Mundus meus ruet: Mi mundo se derrumba

2.6K 370 31
                                    

No sé por cuánto tiempo estamos abrazados en la cama. Por unos minutos siento que nada puede andar mal. Todo ha sido mágico, sanador y romántico, tal como debería ser... Como fue en algún momento, como fue en nuestro pasado. Leo me acaricia la espalda desnuda y ríe ligeramente con humor.

– ¿Te arrepientes de esto? – Pregunta por mi tatuaje. El tatuaje que nos une. Me río de vuelta, negando con la cabeza.

– ¿Y tú? – Lo miro fijamente. Sus ojos color castaña brillan con amor cuando lo miro. Él niega con la cabeza.

– Menos ahora que sé que lo compartimos. – Sonríe. Todo es tan perfecto... Demasiado perfecto. Me pregunto cuánto tiempo hemos estado aquí. Recuerdo la fiesta, simplemente huimos.

Necesito saber qué hora es, así que busco mi teléfono, está casi apagado por falta de batería. Son las dos de la madrugada, pero no es la cantidad de horas que pase aquí con Leo lo que realmente me sorprende o preocupa, son las veinticuatro llamadas perdidas de papá lo que hacen que me levante a la mayor velocidad posible. El estómago me quema de pronto y el pecho me duele por el miedo. Algo le pasó a mi bebé. No hay otra respuesta.

– ¿Qué pasa? – Llamo por teléfono a papá e ignoro por completo a Leo mientras me visto. El tono de llamada suena dos veces.

– Hija. – Su voz cansada y preocupada no es esperanzadora

– ¿Qué pasó? ¿Cómo está Simón? – Los peores escenarios me llenan la cabeza, pero nada se acerca a lo que responde mi papá. – No lo sé... Está en unidad de tratamientos intensivos y no me han dicho nada. Solo sé que estaba con más de cuarenta de fiebre y decía que le dolía toda la pierna. – Me imagino a la luz de mi vida apagándose de a poco y llamando por su mami. Que estaba encamándose en lugar de estar con él... Las lágrimas y la desesperación en mi corazón pronto aparecen. ¿Qué clase de madre soy? Me pregunto con enfado. Trini...

– ¿Dónde está? – Pregunto cómo puedo con la voz completamente nublada.

– En la clínica alemana – Responde. No pregunta dónde estoy, ni qué hacía porque debe asumir que estaba en la fiesta. Que por la música no lo escuché llamar, pero no. Yo estaba más preocupada de tener sexo, que de hacer lo que vine a hacer para proteger a Simón y a mí

– Voy para allá. – Nada más me basta, solo cortar el teléfono para gritar como si quisiera sacar los pulmones hacia afuera antes de derrumbarme en llanto.

– ¿Qué es? – Pregunta Leo con preocupación. Lo miro. De pronto está vestido y listo para ir a donde sea. Se agacha frente a mí y toma mi rostro entre sus manos. – Sea lo que sea todo va a salir bien. Vamos. – Me toma la mano. No sé bien cómo y cuándo llegamos al auto de Leo.

– Clínica alemana. – Digo con las pocas fuerzas que me quedan de llorar. ¿Qué clase de madre soy? Me vuelvo a preguntar. La culpa se acrecienta mientras más tiempo pasa.

Llegamos en menos de diez minutos a la clínica alemana y ni siquiera espero a Leo, solo corro, a toda la velocidad que puedo y desesperada le pregunto a la recepcionista del hospital por mi hijo. Me piden que me calme, pero no puedo, necesito verlo, necesito saber que está bien, que no lo perderé. Nadie me dice nada y yo estoy al borde del colapso mental.

Unos brazos me toman y me abrazan con fuerza, me derrumbo una vez más. Necesito saber qué tiene mi hijo, no te llevan a la UTI por una fiebre normal, menos a un niño de seis años. Tiene que ser algo peor, algo que jamás hubiera pasado si me hubiera quedado con él.

– Tranquila hija. – Eran los brazos de papá los que me abrazaron y ahora me consuelan.

– ¿Cómo puedo estarlo? Mi hijo está en la UTI con quizás qué enfermedad. – Sollozo. – Y yo. – Una vez más. – Yo no estuve con él. – Me quejo del dolor que agujerea mi pecho y sollozo aún más. Papá me lleva a la sala de espera donde él y Vivi estaban. Cuando Vivi me ve no dice nada solo se acerca a abrazarme. Nada de esto me ayuda, solo me da mala espina, solo me hace preocupar más.

Casi, casi te recuerdo. Serie Casi, Casi #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora