La arrogancia del león no se define sólo por aquellos que él manda, sino que
también reside en su pelo, por lo que cuando un ser humano se atreve a masacrar la
melena de Arik, él consigue su venganza y la reclama como su compañera.
Un fuerte silbido distrajo a Arik de su tarea. -Mira quién es un niño bonito otra vez. Hayder entro a su oficina e inmediatamente se fijo en la nueva imagen. Una criatura vanidosa, no es algo que jamás hubiese negado, Arik no podía dejar de arreglarse y lucirse.
-¿Te gusta? Creo que me hace parecer más distinguido. -Y un imán total para las chicas también, amigo. Las chicas de la planta de telecomunicaciones están hablando de eso. Tal vez debería córtame el pelo. ¿Quién te lo cortó? -Cierta mujer que es feliz con unas tijeras.- -De ninguna manera. No me digas que seguiste el plan y te enfrentaste a la tía que te peló. -Lo hice. Resulta que es muy talentosa cuando no estoy molestándola.- Hayder silbó. -¡Ya lo creo! No me importaría que pusiese sus manos sobre mí.- Arik apretó sus labios antes de que se le escapase un gruñido. ¿Qué le pasaba a su león? -Ella está muy ocupada. -¿Y? Voy a pedir cita. ¿Cómo se llama la chica?-Preguntó Hayder. -Mía. -¿Quién había dicho eso? Seguramente no había sido él. Arik casi miró a su alrededor para ver quién más estaba en su oficina, pero a juzgar por la boca abierta de Hayder, solo había un culpable. Su maldito gato, que parecía sentir algo por la chica humana. Bueno, tal vez debería compartir la culpa porque su león no era el único que estaba intrigado con Kira. Aunque en un principio, esa mañana fue a la peluquería y esperó a cierto ratón como parte de su plan de venganza, cambió de idea. Un cambio drástico. El corte de pelo ayudo. Cogió lo que le había cabreado y le parecía un desastre de proporciones épicas y lo convirtió en algo positivo. Si tan sólo le hubiese dado una oportunidad a ella antes de entrar pisoteando en casa y despotricando ante todo aquel que quisiera escucharlo. En retrospectiva, podría haber reaccionado de manera exagerada. Incluso podría sentirse casi culpable de haber pasado toda la noche alternando entre rugir a las mujeres de su familia, que se habían ofrecido a rasgar a Kira en tiras, o gruñendo a sus primos, que casi se habían hecho pis en la alfombra de lo fuerte que se estaban riendo. Pero el fantástico corte de pelo no era la única razón del cambio en su estado de ánimo. Las chispas de atracción que había entre ellos, incitado por el olor de la excitación de ella, que no podía ocultar de un depredador, había evaporado la ira que sentía al principio... No estaba seguro de lo que sentía, sólo de que necesitaba volver a ver a Kira. Sí. Más Kira. Desnuda. Con una gran cantidad de lametones involucrados. -¿Mina?¿Es un nombre raro?-Hayder reflexionó en voz alta. -No creo que haya oído nunca ese nombre. ¿Es extranjera?- -No seas idiota. Su nombre es Kira, pero no quiero que te acerques a ella. Porque Hayder era un mujeriego, y no le gustaría tener que matar a su beta. Pero lo haría si tuviese que hacerlo. No toques. - Miiiaaaa.... Vaya, podría haber gruñido esa parte en voz alta. Hayder rió. -Santo cielo, tío. ¿Qué diablos te pasó esta mañana? Ayer estabas diciendo "la venganza es mía" y hoy todo lo que dices es -"ella es mía". Arik recurrió a una mentira piadosa.
-No puedo vengarme apropiadamente si estás entrometiéndote. Así que mantente alejado de ella. Te avisaré cuando lo haya hecho.- Qué va a ser nunca. Realmente necesitaba tener una charla con su lado felino. Se estaba sintiendo territorial con la chica, y esa no era una opción. Como alfa de su manada, cuando Arik se estableciese, sería por razones políticas y con alguien que tuviese el gen felino. En otras palabras, otro león o por lo menos con una cambia-formas felino, como él. Eso es lo que hacían los cambia-formas para mantener líneas de sangre puras. No es que los humanos y los cambia-formas no pudiesen casarse y tener hijos. Se podía y lo hacían, pero había un problema. Sólo el diez por ciento de estos apareamientos mixtos, tenían cachorros con el gen animal. Dado el pequeño número de su población, no se podían permitir aparearse con humanos. Aunque fuesen tentadores y dulces. Sin embargo, dicho todo esto, eso no significaba que no pudiera jugar con Kira. Los gatos disfrutaban bromeando y jugando con ratones. Coger su dulce cola y hacerla chillar. La cosa era, que sin importar cuántas veces se recordaba que era imposible tener una aventura, se pasaba el día pensando en ella. Y cuanto más pensaba en ella, más se daba cuenta de que la mujer luchadora que había conocido, no se comportaba necesariamente como las demás. Arik estaba acostumbrado a que las mujeres se tirasen encima de él. Si no se sentían atraídas por su riqueza, entonces era por su poder, y no, no era vanidad admitir que no era difícil de mirar.
A Arik no le faltaba la atención del sexo opuesto. Sin embargo, incluso él tenía que admitir que Kira no era como las mujeres con las que solía citarse. Por un lado, ella había intentado dejarle plantado. Se sentó en una silla de una cafetería desde la que tenía una visión clara de la barbería, la vio justo antes de las cinco, asomándose furtivamente en ambas direcciones.
¿Tenía su ratón la esperanza de escapar de él? No esta vez. Arik lanzó unos billetes sobre la mesa, salió de la cafetería y siguió a Kira, su instinto le hizo esconderse detrás de las paradas de autobuses o en el interior de las puertas de las tiendas, incluso antes de que ella se estirase para mirar por encima del hombro. Que fuese humana no quería decir que sus instintos no la estuviesen avisando de que la vigilaban. Sin embargo, no podía estar segura porque estaba tratando con el rey de los depredadores. Arik sabía cómo mezclarse y rastrear sus presas. También sabía el momento justo en que atacar, cuándo ella menos lo esperaba.
-¿Corres hacía alguna parte?- Ella chilló y se tambaleó pero no cayó, porque él estiró la mano para agarrarla. Ella se volvió hacia él. -¿Qué demonios estás haciendo?- -Podría preguntarte lo mismo. Pensé que el plan era encontrarnos en la tienda. Sin embargo, ¿estás aquí cogiendo pescado? ¿Tienes una cita con un gato?- Le encantaba la ironía de sus palabras, pero odió su respuesta. -Realmente soy más amante de los perros.- -Los gatos son hermosos.- -Son criaturas impertinentes que piensan que son los dueños.- Qué bien conocía ya a su raza. -Y siempre están expulsando bolas de pelo. No, gracias. Prefiero un perro obediente cualquier día. La obediencia estaba sobrevalorada, excepto que se tratase de uno de sus subordinados. Arik prefería ser el único que daba las órdenes. Ella lo aprendería pronto. -¿Supongo que vas a cambiarte y volver antes de las seis para nuestra cita para cenar?- A juzgar por la expresión de su cara, la respuesta era no. -Escucha, Arik. Eres un buen tipo y todo eso, y me alegro de que arregláramos las cosas, pero realmente no creo que debamos salir a cenar. -Qué negligencia por mi parte. Por supuesto que no.- -Así que lo entiendes.- -Perfectamente. Después de un largo día de trabajo, probablemente estés cansada y solo quieres relajarse en tu cómodo sofá.- -Exactamente.-Ella aparecía tan aliviada, que hizo que disfrutase de sus siguientes palabras. -Una idea fabulosa. Vamos pedir la cena para llevar.- Él usó la punta del dedo para cerrarle la boca. -¿Alguna preferencia? ¿Chino? ¿Indio? ¿Italiano? -Creo que me has entendido mal.
Él se inclinó total e intencionalmente invadiendo su espacio personal, lo suficientemente cerca como para escuchar el aleteo rápido de su pulso y ver que sus ojos se dilataban mientras lo miraba fijamente. ¿En cuanto a su olor? Podría haber babeado mientras su ansiedad y anticipación, aumentaban el aroma almizclado de su excitación.
-Entiendo que estás tratando de evitarme. El problema es que no voy a dejar que eso suceda. Vamos a cenar juntos. La pregunta es, ¿lo haremos en la intimidad de tu apartamento, sólo nosotros y con una cama cerca? O ¿vas a ser un ratón asustado y vas a insistir en algún lugar público?- Ella contuvo el aliento. -No tengo miedo de ti. -Así que ¿cenamos en tu casa? -No, si tengo que cenar contigo, será en un restaurante. -Muy bien. Nombra uno. Debería haberse dado cuenta por su sonrisa, de que le iba a tender una emboscada. Y lo hizo. -LongHorn. - Demonios -El asador de la competencia.
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