Primum tempus: Primera vez

1.7K 257 17
                                    

20 de septiembre de 2010

Cuatro meses ya llevaba esperando el momento y ahora que lo tenía frente a mí, no me atrevía. Estaba nerviosa y cohibida. Me miraba al espejo, el maquillaje corrido, por las horas de sesión de besos en el sofá, me enmarcaba los ojos y hacía que las pupilas dilatadas me delataran. Estaba excitada, pero asustada. No quería arruinar lo que tenía con Leo. Estaba acostumbrada a que un acostón terminara por eliminar la completa relación que tenía con alguien y valoraba demasiado mi relación con Leo como para arriesgarla a ese final, pero también la carne era débil y cada beso que compartíamos me acercaba más a ese destino.

La puerta del baño se abrió y Leo se apoyó en el umbral. Me miraba por el reflejo del espejo con el entrecejo fruncido. Preocupado, se acercó a mí y me abrazó por la espalda.

– Si no estás segura no tenemos que hacer nada, lo único que quiero es que estés cómoda. – Era tan comprensivo. Parecía MI primera vez en lugar de la suya. Me volteé en sus brazos quedando frente a él, aprisionada contra el lavamanos del baño de su apartamento.

– Debería ser yo la que te diga eso, al final el casto eres tú. – Intente decir con humor para alivianar el ambiente que, mientras más cerca estaba de Leo más tenso se ponía. Las manos de Leo bajaron de mi cintura a mi cadera dejando un camino de fuego a su paso. Pude sentir el tirón de excitación en mi vientre bajo que me advertía lo que se venía. El acostarme con Leo era como estar al borde de un acantilado, tentada a lanzarme al agua por la emoción, pero asustada de que al caer pueda morir. Sus manos apretaron mis caderas y me rendí. Decidí saltar por el borde, dar un salto de fe.

Lo besé con pasión, como lo había besado hacía unos minutos atrás. Mis brazos rodearon su cuello y mi lengua arremetió contra la suya, acariciándola, masajeándola. Leo me tomó de la cadera y me sentó en el lavamanos. Lo abracé con mis piernas y lo apreté contra mí. Pasara lo que pasara, estaría bien, confiaba en nosotros.

Leo me lleva en sus brazos, abrazo su espalda con las piernas y su cuello con los brazos mientras, en nuestro beso, vierto todos los miedos y todos estos años de extrañarlo con locura. Me doy de pronto contra una pared en la espalda. El golpe y brutalidad con la que Leo se desata terminan por excitarme aún más. De pronto Leo se mueve y la pared con la que choqué desaparece por lo que asumo que era una puerta. La puerta se cierra luego de que Leo la patee. No importa que estemos vestidos, no importa que por nuestro abrazo y beso no podamos desvestirnos, porque tenemos todo el tiempo del mundo, porque no queremos separar nuestra unión. Porque sea lo que sea que termine pasando todo estará bien.

20 de septiembre de 2010

Las manos de Leo me recorrían desde la rodilla hasta las nalgas haciéndome suspirar mientras aprovechaba que yo apoyaba la cabeza en el piso estirando el cuello para darle espacio para besarlo. Estábamos en el piso completamente vestidos aún, porque las ganas de mantenernos conectados eran más fuertes. No pude aguantar más tiempo y mis manos fueron directamente a la camiseta de Leo para quitarla por su cabeza, besé su pecho descubierto haciendo que él gruñera en aprobación. Leo pronto terminó quitándome toda la ropa que tenía puesta. Moría por ser penetrada por él, moría por tenerlo en mí, moría por ser su primera vez, moría por dejar esa marca en él, así como él había dejado en mi corazón ese tatuaje de amor, de su amor, de mi primer amor.

Cuando moví las caderas hacia él, Leo se movió esquivándome.

– Aquí no, flaquita hermosa. – Me dijo con dulzura y me tomó en sus brazos.

Caemos de pronto a la cama de la habitación del hotel, y no detengo las manos. Empiezo a quitarle la ropa sin tapujos ni vergüenza, a lo que él responde con una sonrisa pícara. Leo empieza a quitarme el vestido lentamente y a su paso deja besos que me encienden la piel. Algún día espero que se decida a meter lo que tiene que meter. Estoy ansiosa, deseosa.

Su boca aterriza en mi entrepierna tomándome por sorpresa, gimo cuando siento su lengua jugar con mi vértice. Si sigue así terminaré teniendo un orgasmo antes de tiempo. Me deja al borde, pero no sigue. Empieza a subir besando mi vientre para luego darse lugar en mi pezón y jugar con él con su lengua. Lo muerde y gimo. "Lo siento" lo escucho susurrar y siento que de a poco comienzo a hacerlo, a perdonarlo, a olvidar mi dolor y dejarlo entrar una vez más. Eso es lo que quiero. ¿Por qué es tan difícil?

– Eres hermosa – Susurra contra mi piel con la voz ronca del deseo que me corresponde.

En poco tiempo nuestros cuerpos desnudos se encuentran, nuestras pieles se funden en una y nuestros corazones se unen otra vez, después de tanto tiempo somos uno nuevamente.

Hacían años que no tenía contacto físico con alguien y no me arrepiento, Leo es el único hombre con quien quiero tener esto.

Lo siento entrar y salir, entrar y salir, haciéndome jadear, gemir. Siento una gran arremetida que borra todos mis malos recuerdos, los reemplaza por este momento, por esta unión. Siento que la sensación de mi orgasmo empieza a crecer en mi interior y abro los ojos para encontrar los de Leo que me miran devuelta con pasión. Mi mente viaja al pasado, al momento en que él y yo hicimos esto por primera vez.

20 de septiembre de 2010

Leo me dejó con delicadeza en la cama y me quitó la ropa lentamente.

En cuanto mi ropa estuvo fuera del camino Leo empezó a acariciarme y besarme en serio. Se alejó para mirarme una vez más antes de seguir

– Eres hermosa. – Dijo con la voz ronca del deseo y continuó

Me penetró haciéndome gemir y gruñendo él mismo. Nos movimos, él y yo, al mismo ritmo torturador buscando el placer en el otro y encontrando amor en el acto.

Nuestras entrepiernas frotándose, mientras por dentro me frotaba él también, me hacían subir hasta el último piso del edificio. Estaba cerca pero no llegaba, no importaba, me daba igual no tener un orgasmo, era su primera vez y sentir su placer era todo lo que me bastaba para tenerlo yo misma. Me sorprendí cuando un movimiento de Leo y su voz que me decía "te amo" al oído me empujaron por el borde y terminé teniendo un orgasmo al mismo tiempo que él.

"Te amo" escucho a Leo decir a mi oído mientras me penetra por última vez llegando al éxtasis y empujándome por el borde con él.

– ¿Hemos hecho esto antes? – Pregunta Leomirándome cubierto de sudor. No respondo, pero sonrío y eso es lo único que lebasta porque no vuelve a preguntar.

Casi, casi te recuerdo. Serie Casi, Casi #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora