Un grito ahogado alerta a los demás estudiantes de la escuela, los directivos se movilizan al igual que los profesores. Los paramédicos ingresaron al establecimiento y en unos minutos trasladaron a dos estudiantes. León casi se desmaya al saber que su hermana fue llevada al hospital más cercano debido a los golpes de su cuerpo. Pero llamó a sus padres de inmediato, su madre no podía dejar el trabajo, aunque su padre no tardó en llegar.
Noa, por su parte, descansa en una camilla luego de que una enfermera limpiara sus heridas y le diera medicamentos para el dolor. Se siente inquieta y su pecho le duele al igual que su estómago. Pero, además de eso, siente pavor hacia la criatura que está a su lado, viéndola fijamente con su iris ámbar.
—Estará bien, ni siquiera la toqué. —Ella no responde, solo se encoge en su lugar mientras siente sus manos temblar. Kaneís aparta la mirada después de eso, observa el lugar, suspira y comienza a acomodar los objetos de la habitación. Mueve la camilla un poco para que esté alejada de la pared por solo unos cinco centímetros exactos. Luego pasa a las cortinas y termina moviendo el resto de los muebles con cuidado. Noa no aparta su vista de él en ningún momento, preguntándose si esta criatura es la misma que casi asesina a Marina.
Ella oyó a los médicos hablar, decían que el golpe fue tan grave que debieron realizarse una transfusión de sangre. Además aún no ha despertado.
En ese momento ve a Kaneís ponerse tenso y avanza hacia la puerta, esta es abierta por León, quien entra corriendo. Él termina junto a la camilla y le sonríe.
—Hola, ¿cómo te sientes? —Noa intenta sonreír, pero no puede pasar por alto el aspecto de su hermano. Sus ojos rojos la miran y se vuelven a humedecer con rapidez. Su voz tiembla y hace todo lo posible por oírse tranquilo.
—Y-Yo... —Suelta un corto suspiro y piensa que ver llorar a León no es tan genial como lo había imaginado. No se burlará, no es el momento. Entonces olvida su respuesta al notar a Kaneís detrás de él, el ser pálido lo observa y luego da unos pasos hacia León—. ¡No te acerques! —exclama precipitadamente, asustando a su hermano al mismo tiempo.
—Noa, s-soy yo. Estás a salvo —dice agitado. León termina dándole un abrazo al verla cubierta de lágrimas y ella corresponde, aferrándose a su ropa con desesperación.
Ese mismo día, el médico de cabecera de la familia Raga, le da el alta a Noa y le aconsejó a su padre que trate de enviarla a unas sesiones con un psicólogo clínico o un psiquiatra. Ya que la jovencita presenta un fuerte síndrome de estrés postraumático. La familia le da las gracias al hombre y regresan a casa con un gran sentimiento de angustia gracias a esta amarga experiencia.
—Noa, ¿qué sucedió? —le pregunta su padre con una voz suave.
—Ella golpeó a Adán y le hablé con calma. Luego me golpeó también, ya estaba en el suelo y... N-No recuerdo más, no sé qué sucedió —responde en un tono bajo. Además evita mirar a Kaneís, quién siempre está a su lado, viendo y escuchando todo.
—Oh, ya pasó linda. No se volverá a repetir —le asegura mientras deja un beso en su mejilla.
—Definitivamente no —comenta él dándole una sonrisa.
León, por su parte, la ayuda a subir a su cuarto y le pide que lo llame si es que necesita algo. Pero Noa no puede pedirle que eche a Kaneís de su cuarto. Ahora que ambos están a solas, ella siente su corazón acelerarse.
—León al fin te trata bien y solo hacían falta unos golpes —dice, para luego soltar una risa grave—. Noa, ¿qué ocurre? Ya sé, vamos a continuar con la historia. —Él camina hacia el escritorio y le sonríe. Pero sus labios pierden esa silueta al verla negar suavemente.
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Monstruos De Mi Ser
HorrorNoa quería desesperadamente ayuda, así que alguien se la ofreció a través de sus sueños. Un ser que tú tal vez hayas visto en tus pesadillas.