Doce.

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«Capítulo doce.»

Gabriela.

Me desperté cuando un rayo de sol pegó en mi cara, tenía la garganta completamente seca y un dolor de cabeza insoportable, me senté en la cama y largue un suspiró cuando se me movió todo.

Cuando se calmó un poco el efecto miré mi remera, que en realidad no era mi remera, era de un chico y al darme cuenta que esta no era mi pieza empecé a ver al rededor.

— Buen día.—Antes de que pueda recalcular de quien carajos era la casa, entró Valen con una sonrisa y me alivie un poco al saber que no hice nada con nadie.

— Hola Valen.—Acomode mi pelo y toqué mi cabeza haciendo una mueca de dolor.—¿Qué hago en tu casa?—Pregunté cuando se sentó el lado mio, sonrió y sus ojos parecieron brillar cuando me miró.

— Te traje acá porque dijiste que tu papá te iba a matar si te veía llegar así.—Informó todavía con la sonrisa, asenti con la cabeza.

— Cierto, gracias.—Respondí, lo volví a mirar, su sonrisa parecía no querer borrarse de su cara.—¿Qué tomé?—Pregunté elevando una ceja.

— Vino y una botella de vodka.

— Con razón el dolor de cabeza.—Asintió con la cabeza y nos quedamos en silencio, no me sacaba los ojos de encima y eso me ponía un poco nerviosa, pero me seguía mirando com una sonrisa.

Y yo no sabía que hice para lograr que me miré así.

— ¿Qué pasa?—Pregunté frunciendo el ceño y bajé mi vista a su sonrisa.

¿Qué le pasaba?

— ¿Qué hice anoche?—Y cuando escuchó eso, su sonrisa se fue desvaneciendo hasta que bajó la mirada.—¿Hice algo... raro?—Volví a preguntar mirándolo.

— No, solo tomaste.—Negó con la cabeza empezando a jugar con sus dedos.

— ¿Y por qué tenías esa sonrisa?—Me atreví a preguntar, quedó callado unos segundos hasta que volvió a sonreír, pero esta no era igual a la otra.

Y no podía saber de que se trataba.

— Nada, probé el vino.—Cambió de tema, me reí con ternura.

— ¿Te gustó?—Pregunté mordiendo mi labio para no reírme más de él, asintió con la cabeza y me miró.

— Me encantó.—Agregó con sus ojos puestos en los mios, y supe que estaba hablando de otra cosa, no del vino.

Lo quedé mirando un poco, hasta que sonreí y decidí vestirme para ir a mi casa y después ir a la escuela.

— Me tengo que ir.—Avisé parandome de la cama y mirándolo, asintió con la cabeza y tragó saliva.

— Tu ropa esta allá.—Señaló su sillón y se paró el también para dejarme lugar.—Voy a la cocina ¿Queres desayunar acá?—Preguntó antes de irse, sonreí y negue con la cabeza.

— No llego a la escuela si me quedo acá.—Avisé a lo que él asintió con la cabeza, y antes de irse volví a hablar.—Gracias igual Valen.

Sonrió y por fin se fue, dejándome sola.

Me puse el pantalón, y quedé con su remera, era muy cómoda para sacarmela, además tenía el perfume de él y me gustaba mucho sentir su olor, cuando me puse las zapatillas bajé con mi mochila, fijandome antes si no me olvidaba algo.

Lo busqué con la mirada pero no lo veía, así que fui a la cocina y al verlo de espaldas sonreí, caminé hasta él y lo abracé apoyando mi cara en su espalda.

Escuche su risa y pude sentir como sus manos iban a las mías así las agarraba y acariciaba suavemente, mordi mi labio.

Por alguna razón me encantó que haya hecho eso.

— Gracias por lo de ayer Valen.—Agradecí cerrando mis ojos, sentir como sus dedos iban haciendo caricias por mi brazo me encantaba mucho, me relajaba.

Él me relajaba.

— No pasa nada.—Susurró suave, con toda la fuerza del mundo me fui separando de él, aunque no lo quisiera.

Se dio vuelta quedando en frente mio, tenía una sonrisa de labios cerrados.

— Me tengo que ir.—Avisé a lo que él asintió con la cabeza y me dio una taza térmica con un alfajor Águila negro.—¿Y eso?—Pregunté con una sonrisa.

— Para que no te de hambre.—Habló dejando la taza y el alfajor en la mesada.—Es café ¿Te gusta?—Preguntó frunciendo el ceño.

Asenti con la cabeza y lo volví a abrazar, esta vez me colgué de su cuello y apoye mi cabeza en su hombro, él por otra parte me rodeó la cintura con sus brazos y me acercó más a su cuerpo, sentí el calor lindo que transmitía.

Valentín eran la persona más tierna en el mundo, no hay dudas de eso.

— Gracias Valen.—Dije sin separarme.—¿Me das tu remera?—Pedí al acordarme que todavía no me la había sacado.

— Obvio, quedatela.—Respondió casi al instante, sonreí y lo apreté más a mi, llevando mis manos a su nuca y acariciando su pelo.—Me gusta como te queda.

— Gracias, va a ser mi nuevo pijama.—Me separé y él largo una risita que me encantó.—Bueno ahora si me voy.—Dije agarrando lo que me había preparado y le sonreí.—¿Me abris?—Pregunté refiriéndome a la puerta.

— Si.—Habló y caminamos hasta la puerta, yo completamente feliz porque me preparó el desayuno y me regaló su remera.

— ¿Nos vemos en la escuela no?—Pregunté cuando ya había salido para afuera y el quedó en la entrada.

— Si Gabi.—Sonrió, me acerqué a él poniéndome de puntitas de pié así le dejaba dos besos en la frente y uno en la punta de la nariz.

Sus mejillas se pusieron rojas cuando me separé para verlo, sonreí y empecé a caminar para mi casa, mientras tomaba el café y comía el alfajor que me dio Valen.

Un lindo tremendo.






















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Solo quiero decir que Dani y Wos se fueron de la Fms, Dani no va a rapear más para dedicarse a la música y yo me voy a llorar tranquila.

¿Alguien más se quiere matar conmigo?


Virgen ; WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora