Togami-sensei

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Como cada tarde después de clases, el rubio profesor revisaba los exámenes de sus alumnos siempre enseñando con la pasión y la inteligencia que tanto le caracterizaba, adoraba su trabajo a pesar de no expresar nada en su rostro frio e imperturbabl...

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Como cada tarde después de clases, el rubio profesor revisaba los exámenes de sus alumnos siempre enseñando con la pasión y la inteligencia que tanto le caracterizaba, adoraba su trabajo a pesar de no expresar nada en su rostro frio e imperturbable, sus superiores daban crédito a su increíble forma de enseñanza otorgando ese conocimiento a las jóvenes mentes que serían los futuros líderes del mundo

Entre ellos se encontraba Naegi Makoto un joven "promedio y muy común" o al menos eso siempre decía ser, de entre todos sus estudiantes él era quien más destacaba y no por sus excelentes calificaciones o su buen comportamiento, era por esa sonrisa pícara que adornaba su angelical rostro y te invitaba a pecar si tenías suerte bien podías dirigirle la palabra, pero Byakuya tenía el boleto dorado así aquel paraíso.

Fueron varias las veces que el jovencito se le insinuaba con palabras y sutiles roses sensuales, pero conforme avanzaba el tiempo el joven de cabellos castaños no obtenía alguna reacción del atractivo profesor, el joven ya desesperado estaba dispuesto a realizar su última jugada donde lo daría, ese día al finalizar la clase le pidió una tutoría especial al rubio que, aunque dudoso acepto ayudar a su alumno con lo no entendía o se le dificultaba.

Ya con todos los alumnos fuera y ellos solos, el castaño procedió a ponerle seguro a la puerta y cerrar las cortinas dejando en penumbras el salón de clases ante la extrañada mirada de su acompañante.

Oh Togami-sensei, si tan solo supiera que no solo los maestros pueden enseñar a los alumnos - sonrió aquel castaño con una sonrisa sugerente que carecía de inocencia mientras sus pasos avanzaban hacía su despistado profesor.

A que te refie - fue callado por un dedo sobre sus labios.

Silencio sensei, soy yo el que le enseñara por hoy - aquel chico castaño no tenía intenciones puras y eso lo sabía Togami, sin embargo, había algo en su joven estudiante que lo incitaba a dejarse llevar por aquel demonio disfrazado de ángel que lo seducía y le provocaba un intenso escalofrió cada que lo llamaba sensei.

Él no era un hombre pervertido, claro que no, era un simple profesor que adoraba enseñar y compartir todos sus conocimientos, si todo salía bien quizá el siguiente año se permitiría tener una relación con su futuro ex alumno y la barrera de estudiante/profesor que los separaba se rompería por completo.

Por el momento dejaría que fuera su alumno quien le enseñara en su tutoría especial, sin más ceremonias beso esos suaves labios de manera lenta y apasionada dejándose llevar por la dulce sensación, los ojos verdes brillaron en travesura y una pisca de lujuria por tener lo que tanto había anhelado a su alcance.


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