capitulo 3

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En multimedia leo 💓💓💓😰😍como amo a este hombre mi kan yaman

Las cosas no podían ser peores. No solo le faltaba un gran pedazo de pelo a su preciosa melena, sino que Arik había perdido su rastro.

El, un cazador maestro, evadido por un humano.

Su león bajo su cabeza avergonzado.
Se le ocurrió, mientras caminaba de regreso a la barbería –con su poste giratorio que siempre lo hacía querer detenerse y dejar que su gato jugara con el– que debía exigir a la gente que trabajaba allí que le dieran su dirección.

Podía probablemente intimidarlos para conseguirlo. No tomaba mucho tiempo
conseguir que los humanos derramaran sus entrañas, especialmente cuando usaba su
voz y mantenía la mirada fija en ellos. Sin embargo, mientras él podía fácilmente dar
con su ubicación, él perdería su elemento sorpresa, ya que probablemente ellos le
advertirían.

Él prefería un ataque sorpresa.
Sus pasos se desviaron del camino a la tienda y, en cambio, se dirigieron al
aparcamiento donde tenía su automóvil.
Era mejor fingir que él no quería vengarse. No obtendría ningún beneficio al hacer alboroto para conseguir información, no quería que pensara que había logrado llegar a él, que había conseguido meterse bajo su piel.
Inaceptable.

Nada molestaba a Arik. Era conocido como imperturbable.

Era también taimado. Existían otras vías para cazar un ratón escurridizo. Por supuesto, antes de que el la rastreara con métodos electrónicos, primero tenía que pasar por su oficina.

¿Alguien se atrevió a decir algo cuándo él entró con su costoso Armani, de tres
piezas, luciendo una gorra de beisbol que él compró de un vendedor callejero, él que
nunca había usado un sombrero de cualquier clase?
Las miradas curiosas podrían haber seguido su camino, pero ninguna risa disimulada lo siguió. Nadie tenía suficientes pelotas.

Excepto Hayder, su segundo al mando —el sabelotodo que le siguió a su oficina.
-¿Tío, a que viene el sombrero? ¿Cuándo te convertiste en un fanático del
béisbol?
-Preferiría no discutirlo, -Arik dijo entre dientes mientras iniciaba sesión en
Facebook y hacia una búsqueda en el perfil de Dominic.

Seguramente si el hombre tenía una cuenta, de seguro estaría comunicado con sus familiares a través de ella, incluyendo a una mujer luchadora que necesitaba encontrar.

Para comer.

No. Enfadado o no, uno no se comía a su enemigo. Era incivilizado. Y, sí, él
intencionadamente malinterpretó a su león. Él aún no quería considerar el doble
sentido de aquel pensamiento.
No habría crema que lamer para ella.
O para él.
Meowr. Tal sonido de decepción.
Carraspeo.
-La tierra a Arik. Adelante, jefe.
Con el ceño fruncido, Arik mira con ira su beta.
-¿Qué?
-Yo me estaba preguntando que tiene tus calzoncillos en un nudo.
-Sabes que yo voy comando.
-Normalmente, pero algo tiene obviamente tus calzones enroscados.
Escúpelo. -
Oh, él estaba en lo cierto. Arik dio un tirón del sombrero y lo arrojó contra la
pared y entonces giró su silla para acabar de una vez con ello.

Respiración contenida. Una risita. Una carcajada completa.

Arik se giro de nuevo y se movió de un lado a otro enviando mortales dagas
visuales a su segundo.
-No le veo la gracia a mi masacrada melena. -
-Tío. ¿La has visto? Está mal. ¿Qué hiciste para encabronar a Dominic?
¿Sedujiste a una de sus hijas?-
-¡En realidad una de sus nietas me hizo esto! --No pudo evitar el tono
incrédulo. El descaro del acto todavía lo asombraba.
Un golpazo y una sacudida de la pared cuando Hayder la golpeo, sus hombros
sacudiéndose por la risa.

