Epílogo

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La recuperación de Adán fue lenta debido a que no podía caminar aún, debía usar una silla de ruedas ya que el golpe que sufrió comprometió su columna. Sin embargo esas semanas no estaba solo, y tal vez ya no lo estaría, Noa lo visitaba todos los días. Pasaban horas hablando en su cuarto y comenzaron a ir juntos a la escuela. Ella empujaba su silla cuando sus brazos se cansaban y también lo ayudaba a subir las rampas de la escuela.

En cuanto a Kápios, solo se dedica a observar y seguirlos, dejó de ser tan hablador luego de lo que pasó. Aunque ni Adán ni Noa dejaron de hablar con él. No lo consideraban una amenaza como a Kaneís. Pero el trato debe acabar.

Este día Adán llamó a Noa diciendo que tenía algo muy importante que mostrarle, ella acude rápido a su casa pensando que tal vez sea algo malo. Pero, al entrar a su habitación, encuentra al pelirrojo de pie y con una enorme sonrisa en sus labios.

—Estás de pie —suelta y cubre su boca con las manos. Entonces derrama unas lágrimas de alegría cuando da unos pasos hacia ella. Adán termina abrazando su cintura y se atreve a acariciar sus labios con los de la muchacha.

—Empezamos tan mal. ¿Quieres intentarlo de nuevo?

—Si.

Kápios baja la mirada y rasca su nuca, se siente bastante culpable por lo que hará ahora.

—Hey, v-van a matarme por arruinar el momento pero... Es todo.

—¿Qué quieres decir? —pregunta Adán.

—No, Kápios, no digas eso —niega Noa dándole una sonrisa, había olvidado que él estaba presente.

—Quiero decir que el trato ya finaliza —se explica, entonces la expresiones de la pareja cambian—. Lo lograste Adán y-y estoy muy orgulloso... Pero tengo miedo. ¿Qué pasará conmigo? ¿M-Moriré?

—Nada de eso, no puedes irte. Haremos nuevamente el ritual —responde Adán, un poco angustiado por la manera en la que Kápios llora. Sus lágrimas son de un tono verde muy pálido, casi blanco.

—Mejor no —contesta, recuperándose un poco—. Noa rompió su propio espejo, eso impide que vuelva a tener contacto con alguno de nosotros y, Adán, ya no me necesitas. Además temo que sea Kaneís quien responda a su nuevo llamado y no yo.

Adán mira a Noa por un momento, sus propios ojos comienzan a humedecerse al ver que unas línea comienzan a marcarse en Kápios, tal y como lo hicieron en Kaneís. El sello de su brazo también comienza a desaparecer.

Kápios cae arrodillado cuando sus fuerzas lo abandonan, Noa lo sostiene junto con Adán y lo abrazan hasta que todo termina. Su cuerpo se rompe en pequeños trozos de cristal que luego se deshacen en el aire. A pesar de eso él continúa sintiendo el cálido abrazo, entonces abre sus ojos para encontrarse en el bosque de espejos, en el lugar más oscuro y profundo de este. Donde están los espejos más antiguos, los cuales se deshacen cuando los tocan.

Él está un poco confundido hasta ver a Kaneís. Este lo observa dándole una sonrisa de alegría, al principio creyó que lo atacaría pero su cuerpo se encuentra roto al igual que el suyo. Incapaz de moverse.

—Esta vez fue diferente —murmura manteniendo su sonrisa. A pesar que un tercero se encuentra pisoteando sus piernas deshechas. Este también rompe su rostro, esparciendo los cristales. Kápios levanta las cejas por la sorpresa, aunque ya todo está muy claro.

—Perder se siente extraño —murmura mientras camina de un lado al otro frente a los White. Recupera el control rápidamente y peina las hebras rebeldes de su cabello oscuro—. Ahora solo queda esperar.

Se aleja, siendo absorbido por la oscuridad mientras Kápios lo observa. Ahora sabe que lo que pasa cuando un trato termina, acaba como un muñeco de porcelana roto en la oscuridad. Aguardando a que él busque a una nueva víctima.

Monstruos De Mi SerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora