Noa regresa del almuerzo y encuentra el espejo de su armario en trozos, los cuales están regados en el suelo. Kaneís está a unos pasos del mismo, luego dirige su mirada a la muchacha al oírla entrar.
—¿Qué hiciste?
—Había alguien ahí —responde, regresando su mirada hacia los cristales bajo sus pies.
—Claro, es tu reflejo. ¿Qué sucede contigo?
—¡No lo sé! —Ella retrocede cuando Kaneís alza la voz—. Todo está volviendo a pasar, me prometí que haría las cosas diferentes esta vez y... —pareciera que él iba a decir algo más. Pero queda en silencio, cosa que molesta a Noa.
—¿Qué sucedió antes? Habla.
—No... También quisieron saber —Él la deja con esa respuesta para luego volver a sentarse en la esquina—. Ten cuidado con los cristales —agrega al final, luego no vuelve a hablar.
Sin embargo, Noa sabe que debe hacer algo, si él no quiere decírselo, buscará respuestas por su cuenta. Esto la lleva a investigar nuevamente en internet, busca casos extraños o sobrenaturales donde haya un demonio o fantasma involucrado. Los resultados son miles, entonces suspira, comenzando a descartar los casos uno por uno. Intenta indagar en los que parezcan reales, reportes de la policía o alguna noticia, casos sin resolver.
Luego de unas horas de lectura y de no hallar nada, estaba a punto de tomar un descanso. Hasta que una noticia, de algunos años, capta su atención. Como lo temía, el artículo habla sobre el asesinato de una familia, donde el responsable de tales atrocidades fue un niño de diez años. Noa aparta la mirada por un momento, asimilando lo que acaba de leer. ¿Un niño?
La noticia dice que los vecinos llamaron a la policía luego de escuchar una pelea doméstica. Los policías acudieron, pensando que solo era una disputa familiar. Pero casi toda la familia estaba sin vida en cada una de sus habitaciones. El niño, Edric Ecay, se encontraba sentado en la sala cuando los oficiales llegaron, concentrado, mirando caricaturas en la televisión. Una imagen tan inocente, de no ser por la sangre que manchaba sus ropas y rostro. Además un cuchillo se hallaba tirado a los pies del sillón. Era el arma homicida utilizada por el más pequeño de los Ecay. Las pruebas, resultado de la pericia apuntaban a Edric como el responsable. Pero él se defendió diciendo que un señor de traje y cabello blanco era el culpable. Les explicó que le prometió jugar siempre juntos y así lo hacían hasta que ese hombre comenzó a lastimar a sus amigos de la escuela. Luego acabó con las mascotas y sus padres pensaron que era Edric. El niño dijo que discutió con su amigo imaginario y este respondió que solo era un juego. Un juego que acabó con la vida de su familia.
—Oh, no —Noa suelta aire, recargándose en el respaldo de la silla. Ahora todo está claro para ella, al principio finge ser algo que no es y luego ocurren las desgracias. Comenzó con el golpe de Marina en los baños, luego lo sucedido con Adán y teme que esto escale hasta que pase una tragedia. No sabe cómo pero lo detendrá, cueste lo que cueste, por ese niño y los otros que también sufrieron por su causa.
Edric Ecay fue llevado a una correccional luego de su pérdida, con el paso de los años, su cuerpo fue creciendo, pero no su mente. Él sigue atrapado en aquel momento, cuando habló por primera vez con su amigo imaginario, así lo llamaban, aunque lo que decía y hacía era muy real. A pesar de que eso pasó hace años, recuerda a la perfección la apariencia de aquel ser porque no se perdonaría olvidar al responsable de la muerte de su familia. Recuerda haberlo visto tomar el cuchillo, luego todo pasó muy rápido, los gritos de dolor, agonía. Él se cubrió los oídos y cerró los ojos, tenía mucho miedo. Pero entonces oyó la televisión encenderse, no sabía cómo llegó a la sala y se asustó al ver el cuchillo en su propia mano.
Nadie creyó su historia, prefirieron inventarse una más real donde él era el culpable. Por más que insistía e insistía con el paso de los años, ninguna persona creyó en él, fue diagnosticado con esquizofrenia y llevado a un sanatorio mental. Eso lo enfureció, provocando que golpeara a los enfermeros y a un guardia mientras gritaba que no estaba loco. Lo mantenían sedado los primeros meses ya que era extremadamente agresivo con los médicos y el personal. Un verdadero infierno.
Sin embargo, lo que lo mantenía dormido en la realidad también lo despertaba en sus sueños. Así, poco a poco, fue recreando su niñez con los fragmentos de su memoria. ¿Qué lo llevó a conocer a ese monstruo? Edric soñaba sus recuerdos, podía moverse, intervenir en los mismos y fue cuando lo vio. Luego de tantos años, aparecía frente a él esa figura alta y oscura. No parecía un sueño normal producto de sus recuerdos ya que ambos se encontraban cara a cara en un lugar oscuro y abismal.
—¿Quién eres tú? —le preguntó, quería arrojarse y hacerlo pedazos, así como él lo hizo con su vida. Pero no se podía mover.
—Sé que estabas buscándome.
—Hijo de perra, ¡asesinaste a mi familia!
—No fue mi culpa, querías estar solo, que nadie te dijera que hacer y poder jugar por siempre. Deberías estar feliz.
Edric apretó los dientes con fuerza, indignado por la tranquilidad en las palabras del contrario. Como si no importara.
—No quería eso. —Sus ojos se llenaron de lágrimas—. Solo era un niño estúpido.
—Si, pequeño y sencillo de quebrar —respondió, por un momento su actitud amable e inocente desapareció, dándole una sonrisa de completa satisfacción. Edric despertó justo después de eso, estaba sudando y un escalofrío recorrió su espina. Aunque sentía rabia y frustración, una sonrisa apareció en su rostro. Ya sabía cómo encontrarlo.
Él causaba problemas a propósito en la clínica para que pudieran sedarlo y dormir. Los primeros meses no sucedió nada, no podía encontrarlo. Pensó que ese monstruo lo sabía y lo evitaba a propósito, cobarde. Pero sus sueños revelaron algo más, imágenes y lugares que tal vez podrían estar relacionados con él.
El lugar más común, por así decirlo, era el bosque de árboles retorcidos, los cuales crecen sobre un suelo cubierto de mosaicos blancos. Todo estaba marchito y oscuro, incluso él era parte de esa oscuridad. Lo más característico del bosque son los espejos en los árboles. Todos destrozados y con mal aspecto, a excepción de uno. Este espejo también estaba roto pero lucía nuevo a comparación con los otros.
—¿Qué significa? —se preguntó luego de despertar.
Los otros lugares que visitaba eran un lago oscuro en donde se encontraba un automóvil, siempre hundiéndose, sin embargo nunca llegaba al fondo. También había un campo inmenso y una pequeña granja a lo lejos, la azotea de un alto edificio. Los demás lugares no los puede identificar ya que soy habitaciones muy oscuras.
Aunque, en una visita a los bosques espejo, pudo presenciar algo sorprendente. Un nuevo árbol creció de la nada y el espejo de su tronco es reluciente, tanto que ilumina el sombrío lugar.
Edric, curioso, se acercó a inspeccionar ese nuevo elemento. Pero él no podía ver su reflejo, era imposible, en su lugar vio al monstruo que tanto odia. Sintió rabia y comenzó a golpear el espejo, sin embargo este no recibía ningún daño.
Cansado y con sus puños doliendo, levantó la mirada hacia ese reflejo. Él se veía diferente a cómo lo recordaba, más sonriente, delicado y limpio. Antes se parecía más a un niño.
—Yo... Ya lo entiendo, lo entiendo —susurra mientras da unos pasos hacia atrás, así gira, quedando frente a la lúgubre imagen se los árboles marchitos, ahora un poco iluminados por el espejo. Es esa luz, ahora lo siente llegar, sumamente hambriento.
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Monstruos De Mi Ser
HorrorNoa quería desesperadamente ayuda, así que alguien se la ofreció a través de sus sueños. Un ser que tú tal vez hayas visto en tus pesadillas.