-¿Una niña te hizo eso? -Su beta se estremeció de la risa, nada intimidado
por la mirada ceñuda de Arik y los golpes ligeros de los dedos.
-Esto no es divertido.
-Oh, venga tío. De todas las personas para tener una desgracia con su pelo,
eres el peor.
-Me veo como un idiota.
-Sólo porque no dejaste que terminara de cortar el resto. -
Sus dedos se inmovilizaron cuando él retiró la mirada de la pantalla por un
momento para mirar en la dirección de su segundo.
-¿Cortar mi melena? -¿Su beta estaba alucinando?
-Bueno, sí. Ya sabes, para emparejarlo y que así no se note.
Un gruñido retumbo, más bestia que hombre, su león en absoluto de acuerdo
con más cortes.
-¿Ok, si no estás de acuerdo con eso que tal un trenzado de pelo? Quizá
nosotros podemos conseguirte uno plateado, o rosado para que contraste, ya que
estás comportándote como una princesa remilgada por ello.
Eso fue suficiente. Eso era más de lo que un león podía tolerar. Arik voló sobre
su escritorio y arremetió contra su beta. Cayendo con un estruendo y un enredo de
extremidades.

Mientras él estaba golpeando la cabeza de Hayder en el piso, gruñía,-¡Retira
lo dicho! - a su beta riéndose entre dientes,
-Conseguiremos tus uñas hechas mientras que lo están trenzando, -Leo
entró a zancadas.
Un gigante de hombre, él no tuvo que esforzarse para agarrarlos a cada uno
por los hombros y separarlos de un tirón. Pero no se detuvo allí. Él golpeó con
estrépito sus cabezas una contra la otra antes de empujarlos abajo.

Arik y Hayder se sentaron en la alfombra, protegiendo sus pelotas, uniendo su
mirada a la del omega de la manada, también conocido como el pacificador. Por
supuesto, la versión de Leo de la paz no siempre era suave, por eso era perfecto para
la manada.

El gigante con su relajada forma de ver la vida tomó asiento en una silla, que
gimió ominosamente.
-Ustedes saben que el personal dos pisos más abajo los podía oír
comportándose como cachorros mal educados.
-¡El comenzó! -Arik señaló a su beta. No tuvo ningún problema en echarle la
culpa. Delegar es algo que un alfa sabe hacer bien.

Hayder ni siquiera negó su culpabilidad.
-Lo hice. ¿Pero puedes culparme? Estaba molestando y gimiendo sobre su
preciosa melena. Todo lo que hice fue ofrecerle soluciones, y él lo tomó como una
ofensa. -
-¿Supongo que estamos hablando de los trozos de pelo faltantes en la cabeza
de nuestro apreciado líder?-Leo negó con su oscura  melena  . -Sigo
diciendo que la vanidad es su debilidad. -
-Y el helado con virutas de chocolate es la tuya. Todos tenemos nuestros
vicios,-refunfuño Arik mientras se levantaba del piso hacia su asiento acolchado de
cuero —con almohadilla eléctrica incorporada y masajeante porque un hombre en su
posición disfrutaba de sus lujos.

-Mi vicio son las mujeres bellas,-Hayder anunció con una sonrisa, adoptando
una posición ociosa en el piso. Los felinos eran los reyes en cuanto a hacer como si
posiciones desconcertantes no fueran accidentales en modo alguno.

-No me hables sobre mujeres en este momento. Todavía estoy cabreado con
la que hizo esto.
-Pienso que me estoy perdiendo el meollo del asunto, - manifestó Leo.
No se demoró en poner a Leo al día. A su favor, el omega de la manada no se
rió —mucho tiempo.
-¿Qué planeas hacer? -Preguntó Leo en un tono de voz profundo.
-¿Hacer? - Una buena pregunta. Arik no podía golpear a la peluquera. Era, después de todo, una chica. No se la podía comer —ella lo disfrutaría también— y dudaba que pudiera conseguir que ella se lo comiera —aunque él lo disfrutaría mucho.

Pero, siguiendo con en el tópico de la comida, el podía hacer que se tragase sus
palabras… ¿No sería esa una venganza imponente?
-Oh, oh. A juzgar por la sonrisa en su cara, él acaba de idear un muy retorcido
plan,-anuncio Hayder. -Cuenta conmigo si necesitas ayuda.

En realidad, Arik había ideado un plan perfecto para vengarse. En el juego del
gato y el ratón, él estaba a punto de empatar el marcador.

Cuando un Alfa Ronronea  •||Saga El Orgullo Del León I ||• [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora