el correo? – Asiento con la cabeza con sorpresa

– Claro que sí, mi vida. Ahora, – Le beso la frente. – a dormir. Te amo

– Y yo a ti. – Dice durmiéndose. – Despiértame para darte mi carta – Asiento con la cabeza. Quiero salir corriendo de su habitación antes de que me pregunte más cosas por su padre.

Tercer día

30 de abril de 2010

Leo y yo estábamos en la fila para ver Iron man 2 con Massiel y Marcos, amigos de la uni. Divertidos y ansiosos por ver una de nuestras películas favoritas.

– Esta gente no avanza nada. – Dijo Massiel impaciente de brazos cruzados

– Relájate. – Respondió Marcos exasperado. Yo no hablaba, estaba nerviosa, tenía a Leo muy cerca y apenas podía respirar.

Casi, casi te recuerdo. Serie Casi, Casi #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora