Capítulo 15: Géminis

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Géminis

Vuelvo a tener una nota en el baño: "Nos vemos a las cuatro". ¿A qué hora se levanta? ¿Es que no duerme? Me doy cuenta que la única ropa que tengo es el vestido y los tacones del sábado. Si paso por mi piso, llegaré tarde al trabajo y si voy vestida así, dejo claro que acabo de llegar de fiesta. Tic tac, tic tac... las decisiones rápidas no son lo mío. Decido empezar el día haciéndome una maratón desde el hotel hasta mi casa. Cojo el metro y en veinte minutos estoy subiendo en el ascensor. Entro al piso como un huracán, me cambio lo más rápida que puedo y meto en una bolsa la ropa de deporte y una manzana para el camino. Sorprendentemente llego a tiempo. ¡Menuda forma de empezar el lunes! Lo primero que hago es pasarme por el despacho de Doria, que ya tiene listos los términos de mi contrato. Me vuelve a explicar todo y me leo con detenimiento cada detalle. Plasmo mi mejor firma y ya es oficial, tengo un empleo y el sueldo no está nada mal. Me paso la mañana en las nubes, reviviendo cada momento del fin de semana y sintiéndome afortunada por poder trabajar en un lugar así. El tiempo pasa en un abrir y cerrar de ojos y Déniss ya me espera en la puerta.

—Esta mañana he tenido que ir en una carrera contrarreloj a mi piso para cambiarme de ropa. Pensaba que iba a llegar tarde a trabajar, pero he llegado a tiempo. ¡Y he firmado el contrato! Por fin voy a tener un sueldo decente.

—Me alegro, a la próxima cerveza invitas tú.

—¡Eso está hecho!

—La próxima vez puedes dejar algo de ropa en mi habitación, sería mucho más cómodo para ti. El cepillo de dientes ya te lo he comprado yo, color morado —dice guiñándome un ojo.

—Eso suena a algo parecido como a vivir juntos...

—Más o menos. ¿No te gusta la idea?

—Claro que me gusta, solo que no me lo esperaba —le digo llena de entusiasmo.

—Bueno, voy a enseñarte los nuevos ejercicios ¿de acuerdo?

La cosa comienza a complicarse. Tengo que hacer volteretas, el pino, flexiones, dar patadas al aire, boxeo y equilibrio, entre otros. Déniss entrena conmigo, hace los movimientos sin esfuerzo alguno y yo intento imitarlos mientras lucho por respirar y no caerme. Cuando creo que ya hemos terminado, me pide que corra diez vueltas al parque. Entre la carrera de esta mañana, la falta de sueño y que los lunes pueden conmigo, me cuesta terminarlo más que nunca.

—¿Ves lo que pasa cuando las cosas no se hacen bien? Estás agotada y has subido mucho tu tiempo —su voz es dura y firme.

—Lo siento, mañana te prometo que estaré a tope. No me lo tengas en cuenta.

—Más te vale. Tienes suerte de ser quien eres, un recluta cualquiera hace esto y se queda fuera del grupo de inmediato. Así que ponte las pilas si piensas seguir.

—Entendido. No volverá a pasar.

En el camino de vuelta a casa no me atrevo a decir nada. No quiero enfadarlo más y por lo visto, él tampoco quiere hablar. Ahora Liv, vas a entrar a tu casa, te vas a pegar una ducha, vas a cenar algo nutritivo y vas a dormir como una niña hasta mañana. No se puede ir con la sensación de que el entrenamiento no me importa. Me importa y mucho y mañana se lo voy a demostrar.

Lo único que quiero en este martes, es que llegue rápido la hora de entrenar. Y ya sabemos que cuando más rápido queremos que pase el tiempo, mucho más lento pasa. Pero todo acaba pasando. Me esfuerzo al máximo en el entrenamiento de hoy e intento bajar el tiempo de ayer y el de la semana pasada. Las agujetas han vuelto y con cada nuevo movimiento que hago, siento como si me clavaran mil cristales.

Vuela conmigo (Bilogía "Alas negras" nº1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora