Treinta y cinco.

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«Capítulo treinta y cinco.»

Gabriela.

Sonreí y lo agarré de la mano a Valentín para hacerlo entrar a mi casa de un tirón, mientras el se reía mirándome a los ojos y tratando de tirarme a mi también, pero para afuera.

— Dale tonto, esta lloviendo.—Me reí mirando el cielo y como las gotitas de agua caían haciendo el ruidito hermoso.

— Ah, ¿Nunca saliste afuera cuando estaba lloviendo y gritaste con todas tus fuerzas?—Preguntó dejando de hacer fuerza y acercándose a mi, con las manos todavía juntas.

— No, sos re raro Valentín, dale entra que hace frío.—Me queje volviéndolo a tirar para adentro, a diferencia de recién él se acercó a mí y pegó su cuerpo con el mío, metiendo su cabeza en mi cuello y largando una risita hermosa.

— No soy raro, vos sos rara porque nunca lo hiciste.—Habló con su cara todavía en mi cuello y poniendo sus manos en mi cintura.

— Cállate.—Giré los ojos y lo tomé de las mejillas para que me mire, sonreí dejando un beso en sus labios y otro en la punta de su nariz.—Hermoso.—Hablé mirándolo a los ojos.

Valentín era hermoso, y mucho mas cuando sus mejillas tomaban ese color rojito que tanto me gusta.

— Agarrame.—Pedí, sin darle tiempo, pegué un salto y envolví mis piernas en su cintura, agarrándome de su cuello y dejando muchos besos en sus labios.

Sonrió y llevó sus manos a mis muslos, empezando a caminar cerrando la puerta con su pie, haciéndome reír. Me apoyé en su cuello y sonreí cerrando los ojos.

— ¿Te dejo en el sillón?—Preguntó con suavidad, sus pulgares hacían caricias en mi cintura y me encantaba sentir como me trataba tan tiernamente.

— Déjame en mi cama, en cuatro.—Bromée riendo un poco, me separé para ver sus mejillas rojas y reí más cuando lo vi mordiendo su labio ocultando una sonrisita.—¿Querés?—Le guiñe un ojo y reí más cuando se puso más colorado.

— Sos una atrevida.—Se quejó un poco nervioso, todavía no entendía como era que a esta altura el se siga poniendo así de nervioso y colorado, después de conocerme en todos los sentidos.

Pero así me encantaba.

— Mmm... mostrame tu banana.—Seguí hablando, pasando mi lengua por mis labios y largando una carcajada otra vez.

— Mejor te dejo acá.—Murmuró, bajandome con cuidado y dejándome en el piso, pero sin cortar la cercanía que había en nuestros cuerpos, sonreí y apoyé mis labios sobre los de él.

— Mijir ti diji ici.—Le hice burla después de separarnos, su sonrisa fue agrandándose hasta formar una hermosa risotada.

— Me tratas re mal.—Se hizo el ofendido, me reí y lo tomé de las mejillas para besarlo otra vez.

Sus labios me correspondieron al instante sus manos apretaron mi cintura suavemente y me pegó más a su cuerpo, mordí su labio para que deje entrar mi lengua y cuando entreabrio su boca, empezó una guerra sin fin de nuestras lenguas.

Estuvimos así varios minutos, sin separarnos, yo disfrutando sus labios que se movían tan tiernamente sobre los mios y como me acariciaba por debajo de la remera, sus dedos se clavaron en mi cintura y me presionó más a su cuerpo. Sonreí separándome de él y lo tomé de las mejillas para mirarlo a los ojos.

— ¿Qué onda el es tu novio?—En la sala se escuchó una voz, me separé rápido de Valentín y con el corazón a mil busqué a la persona que acababa de hablar.

Virgen ; WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora