capitulo20

14.8K 1.1K 28
                                    


Kira despertó... y maldijo.
Había momentos en la vida de una mujer en los que ella desearía no ser tan independiente. Tan obstinada. Tan malditamente estúpida.
Debería haber escuchado a Arik.
Pero, no, como una tonta, sólo para molestarlo, y porque él no era el único que
podía llevar la contraria, había tomado la decisión equivocada. Ella pensó que era más
inteligente que él, que sabía más, pero resultó que ella debería hacer revisar su coeficiente intelectual porque la falta de sentido común la había llevado a la situación actual, atada a una silla.
Esto no es bueno.
Un breve sacudón a su cuerpo mostró que ella no iría a ninguna parte fácilmente. La cuerda, de nylon trenzado como la que su abuela utilizaba para su tendedero en el patio trasero de su casa, estaba envuelta varias veces alrededor de la parte superior de su cuerpo. Nada muy elaborado, ciertamente no al nivel de kinbaku,
—que, para los no informados, es un estilo japonés de bondage BDSM con cuerdas,—
algo que aprendí de un ex-novio que había expresado su interés en educarla. Ella
declinó cortésmente.
Dejando las perversiones de alcoba de lado, maniatada profesionalmente o no,
la cuerda la inmovilizaba eficazmente al asiento. Buenas noticias, sin embargo, sus
piernas quedaron sin restricciones. Patear sus pies, de mal humor porque ella no tenía
nada más a su alcance, no hizo mucho para ayudar a su situación.
Ya que ella no iba a ir a ninguna parte, hizo un balance de su situación actual.
Se parecía a un plato de películas de bajo presupuesto. El lugar parecía bastante
sórdido. La iluminación tenue que se filtrada a través de los ventanales cuadrados no
permitían un escrutinio profundo, sólo lo más básico. A juzgar por la altura del techo,
junto con el suelo de cemento polvoriento y, a cada lado de ella, lo que parecían ser
pilas de cajas para enviar, Kira supuso que se encontraba en una especie de almacén.
Totalmente cliché, y si alguien hubiera puesto una banda sonora siniestra en
ese momento, probablemente habría mojado los pantalones. Sabía lo que pasaría en
una película. La muchacha era asesinada, que a ella no le extrañaría de Gregory, o la
muchacha se salvaba en el último momento, poco probable dado que la persona que
podría haber notado que ella desapareció no tenía idea de dónde había ido. Y
entonces la banda sonora dum-dum-dum apareció de nuevo.
Un arrastrar de pies por detrás hizo que se estirara para ver quién se acercaba.
Incluso antes de que él hablara, ella podría haberlo adivinado correctamente.
-Finalmente despertaste. Te tomó bastante tiempo. Culpa mía. Olvidé cuando
te inyecte con ese tranquilizante que le robé al veterinario que eres humana y un poco
más lenta para procesar las drogas.
¿Él me drogó? Bueno, eso explicaría el pinchazo que creyó sentir antes de
desmayarse.
-No tiene sentido que precises noquear a una mujer para conseguir que pasé
tiempo contigo. 
Demasiado tarde para morderse la lengua. Un movimiento poco inteligente.
Fastidiar al tipo que te tiene prisionera.
-Veo que sigues tan bocazas como siempre, algo que una vez creí poder
arreglar. - Mientras hablaba, Gregory entró en su línea de visión, y lamentaba no
poder decir que era feo. Que era un hijo de puta de aspecto repugnante. Él era todo lo
contrario. Incluso ahora, sabiendo lo que sabía de él, no podía negar que era un diablo
guapo con pelo negro cayendo infantilmente sobre sus ojos, rasgos aristocráticos, y un
cuerpo delgado. Bien parecido con un excelente físico, y sin embargo, él la dejaba fría.
Personalidades psicopáticas tendían a enfriarla.
-¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?
-Un poco más de cinco horas. Tiempo suficiente para que me aburra.
¿Aburrido y haciendo qué? Un hombre que estaba dispuesto a drogar a una
mujer y secuestrarla no establecía un límite a otras atrocidades. Dio un rápido repaso a
sí misma, preguntándose si se habría aprovechado de su inconsciencia. Si lo hubiera hecho, no había dejado ni una pista. Su ropa permanecía intacta, y ella no notaba
ninguna clase de dolor o humedad. Aun así, no pudo evitar preguntar:
-¿Hiciste algo mientras estuve desmayada? 
La esquina de su labio se levanto, torciendo su sonrisa. Su risa irritante sobre
ella.
-Como si yo fuera a tocar tu cuerpo contaminado. No ahora, después de haber
estado con él. Y pensar que me rechazaste, pero veo que no tuviste ningún problema
en decirle que sí a ese gato sarnoso. No me di cuenta que estabas esperando por alguien con más dinero. Si hubiera sabido acerca de tu falta de moral, te habría tratado
de manera muy diferente.
-¿Diferente cómo? ¿Dejándome sola y asustando a otra chica? Tú hiciste mi
vida un infierno y tuve que mudarme. ¿Qué peor podrías hacer?
-Podría haber cerrado tu boquita con mi polla.
-Necesitarías más que eso para mantenerme callada. He visto el tamaño de
tus manos y tus pies. Una vez más, su boca la metía en problemas, pero no podía
evitarlo. A pesar del miedo, encontró una chispa de lucha. No voy a morir como tu
perra sumisa.
Los dedos que sostenían su rostro se clavaron en su piel lastimándola.
-Sigue hablando, puta perra. Vamos a ver lo valiente que eres, una vez que haya terminado contigo.

Cuando un Alfa Ronronea  •||Saga El Orgullo Del León I ||• [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora