Edric despierta de su última pesadilla tal vez. Se siente muy cansado, le duele la cabeza y todo su cuerpo. Son las consecuencia de los sedantes. Sin perder más tiempo toma las sábanas de su cama para anudarlas, también usa un poco de su ropa para lograr hacerlas más largas. Las luces de su habitación estallan en ese momento, anunciando su pronta llegada.
Él sale de allí con prisa, llevando las sábanas envueltas por sus brazos. Detrás de sí las luces estallan de todas las habitaciones y las del pasillo, incluso las luces de emergencia sufren daños. Sabe que está allí, le está pisando los talones.
—¿No quieres jugar como lo hacíamos cuando eras niño? A las escondidas, aunque siempre pude encontrarte.
Edric no responde en lo absoluto, continúa corriendo hacia el teatro de la institución, allí algunos internos actúan y fingen estar cuerdos. En su caso, solo había visitado el lugar una vez.
—¡Edric, fuiste un niño muy malo!
—Hijo de perra —lo maldice entre dientes mientras lanza un extremo de la sabana hacia la viga que está en el escenario. Se asegura de atarla bien y sonríe—. No me llevarás, ¡antes muerto, ¿oíste?!
La entidad escucha sus palabras y llega al teatro en segundos para encontrarse con su viejo amigo. Este le enseña su dedo corazón en alto con sus últimas fuerzas, luego deja caer sus brazos a los lados del cuerpo mientras las ataduras de su cuello le hacen perder la consciencia.
Un grito desgarrador despierta a todos los residentes de la institución, así como alerta a los guardias. Estos últimos corren hacia donde oyeron el grito para encontrar a uno de los internos sin vida en medio del escenario, más no hallan a quién emitió ese alarido lastimero, tan potente que todo los que se encontraban en el complejo lo pudo oír.
Muy lejos de allí, Noa y Adán enfrentan algo que está más allá de su imaginación. Además la habitación del pelirrojo se siente demasiado pequeña ahora. Sin escapatoria. Kaneís voltea lentamente, luciendo exactamente igual al reflejo del espejo, sin embargo este continúa en su lugar. Sonriendo hacia los adolescentes. Entonces mueve sus labios, hablado para ambos.
—Nadie me causó tantos problemas como ustedes, niños.
—Lo sabía, este es tu verdadero yo —responde Noa dando un paso hacia adelante. Entonces Adán vuelve a colocarse frente a ella al igual que Kápios, este último observa al Kaneís con el ceño fruncido.
—Ni un paso más —dice, obligándolo a detenerse. Entonces los ojos oscuros se clavaron en él.
—Ah, tú definitivamente no deberías existir.
—¿Qué eres? Responde.
—Tengo muchos nombres, papá, mamá, amigo o amor. Todos colocados por los portadores del sello —contesta, sorprendido a los demás ya que creyeron que no diría nada acerca de él—. Realmente me divertí con la mujer que quería un esposo.
—Me das asco —gruñe Kápios, mientras más tiempo pasa hablando con Kaneís, más aprende de él y lo que hizo. Realmente fueron atrocidades inhumanas que no había visto en sus encuentros anteriores. Cada lugar de las pesadillas es uno real en donde los portadores del sello perdieron la vida a manos de ese monstruo. Fueron empujados hacia el borde de la locura y la desesperación, los alejaba de las demás personas, aislandolos de cualquier contacto humano hasta devorar su luz.
—¿Yo? Por si no te has dado cuenta somos iguales, compartimos carne y sangre. —Suelta una risa al ver lo ingenuo que puede ser Kápios, luego ladea la cabeza y le sonríe a la muchacha—. Realmente estoy hambriento y quisiera hacer esto por la buenas. Ven Noa.
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Monstruos De Mi Ser
HorrorNoa quería desesperadamente ayuda, así que alguien se la ofreció a través de sus sueños. Un ser que tú tal vez hayas visto en tus pesadillas.