Capítulo 1

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[Editado en Agosto 15 del 2022]

No Más Niñas Buenas

Una tranquila mañana de octubre, cuando el sol brillaba con fulgor en el cielo despejado de Japón, las calles desoladas de la ciudad eran patrulladas con cuidado y calma por los heroes de turno, pero, si les preguntabas, ellos corrobarian sonrientes que ese dia en especifico era, sin duda alguna, tranquilo. Era un dia inaudito de pura paz con un ambiente encantador y agradable.

Risas y suspiros resonaban cerca de las escuelas, y por todo el municipio habia amor rondando por el aire. Tranquilidad, risas encantadoras y ojos llenos de brillo.

Todo era simplemente perfecto. Bueno, de manera superficial era perfecto ya que, si te adentrabas un poco mas por las estrechas y desoladas calles, un poco mas cerca a los bares de dudosa legalidad, dentro de un lugubre callejón repleto de bolsas de basura y olor a moho y otros fluidos de los cuales planeo ser poco especifica, se encontraba la razon primaria de esta historia.

Los chillidos desesperados de dolor e impotencia de una mujer resonaban por los muros de la jungla de concreto, pero, a pesar de que gritara llena de desesperacion, nadie parecia escuchar sus suplicas desgarradoras, las cuales imploraban por una persona. Cualquiera. Quien sea. Sólo alguien que lograra salvarla. No le importaba a cual dios tuviera que rezarle, la mujer se tomo muy al pie de la letra el rezar por su salvacion, ya que mentalmente le imploraba a cualquier dios que escuchara sus peticiones que la ayudara mientras que fisicamente seguia gritando.

—¡AYUDA!¡AYUDENME!¡POR FAVOR!— Berreaba la pobre victima. Sus ojos marrones inyectados en sangre miraban hacia el final del callejon, esa que era iluminada por el sol, esa que representaba su unica señal de esperanza, y esa que era la unica salida que tenia de no ser asesinada por alguien en ese sucio callejon.

Desgarrando sus uñas al intentar arrastrarse pateticamente por el suelo como si fuera nada mas que un gusano, la mujer usaba lo que le quedaba de fuerza para alejarse mientras lloriqueaba y gemia de dolor, implorando por un milagro, o por lo menos que su agresor la dejara en paz, aunque sea lo suficiente para salir del callejon.

Desgraciadamente los milagros no existen y la compasion en el corazon de su atacante tampoco.

La inquietante figura cubierta por tela negra dirigio su penetrante mirada hacia el cuerpo indefenso de su presa, el cual estaba extendido en el suelo, moviendose torpemente hacia su salvacion. Sin embargo, el depredador ápice unicamente sonrio con sadismo y suficiencia con el simple pensamiento de que, nuevamente, habia una vida en sus manos.

Era SU decision si esa mujer vivia o moria, sin importar los inutiles deseos de supervivencia de la pobre mujer de ojos marrones. No importa cuanto la mujer de orbes marrones pataleara, rasguñara o golpeara, esta historia no se trataba de ella sobreviviendo a un lunatico. Esto se trata de un asesino a sangre fria que se habia decidido por hacerla su presa sin siquiera titubear.

Finalmente, el asesino se aburrio. Los gritos ensordecedores de la mujer le habian cansado rapidamente debido a su similitud con las sirenas de ambulancia. Aun asi, aunque sus gritos fueran aburridos y fastidiosos tambien eran divertidos. Sus gritos hacian que el depredador se sintiera poderoso y tranquilo, sin embargo, cuando estos berridos se convirtieron en nada mas que lloriqueos pateticos, la desafortunada chica cayo de su gracia subitamente, pues se habia vuelto una presa sosa y banal.

—Esto se esta alargando— Solto la figura cubierta, sacando un pequeño trozo de metal de entre su ropaje desgarrado, y, lo que parecia un objeto pequeño e inofensivo se volvio una brillante guadaña que brillaba en tonalidades plateadas y negras. Pobre chica, nunca se hubiese esperado terminar asi. Creo que nadie lo hace.

¿Qué? -- Dabi × tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora