Adán primero le pidió que describiera a la criatura lo más preciso posible. Es mejor cuánto más detalle recuerde.
—Es alto, casi toca el techo con su cabeza. Es muy pálido y viste unos pantalones y camisa negra. Su cabello es un desastre pero se ve muy suave. Sus ojos son dorados y brillantes, cuando lo tocas se siente cálido. Además su voz es grave pero no aterradora.
—¿Cómo p-pudiste tocarlo? —cuestiona el pelirrojo mientras anota su testimonio en su libreta de campo. Él se había estado preparando para esto desde que conoció el mundo de los fantasmas y demonios.
—Sólo lo toqué y estuvimos muy cerca.
—¿Qué tanto?
—Eso no importa. ¿Qué sabes de él?
Adán revisa la mochila que trajo consigo, allí tiene cientos de libros y notas relacionados con creepypastas que pueden ser reales y una biblia demoníaca.
—Tengo una... buena y m-mala noticia —murmura, haciendo que Noa se pregunte si dejará de tartamudear o de hacer esas pausas de silencio incómodas—. La mala es que... N-No hay nada de algo como eso en mis fuentes de i-información.
—¿Cuál es la buena?
—Que tú... Pudiste tocarlo, e-eso es imposible.
—Eso no es nada, Kaneís habla como una persona normal. No es como los fantasmas de los que me hablaste. Él es diferente —le explica luego de rodar los ojos. Está pensando que llamar a Adán fue una mala idea porque parece tan perdido y confundido como ella. En ese momento ve al pelirrojo cerrar los ojos y respira hondo, se cruza de piernas, adoptando la posición de loto y expulsa el aire suavemente.
—¿Qué hace? —se pregunta ella.
—No tengo idea —susurra Kaneís, estando a su lado. Noa casi salta de su lugar, pero las palabras de Adán la paralizan.
—Siento algo, la energía del ambiente cambió.
—¿Eh?
—Se siente más pesado, hay algo o alguien entre nosotros.
—Me ausento por un par de horas y aparece un demente en tu habitación —dice indignado. Pero lo que más le molesta es que Noa lo ignore para mantener su vista en el extraño pelirrojo.
—Escucho algo.
—¿Si? ¿Qué dice? —Ella le da una rápida mirada a Kaneís y luego regresa a Adán.
—Son susurros muy bajos, se oye molesto.
—Lo estoy, ¿quién eres y por qué actúas tan raro? Estás asustando a Noa. —Él se arrodilla frente al muchacho y sacude su mano ante sus ojos.
—Lo oigo fuerte y claro, Noa. Pero no puedo verlo.
—Tal vez sea por el cabello en tu rostro —refunfuña para luego apartar las mechas, dejando los ojos del muchacho al descubierto. De repente Adán grita y se aleja lo más rápido que puede, termina chocando su espalda por la pared mientras el ser delgado se pone de pie. Haciendo que se sienta pequeño e insignificante.
—¡Casi lo matas del susto! —le regaña Noa dándole unos golpecitos en su brazo—. Adán, tranquilo. —Ahora se dirige al pelirrojo, quien se encuentra casi hiperventilando. Él continúa mirando al espectro y luego a Noa, notando las marcas que aparecieron repentinamente en su cuerpo.
—Pero me llamaste —responde Kaneís en su defensa, se cruza de brazos y espera a que los ánimos se calmen.
Adán sale del shock y toma los brazos de Noa, sorprendiéndola por el brusco movimiento.
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Monstruos De Mi Ser
HorrorNoa quería desesperadamente ayuda, así que alguien se la ofreció a través de sus sueños. Un ser que tú tal vez hayas visto en tus pesadillas.