Capítulo 8

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Kaneís continúa hablando ya que ni Noa o Adán dicen algo, ambos adolescentes se encuentran profundamente apenados a causa de él. Y lo peor es que ni siquiera lo nota o no le toma importancia.

—Podría colocar esto aquí —murmura mientras acomoda las pertenencias del pelirrojo. Arregla las prendas que están mal colocadas dentro del armario, luego pasa a quitar todo lo que se encuentra debajo de la cama—. ¿Cómic? No. Adán, tus mangas hentai pueden estropearse bajo la cama por la humedad. Noa tiene algo parecido pero todo es digital, tú lo llamarías yaoi.

—E-Eso es de un amigo -se apresura a decir—. Las dejó... por un tiempo.

—Si, yo... Kaneís exagera. —Ambos sueltan una risa incómoda y evitan mirarse, buscando cualquier otra cosa que mirar en la habitación—. Bueno, ya tienes tus libros, je. Nos vemos en la escuela supongo —Noa se despide mientras empuja a Kaneís, aunque él termina sacándose con gran agilidad, a pesar de su tamaño, y abraza a Adán. Sorprendiéndolo, así como a la muchacha.

—Nos vemos pronto —le dice mirando sus ojos luego de soltarlo. Adán acabó con el cabello revuelto y con una extraña mezcla de sentimientos y emociones. Por un lado un ser sobrenatural acaba de tocarlo, lo sintió cálido, como si lo hiciera cualquier otra persona. Lo que le resultó extraño, aunque ningún espectro lo había tocado con anterioridad. Por otro lado, ¡un ser sobrenatural acaba de tocarlo!, había soñado poder contactar con un fantasma, monstruo o demonio. Pero solo parecían sueños imposibles, hasta ahora.

—Nos vemos...

Una vez que Noa ha llegado a casa, cierra la puerta de su habitación en el rostro de Kaneís. Aunque este aparece sentado en su cama cuando voltea.

—¿Cómo pudiste decir eso de mí?

—Adán estaba muy avergonzado, quería emparejar las cosas.

—Y ese abrazo... Fue bastante homosexual —comenta para molestarlo. Pero no negará que le agradó ver esa pequeña muestra de afecto.

—No tengo sexo así que no puedes darme una orientación sexual, además no sé porqué lo hice, sólo...

—¿Qué quieres decir?

—No sé —responde subiendo y bajando los hombros. Él se pone de pie ante la mirada de Noa y camina hacia el escritorio. La espera frente a la computadora con una pequeña sonrisa y ella acepta seguir con la historia.

El fin de semana transcurrió con normalidad, a pesar de la situación particular con la que Noa vive. Su madre notó que prefiere comer en su habitación y no en la mesa con el resto de la familia. Además la cantidad de comida que pide es demasiado para ella, sin embargo no deja nada.

—Noa, come con nosotros. —La detuvo antes de que salga del comedor. Su hija quedó paralizada a unos pasos de la puerta y con la comida en sus manos.

—Yo... Necesito privacidad.

—Pero-

—¡Nadie me entiende! —chilla para luego salir corriendo hacia su habitación. Kaneís le hace el favor de abrir y cerrar la puerta—. Traje comida —dice sonriendo. Ella le entrega su porción y él le agradece. Ambos comienzan a comer, el lugar está en profundo silencio hasta que Kaneís aclara su garganta.

—Mañana es lunes, yo, ¿puedo acompañarte?

—Si... Supongo.

A la mañana del siguiente día, León entra a la habitación de su hermana menor para despertarla. Aunque no la encuentra en su cama, sino que ya está desayunando en el comedor con sus padres. Esto le resulta bastante raro, además no es la primera vez que ella se comporta extraño, la oye hablar sola en su habitación y también con el vecino antisocial.

Monstruos De Mi SerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora