Capítulo 2

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—El desayuno. No puedo creer que yo sea tu despertador, el celular tiene uno, tonta. —León sale de la habitación luego de recoger su almohada, dejando a una muy confundida Noa en la cama.

—¿Q-Qué pasó? —Mira a su alrededor de prisa y todo parece estar en su lugar. Hasta que se topa con la cera derretida en el suelo, al parecer las velas permanecieron encendidas hasta consumirse por completo—. No vuelvas a hacer eso —dice luego de haber golpeado a su hermano. Este gira sobre sus talones y comienza la tercera guerra mundial.

—¿Por qué me golpeas, tonta?

—Tú sabes que no debes entrar a mi cuarto.

—No entré a tu cuarto, intentaba dormir mientras hacías idioteces. En un momento quedaste callada y por fin pude descansar —responde dándole un empujón. Noa no responde a eso debido a que se encuentra perdida en sus pensamientos. Tal parece que León no tuvo nada que ver con lo sucedido en el ritual y todavía no puede entender qué pasó luego. Se desmayó o algo así, cosa muy inusual en ella. Pero, si el ritual funcionó, dónde está la criatura demoníaca que invocó.

—Seguramente tendré que esperar la noche. —Suelta un suspiro al sentirse un poco cansada. Deja de pensar en eso por un momento y comienza a prepararse para ir a la escuela. Mientras está cepillándose los dientes, nota una marca inusual en su muñeca izquierda—. ¿Y esto? —Deja el cepillo de lado para enfocar toda su atención a la marca. Parece un tatuaje y rodea toda su muñeca, como si de un brazalete se tratara. Noa sube y baja los hombros, mientras coloca la marca bajo el grifo. Trata de quitarla con agua y jabón, pero continúa allí, muy visible y nítida.

—¡Noa, se hace tarde!

—¡Ya voy! —Su muñeca toma una coloración roja debido a los intentos de limpiar su piel. Entonces simplemente enjuaga su rostro y sigue a León fuera de la casa.

—¿Mangas largas? El clima no es tan frío —comenta al ver la camiseta celeste pastel que su hermana viste.

—Si muestro demasiado te molestas, si me cubro también —responde frunciendo el ceño—. Vamos a la escuela de una vez.

Una vez en clase, Noa se enfrenta nuevamente a su enemigo mortal. Los problemas matemáticos cada día son más difíciles y ahora debe operar con fracciones.

—Tengo un pastel el cual debo dividir entre cinco personas y todos deben dejar una porción para un invitado más que aún no ha llegado. ¿Por cuánto se debe dividir el entero? —No entiende el problema. Su cerebro le dice que la respuesta es seis. Pero no existe esa opción dentro de los posibles resultados que el mismo problema ofrece—. Ay, me duele la cabeza.

—Raga, ¿te encuentras bien? —Sus palabras llaman la atención de su maestro y la de sus compañeros.

—Si, solo que anoche no dormí muy bien.

—Ve a los sanitarios y lava tu rostro, si continúas con el dolor ve a la enfermería.

Ella asiente en silencio para luego salir del salón. Gracias a dios ahora puede descansar del tormento que le causa esos condenados números. Aunque, la puerta de los sanitarios se encuentra entreabierta y consigue ver que las luces están apagadas. Esto hace que detenga sus pasos a una corta distancia de la entrada mientras los recuerdos la atacan. Esos ojos dorados están especialmente grabados en su memoria.

—¿Hola?

—Ya casi termino señorita. —El conserje ilumina su rostro con una linterna. El hombre se encuentra cambiando los focos quemados por unos nuevos—. Y listo. —Una vez realizado su trabajo, deja los sanitarios y Noa parpadea un par de veces.

Monstruos De Mi SerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora