Noa toma la mano de Adán y comienza a correr. Él no entiende lo que sucede, aún así corre a la par para alejarse del peligro. Ambos seres quedan atrás en su extraña batalla y ellos regresan a casa. Noa entra al cuarto del muchacho, se encierran allí y esperan ocultos dentro del armario.
—¿Qué s-sucede? Debo ayudar a Kápios.
—Kaneís es peligroso, lastimó a esa chica y no es la primera vez que hace algo así. Es mejor que ambos se destruyan entre sí —susurra. Intenta controlar los temblores de sus manos, pero todo su cuerpo parece de gelatina, entonces Adán toma sus manos entre las suyas.
—T-Te daría un abrazo si...sino estuviera s-sucio —responde en voz baja—. ¿Kaneís te hizo daño?
—No a mí. Pero en las noches siempre tengo pesadillas extrañas, antes y después del ataque. Solo puedo recordar partes de ellas al despertar, en la última Kaneís estaba allí y me gritaba.
Adán la escucha con atención mientras le acaricia el dorso de las manos con sus pulgares.
—Debemos hablar con él, preguntarle qué significan esas pesadillas —opina dándole una sonrisa para tranquilizarla—. Kápios no parece malo, solo es un poco hablador, tal vez él sepa algo.
Ella asiente en silencio, sus párpados pesan a causa el cansancio y los cierra por un momento. En ese instante Noa siente un par de brazos rodearla en un cálido y reconfortante abrazo, su cabeza se acomoda en el hombro del contrario, entregándose al sueño.
—La pobrecita estaba agotada. Mira, parece un gatito.
—Kápios, ¿q-qué pasó? ¿Estás bien? —Adán se acerca un poco para inspeccionarlo, la herida que estaba en su hombro desapareció.
—Shhh, solo hablamos como seres civilizados —responde en voz baja para no molestar a la chica acurrucada en sus brazos—. Al menos yo. El otro quedó muerto, creo, luego de escupir lo que me arrancó. Fue muy raro, ja, se parecía mucho a mí pero estaba loco. Intentó comerme.
—Es Kaneís, Noa pidió su ayuda hace unos días, todo estaba bien pero ahora él es inestable. Ella me dijo algo sobre unas pesadillas que la asustaban. ¿Sabes algo de eso? —le pregunta el pelirrojo en voz baja.
—No sé de lo que hablas. Sin embargo... Comienzo a sentir algo-
—Eh. —Adán queda paralizado al ver que Kápios cae dormido, manteniendo a Noa cómoda sobre su pecho—. ¿Y a-ahora qué?
Ajeno a lo que los otros dos están pasando, Adán espera a que despierten. Mientras Kápios termina golpeándose la cabeza, se levanta adolorido y se pregunta dónde está. Hace unos segundos se encontraba con el pelirrojo. Pero ahora acaba de romper azulejos sucios y viejos.
—Ay, ay, ay. ¿Qué es este lugar? —se pregunta cuando logra incorporarse. Hay oscuridad por doquier y solo se distinguen los azulejos, blancos y desgastados, bajo sus pies. Da un par de pasos, alejándose de la zona de impacto para encontrarse con algo oscuro que rompe y levanta los azulejos. Estas son raíces retorcidas de árboles negros, marchitos, sus ramas se asemejan a garras que se alzan al firmamento oscuro, carente de alguna estrella. Pero, entre toda esa negrura, algunas ramas se extienden hacia un extraño fulgor parecido al de la llama de una vela. Kápios camina hacia la luz y encuentra a Noa, dentro de un bosque muerto. Aunque no parece uno real porque los azulejos cubren todo el piso, parecen no tener fin, además él da un pequeño salto hacia atrás cuando siente haber pisado algo. Mira bajo su zapatilla y encuentra fragmentos rotos de espejos.
Los árboles de su alrededor tienen espejos incrustados en los troncos. La mayoría están destrozados y solo el que está frente a Noa se encuentra intacto. Ella se mantiene abrazando sus piernas, llora en silencio mientras se niega a ver el espejo.
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Monstruos De Mi Ser
TerrorNoa quería desesperadamente ayuda, así que alguien se la ofreció a través de sus sueños. Un ser que tú tal vez hayas visto en tus pesadillas.