—Ajam, árboles y personas —bufa Noa. Ella suelta un profundo bostezo mientras Margarita continúa meditando. Ahora toma una hoja en blanco y lápiz para comenzar a dibujar sin siquiera mirar, los trazos son rápidos y un tanto descuidados. Pero todos esos garabatos crean una imagen en conjunto.
—Ya está. —Ella suelta el lápiz y observa el papel junto con Noa. El dibujo muestra unas sombras rodeando una figura mucho más alta que ellas—. Lamento decir que estás maldita —susurra mirando a su invitada a los ojos.
—No me digas, ¿por qué?
—Esa marca está maldita —señala mientras toma la muñeca ajena entre sus manos.
—No es cierto, son garabatos que dibujé. Se veían muy bien al momento de hacerlos —reprocha Kaneís, quien se encuentra sentado junto a Noa.
—La buena noticia es que podemos romper el trato.
—¡¿Qué?! —él niega repetidas con la cabeza y mira a Noa con esperanzas de encontrar compasión.
—Hazlo, para acabar con esto de una vez.
Margarita acomoda sus anteojos y alza su cabello como una cola de caballo alta. Luego apaga las luces y enciende varias velas en el lugar, dándole un aspecto lúgubre y atemorizante al ambiente. Para finalizar toma las manos de Noa y le pide concentrarse en la criatura.
—Este es un ritual de invocación, obligaré que la entidad se presente —comenta para luego decir algo más en una lengua extraña.
—¿No puedes hacer que te vea de una vez? —Noa rechina los dientes mientras se dirige a Kaneís. Él suelta aire y sube sobre la mesa, obligando a ambas que se separen. Margarita casi se cae de espaldas y, al enderezarse, mira al ser pálido ante ella. Está sentado en la mesa con las piernas cruzadas y arquea una ceja cuando hacen contacto visual.
—Soy Kaneís White y te ordeno no romper el trato que tengo con Noa, por favor.
—No puedo creerlo, el ritual de invocación funcionó. —Margarita sonríe por un momento y luego busca algo dentro de los cajones que está a su lado. Saca un vaso con agua y se lo arroja en el rostro. Kaneís hace una mueca y cierra los ojos, su cabello termina mojado y pegado a su cara—. El agua bendita acabará con los demonios. Regresa al infierno.
—¿Qué se supone que esto hace? —pregunta mientras seca su rostro y luego lleva su cabello hacia atrás.
—Marga, él es Kaneís —los presenta Noa.
—Es... Es... Muy lindo.
—¿Ya podemos irnos? Lo que sea que querían hacer, no funcionó. —Él se baja de la mesa y toma la mano de Noa para guiarla a la salida—. Tu padre debe estar muy preocupado.
—Gracias por intentarlo —Noa se despide de Margarita y suspira. Una vez fuera de la casa se dispone a regresar. Kaneís la sigue con entusiasmo y comenta que no se deshará de él tan fácil.
—El agua no es mi debilidad.
—No era común y corriente, era agua bendita.
—Para mí sí lo era. —Ella deja de hablar con él porque las personas podrían pensar que está loca—. Además no lo entiendo, querías ayuda y ahora intentas deshacerte de mí.
—¡Eso es! —Noa apresura el paso, hasta el punto de correr a toda prisa hacia su casa. Kaneís la sigue de cerca, preguntándose qué es lo que hará ahora. De repente, ella choca contra una persona y ambos caen en el suelo, se queja por el dolor y, al abrir los ojos, se topa con los de Adán.
—N-Noa...
—Ay, lo siento. No te vi -se disculpa. Se levanta con cuidado ya que el choque provocó que todos los dolores de su cuerpo se intensificaran—. ¿Qué pasó contigo? —Ella hace una al ver el estado desastroso en el que se encuentra el pelirrojo. Huele a cerveza y alcohol, su ropa está sucia y su cabello está pegajoso.
—Estoy volviendo a casa, fui a una fiesta con un a-amigo —responde luego de soltar una risa nerviosa. En realidad no estaba invitado a la fiesta y eso molestó a los otros jóvenes. Estaba bebiendo un poco y luego le arrojaron un gran vaso de bebida encima. Se burlaron de él y luego lo arrojaron dentro de un contenedor de basura. Estuvo allí toda la noche, inconsciente a causa de todo lo que bebió y casi tuvo un ataque al despertar y ver que nada fue un sueño.
—Oh, parece que estuvo buena —comenta Noa, dando unos pasos hacia atrás debido al mal olor—. Hasta te hicieron un tatuaje —agrega al ver la tinta en el brazo derecho del pelirrojo. Las inscripciones resaltan en su pálida piel.
—Ah, si. En realidad... esto es-
—¡Ajá! Lo sabía. —Ella siente como alguien la levanta del suelo y la hace girar un par de veces—. Es la chica de tus dibujos, estás enamorado y yo tenía razón. Es tan tierna y pequeña, se parece a un osito de peluche. ¡Creo que podría abrazarla por siempre!
—Que... —Noa mira hacia arriba, encontrándose con unos ojos verdes claros, casi ocultos por una maraña de cabello blanco. Al principio creyó que era Kaneís, pero al ver el peinado diferente y esa mirada, definitivamente suelta un grito que asusta a todos los presentes—. ¡Adán! ¿Quién... es... él...? —Toma el cuello de su ropa con fuerza y lo sacude un poco.
—Necesitaba a-ayuda, creí que Kaneís podría... Pero Kápios apareció y ahora él no t-te suelta. —Ambos ven a que este permanece abrazando a Noa como si de eso dependiera su vida. Pero Kaneís salta sobre él y roda un par de metros.
—¡Tú!
—¿Eh?
—Regresa a mí —suelta antes de abrir su boca y morder el hombro del contrario, quien suelta un grito de dolor. Kaneís vuelve a morderlo, pero es apartado de una poderosa patada, que lo lanza a unos metros de distancia. Su rostro está manchado por una sustancia oscura, la misma que brota de la herida del otro, sabe bien, es un poco dulce y esto lo inventiva a lamer sus labios. Siente como su fuerza se restablece poco a poco, por eso no se detendrá hasta devorarlo por completo.
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Monstruos De Mi Ser
HorrorNoa quería desesperadamente ayuda, así que alguien se la ofreció a través de sus sueños. Un ser que tú tal vez hayas visto en tus pesadillas.