Nadie en esta vida es perfecto, así que aceptate tal como eres

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Había llegado a Dubai. Desde luego Karim no me había vuelto a tratar de la misma manera brusca, era un amor pero un amor que me infundo bastante miedo. Llegamos a su casa, un camino te llevaba a una auténtica mansión de piedra. Una vez que entramos dentro unas escaleras nos llevaba arriba.

-Esta es la vivienda de los sirvientes, la nuestra es a partir de la segunda planta.

Todo estaba cubierto de mármol, todo tan exagerado. Lo primero que vi era un piano en el descansillo tan enorme que la misma escalera formaba, miré hacia arriba y una cúpula enorme cubría todo el techo.

-Aquí están los salones, hay dos – me llevó a uno enorme con tres sofás y una mesa pequeña en medio – este es el más formal – me llevó a otro que era más normal aunque con dos apartados, uno para tomar el té y otro para la tele. – aquí encontrarás una sala de cine – me llevó por otro pasillo de piedra y suelo de mármol – la cocina y los baños.

Subimos por aquella preciosa escalera, tan impoluta. Llegamos a otro pasillo donde cada habitación estaba en los laterales.

-Esta puerta es mi despacho y la de frente es nuestra habitación.

Abrió la puerta y me encontré con una habitación enorme, con una cama en medio y varios armarios empotrados y decorados en la piedra de la pared, una televisión y lo que más me llamó la atención fue que tenía un balcón interior. Me acerqué ahí y vi la piscina rodeada de una valla negra con un cenador en medio de esta y un caminito que te llevaba a el. También tenía un jacuzzi cubierto.

-Es precioso.

-Es mi regalo de bodas, esta casa es tuya – lo miré asombrada – no me mires así, es tuya.

-Gracias – me acerqué a él y le di un abrazo.

-Has pensado en la fecha de nuestra boda? – negué con la cabeza - bueno, puedo esperar un poco más.

Todavía abrazados, sus labios fueron bajando hacia los míos y por fin se juntaron, fue nuestro primer beso. Abrí la boca cuando vi que su lengua empujaba hacia mi interior y me dejé, no sería mi primera vez pero que más daba, total iba a ser su mujer.

Lentamente me llevó a la cama y me dejó caer encima de esta. Fue bajando por mi cuello y terminó en mi escote. Comencé a desabrocharle los botones de la camisa mientras él me quitaba la ropa. Joder que cuerpo tenía el cabrón. Volvió a la carga con sus besos, primero fue mi boca y siguió el mismo camino de antes, con la única diferencia de que su boca paró en mis pezones y su mano estaba ya en mis genitales, haciéndome gemir.

-Estás preparada – yo sonreí pensando en que como no lo iba a estar si tenía semejante belleza delante.

Ayudándose con una mano, buscó mi interior y entró. Se apoyó en sus codos y comenzó a besarme mientras no paraba de entrar y salir de dentro de mi. Madre mia, si que era bueno. Llegué al climax enseguida, de hecho me tocó llegar otra vez más mientras él empujaba.

-No hemos utilizado protección – le dije cuando recuperé el aliento.

-No hace falta, serás mi esposa – me acarició la mejilla – si quieres darte una ducha esa puerta – señaló una puerta del armario – es el baño.

Si, tenía el baño camuflado como una puerta de armario, pero claro si el armario tenía seis puertas mínimo, que más daba.

Tomé una ducha y salí con la toalla alrededor buscando mi maleta.

-Señorita – una chica me asustó – le traigo un vestido.

-Gracias, como te llamas? – ella se sorprendió

Hija de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora