Hoy empieza una historia jamás escrita, la nuestra.

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Estaba bajando del coche que iba junto a mi padre. Me casaría en una Iglesia. Fue la única condición que Karim puso. Iba vestida de blanco y seguía la tradición.

Algo viejo, una tiara que mi padre le regaló a mi madre.

Algo nuevo, el vestido y las joyas que Karim me regaló.

Algo prestado, el anillo que mi padre le regaló a mi madre cuando me tuvieron a mí.

Algo azul, la liga.

-Estás nerviosa? – asentí – se pasará rápido, te lo prometo.

-Gracias papá.

-Sabes por que te pusimos África? – negué con la cabeza y tragué en seco – por que por alguna razón sabíamos que serías una guerrera, una salvaje.

-Papá – le miré a los ojos y era la primera vez que le veía llorar – siento todo lo que hice.

-Nunca me hizo falta perdonarte por que nunca estuve enfadado contigo. Eres mi hija, eres la luz de mis ojos niña y cualquier cosa que hagas, lleves razón o no, tendrás a tu padre aquí para defenderte, apoyarte y sacarte de todo lo malo. Ahora vamos a entrar, que sino Karim saldrá a por ti.

Sonreí y de su brazo caminé. Entré en la Iglesia y vi un montón de gente tanto italianos como de otras partes del mundo. Muchos de ellos venían solo a ver como la hija del mayor mafioso de Italia se casaba con el jefe de la mafia árabe. No lo miré a él, sino que mantuve mi mirada en mi madre y en mi hermano que estaban los dos con lágrimas en los ojos. Por un momento pensé en parar y preguntarles si era una boda o un entierro, pero tenía que seguir, les debía esto.

-Si quiero.

Fue lo único que dije en toda la ceremonia, porque me pasé viendo todas aquellas imágenes y cuadros que nunca los habia visto, de hecho, puedo asegurar que nunca había pasado a una Iglesia y que en mi casa encontrarías de todo menos un santo o algo que tenga que ver con ella.

Me dio el beso,aquel beso tan esperado por los invitados, aquel beso que representaba la unión para nosotros y para ellos una razón para aplaudir y gritar igual que locos. Hasta las mujeres que vinieron desde Marruecos o Dubai comenzaron a gritar, sería alguna excepción por que no podrían abrir la boca si los maridos no les daban permiso.

En el mismo coche que llegué me subi pero esta vez fue junto a Karim.

-Estás preciosa, el vestido es magnifico.

-Gracias – sonreí – pensé en hacernos las fotos antes pero las podemos hacer durante el banquete por que el hotel tiene un jardín precioso.

-Lo que tú quieras princesa.

Me besó lentamente, pero nuestro beso fue interrumpido por que habíamos llegado al salón. Podía haber hecho este camino a pie y había tardado menos que en coche, por eso lo había elegido tan cerca de la Iglesia. Nos tuvimos que esperar un rato en el coche para que los invitados fueran pasando.

-Ya podemos entrar.

Karim me ayudó a bajar y entramos en el hotel. Una chica que estaba trabajando nos llevó hacia el salón. Cuando entramos, la canción de Hoy te prometo de Il Divo comenzó a sonar y desde arriba tiraron varios confeti rojos. Todo estaba decorado en blanco y rojo. Los manteles de las mesas rojos y las sillas blancas. Los invitados comenzaron a aplaudir y nos hicieron la primera foto.

Nos sentamos en una mesa junto a mis padres y su hermano. Esta vez se ahorró el hijab y Samir también lo de puedes comer, puedes hablar. Cenamos entre vítores y aplausos de todos los invitados, hasta que por fin llegó la hora del baile.

Hija de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora