La mujer en la foto

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Después del título, Santiago reprodujo la definición incluida en el Pequeño Larousse Ilustrado, edición 1992. Tiempo: Duración de los fenómenos. Duración limitada: emplear bien el tiempo. || Época, siglo: en tiempo de los romanos. || Ocasión de hacer algo: ya no es tiempo; se acerca el tiempo. (Sinón. V. Momento.) || Lugar, espacio libre para hacer algo: no tengo tiempo para ir a verte. || Largo espacio de tiempo: hace tiempo que no le escribo. || Estado de la atmósfera: tiempo de lluvias. || División de ciertos actos: los tiempos de una maniobra, los tiempos del compás. || Gram. Modificaciones del verbo que sirven para expresar lo presente, lo pasado y lo futuro. || Mar. Temporal o tempestad. || Mús. Cada una de las partes en que se divide un compás. || Astr. Tiempo verdadero, el medido por el movimiento real de la Tierra: tiempo medio, el medido por la velocidad media de la Tierra. || Tiempos heroicos, aquellos en que se supone vivieron los héroes del paganismo. || A tiempo, en oportunidad. || A un tiempo, mejor que al mismo tiempo, juntamente. || Andado el tiempo, más adelante. || A su tiempo, en el momento oportuno. || Con el tiempo, anticipadamente, o en ocasión oportuna: le socorrieron a tiempo. || De tiempo en tiempo, a intervalos. || Fuera de tiempo, intempestivamente. || Fig. Darse bien el tiempo, divertirse. || Engañar o matar el tiempo, entretenerse de cualquier manera mientras se espera algo. || Ganar tiempo, temporizar. || Perder el tiempo, no hacer nada. || Pasar el tiempo, distraerse, entretenerse. || En tiempo del rey que rabió, en tiempo de Maricastaña. (Arg. Y Per.: en tiempo de ñaupas), época muy lejana. || —Prov. A mal tiempo buena cara, hay que saber sobrellevar los reveses de la fortuna. 

En la siguiente página, página impar, Santiago insertó una polaroid en la que se aprecia la figura de una mujer. Ella camina por lo que parece un estacionamiento vacío. La imagen carece de foco y de luminosidad. Es tan sólo una mujer esbelta caminando sola por un estacionamiento vacío. No, es sólo la imagen borrosa de una mujer esbelta caminando sola por lo que parece un estacionamiento vacío. 

«Por ejemplo, la mujer retratada en la polaroid mostrada en la página anterior representa varios instantes de tiempo, y al tiempo, ninguno. 

»Significa, en primera instancia, lo que la imagen en sí muestra, presenta, pero significa también el tiempo en que me invadía la felicidad. El momento en que esa mujer y yo estábamos juntos, el tiempo en que nos amábamos, pero eso no está en la imagen, no explícitamente, y es ahí donde las imágenes tienen su sentido verdadero, en todo lo que no muestran. 

»De igual forma, y por oposición ahora evidente, esa imagen representa el presente, este tiempo que vivo ahora sin ella, el tiempo de mi infelicidad. 

»También incluye el tiempo, engañoso, en que en esa época del año llovía, hacía frío. Las botas y el suéter que ella vestía no aminoraban su incomodidad ante el clima. Yo sostenía mi cámara, por lo que no ocupé mis brazos para atajarla del viento frío, helado. Es decir, esta imagen también representa el tiempo en que me ocupaba, como ahora, de cosas sin importancia. El tiempo en que, como ahora, me encontraba lejos y fuera de todo lo que se supone es una vida, una vida real. Hacer arte, o intentar hacerlo, es estar fuera de la vida real, y eso supone costos, pérdidas, malestares permanentes. 

»Así, la foto también evoca el tiempo en que tomaba fotos y el subtiempo en el que sólo me dedicaba a fotografiarla a ella y su cuerpo, y su rostro, y su felicidad, y por tanto, su infelicidad, ese tiempo en que ella me permitía fotografiarla en lugar de exigirme que la abrazara, que estuviera dentro de la foto, no afuera. Es decir, ese tiempo en que los dos creíamos que serían imágenes como ésta las que nos ayudarían a evocar nuestros tiempos de juventud, cuando ya viejos, pero juntos, las contempláramos con nostálgica alegría, por lo que la imagen también contiene tiempos falsos, tiempos de especulación, tiempos hechos de ficción, tiempos que le son propios. 

»La mujer en la foto representa entonces, y como ha querido demostrarse, muchos tiempos, y es por eso, por esta cualidad de la imagen, que la fotografía hiere la memoria, atormenta la razón con el emplazamiento de muchos tiempos que se aglutinan en un solo instante, un instante perverso, morboso, cruel: pone a los recuerdos, que son cosas hechas y dichas, pero también todo lo no hecho y lo nunca dicho, a competir por la permanencia, a luchar por la eternidad. 

»El tiempo en la imagen, extraña evocación sin autor, es violencia. 

»La mujer en la foto es el tiempo y la evidencia de su poder destructivo. Y la nostalgia es la derrota, un pedazo de tiempo falso, herida permanente, pero también es alivio, el alivio de corroborar lo vivido. Y al hacer de los recuerdos objetos, fotografías, palabras, el autor, el culpable, se deshace de ellos: huyo de mí mismo, de lo que ha sido mi vida, busco en vano dejar de lado mis culpas, mis errores, mis pecados, todas esas veces que quise afirmar la vida negándola, negándomela. 

»Fotografiar es violencia, es jalar un gancho que jamás deja de rasgar, es tender una cuerda que nunca deja de ahorcar. Lo triste es que fotografiar no tiene nada que ver con tomar una cámara, pues es parte de nuestra condición, de esta condición que atormenta, de esta construcción que es el mito del hombre, el hombre y su tiempo y sus tiempos, el hombre y su historia y sus historias, reales o inventadas, historia y tiempo de los que reniega, pero de los que no puede, por ningún medio, escapar». 

Con los diez ensayos que conforman Polaroid, instantáneas sobre el tiempo, Santiago ganó un concurso literario, pero no pudo volver a tomar su cámara hasta el momento en que transcribió estos fragmentos en su cuaderno de apuntes, el libro rojo. Sin embargo, nunca más fotografió personas y se dedicó a los objetos, en especial los espejos y las cosas que cumplen con una función similar, aunque sea involuntariamente y que, como se sabe, son técnicamente difíciles de fotografiar, sobre todo porque es difícil ocultar todo lo que no es deseable que se vea en el reflejo, en especial el fotógrafo que, generalmente, emplaza su cámara enfrente del objeto que puede delatarlo, enfrente del sujeto, él mismo, que evidencia su trampa, su falsa presencia.

El libro de SantiagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora