8.

348 33 4
                                    

La primera en despertar fue Connix, para su sorpresa en el hombro de Hux.
Que suerte la de despertar antes que él. Suerte porque se veía angelical, el único momento cuando Hux se veía sumiso, tierno, el único momento cuando se relajaba, cuando su silencio era más hermoso que todas las palabras provenientes de su ira.
Kaydel pensó repasando la imagen del rostro perfecto de Hux, ¿solo era una atracción o esto acaso llegaba a un nivel nunca antes conocido para ella? Amor.
Amor a este...hombre... ¡Hermosa condena! Atrapada entre las líneas del deseo voraz, encadenada al destino del enemigo, ese que se suponía debía causarle repulsión, rechazo, hasta incluso temor, no... No era el sentimiento de temor el cual sintió la primera vez en el ascensor. No, no lo odiaba, aunque intentaba recordarse todos los días a todas horas la destrucción de la República, miles de inocentes masacrados en nombre del maldecido orden, cosa que nunca existió porque nada es perfecto.
Si en el mundo hubiese habido orden ella no se hubiera "sentido" así hacía él. No lo hubiera tenido en cuenta, no le hubiera cruzado palabra. No. El orden no existía, el orden no permitiría que su corazón temblara por alguien como Armitage Hux, la locura, tal vez, Connix se sentía ebria de la sensación tibia del cercano cuerpo apoyado en el suyo, confundida en los labios del enemigo fulgurante, enamorada de una idea, de una fantasía, algo que nunca pasaría, hasta que los ojos claros del general se abrieron, ¿acaso eso era un adorable bostezo de Hux?

-Buen día- Connix sufrió al ver que Armitage se levantó del suelo sin siquiera advertir que estaban a centímetros

-Buen día- murmuró la rubia enderezándose

-¿Que hora es?- preguntó el pelirrojo sentándose en la cama

-No lo sé...debe ser las...ocho, siete de la mañana-

-¿En serio?- bostezo de nuevo el hombre

-Si...- 

-¿Que haces aquí entonces?-

-Los códigos se renovaron hace algunos minutos-

-Entonces podrás salir-

-Siii...tal vez no- murmuró Connix destapando el codex de la barra principal

-Dijiste que a la mañana se renovarían los...-

-Se activará la alarma si descifro el código desde adentro de la celda-

-¿Entonces alguien desde afuera de la celda...?-

-Si, no puedo abrirla desde aquí- la rubia suspiró cerrando la tapa de nuevo 
-Imagínate el escándalo- rió sentándose en el suelo

-Bueno, podrías intentarlo, podrías explicarle la situación a tú general-

-No puedo, te metería en problemas y estoy segura que ya tienes demasiados-

-En primer lugar es imposible que yo descifre un código semejante y en segundo lugar no tengo miedo a las represalias-

-No es justo, los errores deben pagarse pero cuando te pertenecen-

-Eres buena persona- murmuró Hux sacándose los guantes

-Espero que sea pronto...y que Organa no me descubra- Kaydel mordió su pulgar mirando hacia las escaleras

-La general te tomó mucho cariño, parece como si fuera tu madre-

-Creo que todos necesitamos amigos, le guardo mucho cariño también-

-Lamento haberte dicho que... No podría enamorarme de alguien como tú... No fue mi intención... De hecho no habría nadie que no se enamorará de ti... Yo soy quien no debe enamorarse-

Kaydel no pudo evitar sonrojarse con una sonrisa oculta

-No, disculpame a mi, fui grosera, poco profesional, no se que estaba pensando- tímida, linda, sincera. Hermosa en toda su expresión

-Sientate a mi lado- pidió el pelirrojo palmeando la cama

-Tenemos tiempo para cambiarte el parche- susurró la chica levantándose del suelo

-No. Sientate, tendremos tiempo para eso después-

-Hay algo que he querido preguntarte desde que llegaste-

-Dime-

Harmitage estaba por primera vez en su vida esperando una pregunta con la respuesta en su consciencia a medio crear

"Si, me gustas" o mejor algo sutil como "Pienso que eres hermosa"

-¿Los Terror Tropers son reales?-

Que decepción... Sonrió en repuesta a la equívoca pregunta

-Lo son... Lo eran hace unos años. Con la destrucción del imperio el entrenamiento de los Terror Tropers se disolvió-

-¿En verdad eran terroríficos?-

-Vi uno en mi infancia, jamás volví a saber si la doctrina seguía en vigencia-

-¿Como era?- curiosidad, todo lo que demostraba esa expresión hermosa

-Muy alto o alta, no supe diferenciar, terriblemente delgado, con garras de acero, su voz estaba distorsionada, algo espantoso-

Así la mañana se la pasaron conversando de distintos temas, desde las guerras pasadas a los modelos de naves.
////

-¡¿Que?! ¿Ratio Kai el mejor piloto ilegal? ¡Ah vamos!- dijo de manera confiada Kaydel burlándose de la opinión de Hux

-Cuando volaba ni siquiera lo podías escuchar ¿que me dices de eso?-

-Todos podríamos volar en silencio si colocamos silenciadores en las turbinas- rodó los ojos la chica

-¿Y porqué ustedes no lo hacen?- preguntó el pelirrojo asentando su espalda contra la pared

-¿Ustedes porqué no lo hacen? Al parecer les gusta hacerce ver y escuchar- rió la rubia acostándose en la cama

-Si, creo que todos somos fanfarrones- mencionó el pelirrojo acostándose a su lado

Kaydel lo miró bajo su mirada penetrante, que magia había en sus brillantes orbes que hacían que el corazón de Hux palpitara fuera de lo común

-Me gusta estar contigo- susurró la chica
Oh, por todas las estrellas en el cielo. Era la afirmación más preciosa que alguna vez alguien le había dicho. Si antes había dudas ahora había seguridad.

-También me gusta estar contigo-

Hux se sentía como el niño que nunca pudo ser bajo la vigilancia de su padre. Se había enamorado antes pero en la Primera Orden no hay espacio para los sentimientos.
Ahora todo se mezclaba y el orden que alguna vez fue su ley ahora era remplazada por el deseo. El deseo de sentir a la teniente en un ámbito sentimental. El deseo de decirle "Te amo". El deseo de besar sus rebeldes rojos labios.

Sus manos se encontraron en la áspera tela de la cama con un nerviosismo único, arraigado, un temblor que demostraba cuál solitaria había sido su vida, que tan triste había sido vivir sin amor hasta ese día. El toque fue mucho más simbólico que físico, fue un beso karmatico en un sentimiento prohibido.

Connix no era una cobarde, era una leona, una cachorra decidida, se acercó al pelirrojo hasta casi tenerlo en su completo poder, la hipnosis de su belleza tentaba demasiado al general, la primera vez que Connix era sensual al mirar a alguien

Al diablo con la Primera Orden, esto se sentía mucho mejor. Hux sabía que el silencio pulcro podía significar una sola cosa...

Cuando la linda teniente bajaba a sus labios una aclaración de garganta los distrajo

-Por todo Kantú ¿que esta pasando aquí?- Poe Dameron con su traje de combate con la expresión de haber visto los monstruos del lago Kisel.

Esto si era malo... 

El Sentimiento Más Profundo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora