Cuantos besos me perdí por no saber decir, te necesito.

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-Victoria siéntate. Max, tú también, cállate un momento – yo sonreí mirando a mi madre.

-Victoria, robaste tu un fardo de cocaína y obligaste a África a probarlo? – mi padre fue directo al grano.

-Si papá – esperaba que lo fuera a negar – lo siento África.

-Por qué? – volvió a preguntarle mi padre, mientras mi madre estaba en silencio mirándola.

-No lo sé papá.

-Papá no, que me digas porque cojones lo hiciste Victoria! – mi padre pegó con el puño en la mesa y yo me asusté.

-Envidia – susurró Victoria y agachó la cabeza.

Escuchamos el timbre y Leonardo fue el que abrió pero no hicimos caso a quien entraba.

-Envidia de qué? – volvió a gritar mi padre pero ella decidió guardar silencio.

-Habla Victoria – por el tono de voz, la peor en este caso será mi madre. Ella era la única que no gritaba pero las mataba callando.

-De ella – me miró – siempre fue vuestra pequeña, siempre tuvo todo.

-Tú no? – volvió a preguntarle mi madre tranquilamente – contesta Victoria. Contesta he dicho.

-Me habéis llamado para humillarme? Han pasado unos cuantos años desde que probó la coca por primera vez – se puso en pie y se acercó hacia la puerta donde se encontraba su marido – que se fuera a convertir en una drogadicta no es mi culpa.

Mi madre comenzó a darle todos los golpes que de pequeños no recibimos, Mi padre, Max, Leo y Karim se metieron en el medio, sujetando tres a mi madre y Leonardo a Victoria.

-Maldita niñata de los cojones – mi madre se volvió loca – como te atreves después de todo lo que hemos hecho por ti. Como te atreves, si te he criado como a uno más de mis hijos, te he dado todo lo que teníamos y lo primero fue una vida y nos lo agradeces así.

Mi padre se giró con ella y la dejó delante mia, me abrazó y comenzó a llorar.

-Nunca me habéis mirado como a ella, nunca me quisisteis como a ella. Siempre fue mejor en todo y siempre fue la niña de tus ojos – miró a mi padre.

-Sabes lo que te digo – habló mi padre acercándose de manera intimidante hacia ella – que Ada debió haberte matado. Leonardo, llévate a tu mujer de aquí y nunca más espero verla en mi casa.

-Soy tú hija, no puedes hacer esto – le gritó Victoria

-No – intervino mi madre – por una vez en la vida con todo lo que tenga que ver con mis hijos le doy la razón a Massimo, desde hoy tú dejas de ser mi hija. No quiero volver a verte en mi vida.

Leonardo y Victoria se fueron de casa, mientras mi hermano y mis padres me abrazaban como si no me hubieran visto en años.

-Lo siento hija, debía haberte hecho caso – mi padre y mi madre estaban llorando.

-No os preocupéis, es agua pasada. Venga, dejad de llorar y dejarme comer la tarta de queso.

-Habrá otro trozo para mi? – de repente todos nos giramos y vimos a Karim ahí de pie.y

-Qué haces aquí? – le pregunté asustada

-Cogí el vuelo siguiente al tuyo, pensabas que no sabía lo que harías? - intenté decir algo pero me interrumpió – quiero comer esa tarta, hablaremos después.

Hija de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora