Dos.

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«Capítulo dos.»

Gabriela.

Otro día más en la escuela, otro día más escuchando a los simios de los hombres diciéndome lo buena que estaba cuando pasaba por el pasillo.

Y otro día más en donde le encajaba una trompada a quién se pasaba de vivo conmigo.

Entré a mi aula sin importarme mucho lo que había hecho recién, total siempre pasaba y cuando pasaba nunca se quejaban porque así era la mierda en donde vivimos, te gritan algo y después se cagan todos cuando los encaras.

Asco de país; asco de hombres.

— Epa...—Expresó Ignacio cuando entre.—¿Y esa cara?—Preguntó divertido.

Los miré mal cuando se empezaron a reír los tres de mi.

— Le encaje una trompada a un pibe que me toco el orto.—Conte cruzado los brazos y poniéndome la capucha de mi campera, tenía terrible frio por culpa del uniforme del orto que nos hacian usar.

— ¿En serio?—Pregunto Flor, asenti con la cabeza.—¿Estas bien? ¿No te hizo nada más?—La rubia que estaba sentada al lado de Ignacio prácticamente se tiró arriba del banco para verme y abrazarme.

Sonreí y le revolvi el pelo.

— ¿Quién fue el gil?—Preguntó Mauro e Ignacio asintió con el mismo enojo que él.

— No se como se llama, pero van a verle la nariz hinchada creo que se la rompí.—Hablé sonriendo levemente, Mauro me abrazó y dejó un beso en mi mejilla.

A veces, cuando quería era amoroso.

— Igual lo voy a cagar a trompadas a la salida ¿Bueno?—Preguntó y yo asenti.

— Lo bueno de esto es que hoy hay joda.—Soltó Ignacio y se ganó un sopapo atras de la nuca de parte de Flor, quien lo miró muy mal.—¿Qué?

— No estamos hablando de eso.—Lo reto girando los ojos y apoyandose otra vez en el banco.

— Dame un beso.—Pidió Ignacio estirando su boca, él siempre había tenido un enamoramiento por Flor y se lo hacía saber en cada ocacion que podía.

Nosotros con Mauro nos reímos cuando Flor le puso plasticola en los labios, se lo merecía por pesado.

— ¡La profesora no viene!—Gritó entrando una chica, que desconocía el nombre.

— Eu vos...—Dijo Mauro, que al parecer tampoco se sabía el nombre.

— Alejanda.—Giró los ojos y se cruzó de brazos ofendida porque no sabía su nombre.

— Me suena el teléfono me llama Alejandra, quiere que le meta la salam...—Ignacio había empezado a cantar moviéndose en su banco, pero Flor le pegó un codazo y el morocho se callo.

— ¿Posta falta la profesora?—Pregunté viendo como todos mis compañeros se paraban y empezaban a hacer ruido.

— Si, lo vi en el pizarrón de preceptoria.—Respondió sonriendo, asenti con la cabeza y pronuncie un "gracias".

— ¿Vamos a fumar un porrito?—Preguntó Mauro subiendo y bajando las cejas.

— De una ñeri.—Dije parandome seguido de mis tres amigos, pasé por la fila del medio, adelante del banco de Oliva.

Lo miré un poco, sonreí cuando vi que estaba haciendo tarea y tenía los auriculares puestos. Sus amigos estaban sentados al lado de él mientras charlaban boludeces.

Me enojaba mucho que no le dieran bola a él.

— ¿Qué haces Oliva?—Hablé llamando la atención de los simios de sus amigos y la atención del castaño.

Virgen ; WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora