Capítulo 9. Exposición

56 1 0
                                    

Exposición

Treinta cruces. El cambiar de mes en el calendario me hace sentir estúpida. ¿Cuántas cruces más estoy dispuesta a hacer? Septiembre. Me mudé aquí a principios de verano y ya vamos camino del otoño. El trabajo en la biblioteca durante el mes de agosto ha sido muy tranquilo; demasiado. Doria se fue de vacaciones durante dos semanas, después de nuestro altercado en la Sala B. Ninguna volvió a mencionar el tema y fue como si nunca hubiera pasado. Los profesores cerraron las aulas y solo ha estado abierto el salón general, así que era prácticamente yo sola y algún que otro estudiante. El conserje se ha encargado de abrir y cerrar la biblioteca y hacer ronda de vigilancia y yo he cubierto las horas centrales del día. Me ha dado tiempo suficiente para pensar, pero no por eso he encontrado alguna respuesta. Más bien todo lo contrario, me han surgido muchas más preguntas. Sylvia se fue a visitar a su familia y Elah viajó a la costa con unos amigos. Así que también he estado sola en el piso. Por suerte, no tengo ningún problema con la soledad, pero no niego que me hubiese venido bien tener a alguien con quien distraerme. Por supuesto, John no ha vuelto a escribirme y yo a él tampoco. Creo que quedar con él fue un intento de venganza anticipada. Estaba furiosa con Déniss por haberse ido y no quería ser la única que se quedaba quieta esperando.

Él está en mi cabeza constantemente. Sueño con él, con sus besos, su sonrisa, su cuerpo, sus alas, su voz y su no olor. ¿Se puede recordar un olor que no existe? Me gustaba que no usara perfume, simplemente era su piel y era perfecto. Es perfecto. No se puede compartir tal cantidad de confidencias, saliva y sentimientos y pretender quitártelo de la cabeza de un plumazo. Sentimientos. Los ha habido y los hay, al menos por mi parte. Por mucho que intente racionalizar todo, por mucho que me empeñe en que solo fue un fin de semana, por mucho que me repita a mí misma que puede que no vuelva nunca, lo cierto es que no puedo dejar de pensar en él. Septiembre es un mes de adaptaciones, de vueltas a casa, al trabajo, al colegio, a la rutina, de volver a poner el despertador y empezar de nuevo. Es como si el verano fuese una pausa de la vida y septiembre el desfibrilador que nos trae de vuelta. Sylvia viene renovada de su tiempo en familia y llena de energía para empezar el nuevo curso escolar. Elah ha hecho cantidad de fotos preciosas de la costa y dice que por fin ha conseguido reservar la sala "New Art" de la ciudad para realizar su exposición. Está muy emocionada y nos ha dado las invitaciones hechas por ella misma para el día veinte, lo cual le ha dado a Sylvia el motivo perfecto para una tarde de compras.

—¡Compras, compras, compras! —Sylvia aplaude y da saltitos—. Elah, tienes que ir espectacular, ¡eres la artista!

—No grites tanto que la gente nos mira —dice Elah avergonzada.

—Me da igual, ve acostumbrándote. Cuando seas famosa, la gente te parará por la calle para pedirte un autógrafo y una foto, así que la vergüenza te la dejas en casa.

Las tres reímos como niñas. Vamos de tienda en tienda muy emocionadas probándonos todo tipo de conjuntos y zapatos.

—Chicas, creo que tengo el mío.

Salgo del probador con un vestido por encima de la rodilla color verde esmeralda. Es de corte recto, muy sencillo pero con toda la espalda al descubierto.

—Te queda como un guante, Liv —dice Sylvia asomando la cabeza por la cortina del probador.

—Sí Liv, estás buenorra —suelta Elah con una voz muy seductora.

—Pues yo creo que también tengo el mío.

Sylvia sale del probador con una falda color rojo y una blusa de volantes en color crudo que le resalta su pelo rojizo. La verdad que cualquier cosa que se ponga, le queda espectacular.

Vuela conmigo (Bilogía "Alas negras" nº1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora