La familia no solo es algo importante. La familia lo es todo.

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Me desperté por la mañana y me puse unos vaqueros, un jersey blanco y las botas negras, aparte de la chaqueta y el bolso. Dejé el pelo como me gusta, suelto y miré el reloj, eran las 12 del mediodía. Karim se estaba duchando.

-Estás ya preparada?

-Si, date prisa.

Me había despertado de mala leche, parecía mentira que ayer fue mi boda.

Cuando Karim terminó de vestirse, junto a Samir y Amira fuimos a casa de mis padres donde nos estaban esperando.

-Qué tal hermanita? – Max me guiñó el ojo, que ostia tenía.

-Que te den payaso – le contesté ganándome una mirada fulminante de mi madre y de mi hermana Victoria, la recatadita.

Si, Victoria y yo ahora hemos aprendido a ignorarnos pero de pequeñas nos llevábamos a matar, de hecho yo la tiré dos veces por las escaleras pero con tal mala suerte de que nunca murió. Haber, no le he deseado la muerte y tampoco sé el porque nunca nos hemos llevado bien, quizás fue la rivalidad que teníamos entre nosotras por destacar siempre o como luego pensé yo si era hija de mis padres aunque ellos no hicieron diferencia entre sus hijos y ella.No lo sé y tampoco tenía pensado averiguarlo ahora.

-Joder Karim – Max y él eran amigos aunque no lo parezca – veo que anoche no hubo nada de nada.

Me reí cuando mi madre le dio una colleja y fue mi padre el que lo fulminó con la mirada.

-Venga Amira – mi madre intentó animar a mi cuñada – sentaros a la mesa que he preparado una paella deliciosa.

-No has dormido anoche mamá?

-Por qué preguntas Max?

-Por qué a ti te veo muy muy animada.

-Max, vale ya – le contestó mi padre – me tienes harto con tus gracias.

-Venga, que haya paz niños – todos nos reímos cuando mi madre miró a mi padre solo, si algunas veces lo trataba como un niño más.

Nos sentamos y comenzamos a degustar la paella que mi madre había preparado. Ella decía que era valenciana.

-Qué lleva esta paella mamá?

-Conejo, pollo y marisco.

-Has, has dicho conejo? – ella asintió y yo corrí al baño a vomitar el agua que bebí hace dos segundos.

-Vamos, deja que te limpie la cara – Karim no me dejaba sola ni en el puñetero baño.

-Necesito mi cepillo de dientes – le dije cual era y después de lavarme los dientes volví a la cocina.

-Te estoy preparando un poco arroz África.

-Gracias mami, pero no necesito nada, no tengo nada de hambre.

Pasaron dos horas y estaba abrazando a mi hermano Max.

-Cuídate mucho pequeña – me acarició la cabeza – y cuida mucho de mi sobrino – yo asentí, si hablaba, lloraba – y promete llamarme mínimo cada dos días vale? – volví a asentir – espero que seas feliz junto al melón ese – miró a Karim – te quiero hermanita.

-Y yo a ti – nos fundimos en un abrazo, el de la despedida, por lo menos durante un tiempo.

-Que seas muy feliz – seca como siempre, asquerosa como ella sola.

-Gracias Victoria – ni siquiera la abracé, pasé a mi padre.

-Mi pequeña niña, disfruta mucho de tu vida y recuerda lo que te dije ayer – asentí – soy tu padre y te apoyaré, cuidaré y protegeré de todo lo que te haga daño. Te quiero mi niña.

Hija de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora