Capítulo 22

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Te sentaste de golpe en la cama, apretaste la mandíbula y de manera lenta tu espalda se curvó. Te abrazaste a ti misma en busca de ayuda y aunque sea un poco de seguridad, que para tu desgracia, tus brazos no eran la mayor fuente de confianza que tenias, por lo que no te ayudaba mucho que digamos.

Los sollozos comenzaron a salir de tus labios, y de manera personal esperabas que no molestase a las amables personas que te habían permitido quedarte en su hogar.

Katsuki, milagrosamente estaba despierto, se había levantado por un vaso de agua por lo que te escucho sollozando lo más silenciosa que podías.

Colocaste una mano en tu boca mordiendo el dedo indice, realmente no querías que nadie te ayudara ni fuese en tu rescate, cosa que de cualquier manera paso.

Al pequeño de nueve años se acercó a la perilla, la tomo y lentamente abrió solamente para mirarte en un estado de total debilidad.

Tu cabello caía alrededor de tu cara, y las lagrimas comenzaban a manchar la sabana blanca que tenias encima.

—Oe...Estás bien?—Preguntó él frunciendo el ceño, aunque hace unas horas te haya llamado inútil él realmente estaba preocupado por tu deplorable estado.

Te paralizaste, hiciste lo unico que querias evitar, y peor aun, con el niño de la casa, esto te hizo sentir inclusive peor, por lo que las lágrimas comenzaron a fluir más rápido por tus pómulos.

El chico se acerco a ti, y subió a la gran cama sin mucho esfuerzo.

Tomo tu mano derecha y la aparto de tu cara para proseguir a hacer lo mismo con la otra, tus ojos instintivamente miraron a los suyos, no era tu color favorito el rubí, pero era lo mejor que tenias para calmarte en el momento.

El chico sentado frente a ti sonrió despreocupado, intentaba ayudarte con eso, cosa que por un rato funciono.

—Oe... Quieres que me quede aquí? Yo te puedo proteger—Dijo el, en esos momentos recordaste, eso era como se sentia tener un amigo, inclusive un hermano, así de cálido se sentia el que alguien se preocupase por ti.

Asentiste, te gustaba la idea de no dormir sola en la gran habitación, pero no querías que durmiese tan cerca de ti, su tacto no te agradaba, el de nadie, pero su presencia te relajaba.

[...]

—Linda ya es de dia, tomate un baño y luego sal a desayunar!—Hablo Mitsuki desde el otro lado de la puerta, tu sonreiste y abriste los ojos de golpe.

—Me está diciendo que puedo volver a tomar una ducha?—Preguntaste a lo que su risa llena de ternura llego a tus oídos.

—Si que puedes, hoy hazlo por ti misma tengo algunas cosas que hacer...—Dijo ella, tu asentiste y te levantaste yendote corriendo al baño, al final Katsuki no se había quedado en tu habitación pero te hizo sentirte que el estaria ahi cuando lo necesites por lo que dormiste lo suficientemente bien, si ignoramos las pesadillas claro.

Mitsuki solamente escucho tus pies corriendo por la habitacion, volvio a sonreir de manera inconsciente.

Entraste a el baño finalmente preparando una ducha, por lo que le preguntaste a Mituski por una toalla, ya que tu no usabas dos a la hora del baño nunca, tu no eras personaje de anime después de todo, tal vez algunos lo hagan pero a ti se te hacía bastante incómodo.

Ya dentro de la ducha comenzaste con el proceso, fue doloroso, bastante, ya que no importaba cuanto tallaras siempre sentías que tenías más manchas, y seguias igual a como empezaste, inclusive a media ducha pensaste que no tenía sentido si es que la suciedad no se iba, ya que te habías tallado tu piel de una manera muy brusca terminaste con las demás partes del cuerpo, al salir solo te diste cuenta que tu piel estaba rojiza y que tenias algunos rasguños y raspones que seguramente tú los hayas causado.

Tus pies los limpiaste con alcohol para quitarle la suciedad a las heridas, cosa que resultó bastante dolorosa pero efectiva.

Al salir notaste que había un cambio de ropa especialmente para ti y con esa linda sonrisa de niña tomaste cada prenda y te la pusiste, los shorts te llegaban a las rodillas y el hodie era bastante grande, por lo que tapaba un poco más abajo de tus glúteos, y finalmente las hermosas zapatillas negras para hombre que te dieron, no sabías cómo pero les agradecías que hubiesen escogido algo que te gustara, aunque realmente a este punto todo lo que te cubriera te gustaba.

Fin del Flashback

Recordabas sus miradas de angustia cuando vieron tu piel, recordabas como todos en la mesa se sentían tan incómodos contigo ahí, cosa que inmediatamente había borrado tu linda sonrísa, esa tenue que era real.

Volviste a la realidad, y levantaste la mirada. Los ojos azules de el chico se veían preocupados.

Prontamente escuchaste los sollozos que venían de tu parte de manera inconsciente, y una de tus manos se dirigió a tu cara para sentir como habías comenzado a llorar, dándote cuenta que volviste a sentirte miserable por algo que habías jurado ni siquiera mencionar.

Te abrazaste a ti misma, mientras tu espalda perdía esa forma recta dejándose llevar por la gravedad.

—Yo...Creo que con eso terminan tus explicaciones no?—Preguntaste, el chico no dijo ninguna palabra y se acerco a ti de manera lenta para envolverte en sus brazos, sientes la tensión en el, sentías como estaba mal dejarte ver asi por alguien que no seas tu, y sentías como te apegaba lo mas que podía a el.

Te sentiste... comoda, por primera vez en un largo tiempo te sentiste cómoda con el tacto de alguien mas a tu piel, siempre habías estado asqueada por el contacto de la gente, pero esta vez no...

Tus brazos se aferraron a él de una manera necesitada y continuaste llorando en su pecho.

Escuchaste el palpitar de su corazón, estaba acelerado, pero el de quien no? Despues de una historia como esa quien no se sentiria acelerado o sin aliento?

—No quería que dejaras de verme de la manera en que lo haces, yo misma incluso se que soy una zorra, pero... Esperaba que por lo menos una persona no me viese así...—Dijiste entre sollozos los cuales partían el corazón de el chico, ahora lo entendía, ahora tenía muy en claro el porqué estabas tan obsesionada con la limpieza, o porque Hashiru siempre estaba ahí apoyando a su dueña.

Sentiste como el chico suspiro de manera pesada.

—Vamos a salir un rato, si?—Dijo el, cosa que te hizo cuestionarte el que tenía en mente. 

¿Qué? -- Dabi × tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora