Kira entró en acción en cuanto la puerta del apartamento se cerró detrás de Arik.Ella pareció demasiado dócil, tal como Arik había sospechado. Como si no fuese
a intentar escapar tan pronto como se presentase la oportunidad. Kira no era de las
que se sentaban y dejaban que un hombre les diese ordenes.
¿Se sentía mal por mentir? Un poco, a pesar de que no había mentido cuando le dijo que apreciaba los beneficios de estar con él.
Como amante, Arik resultó ser increíble. El hombre rezumaba atractivo sexual y
no defraudaba. Ella tenía un cuerpo feliz que podía atestiguarlo.
Sin embargo, el buen sexo, la candente química, y un deseo insondable por el
chico no quería decir que ella fuese a agacharse y convertirse en alguien que no era, pronunciando: "Sí, maestro, todo lo que diga, maestro."Parecía que compartían una característica común, la terquedad. Kira también
tenía un fuerte sentido de la responsabilidad, lo que significaba que ella no dejaba que
Nadie solucionase sus problemas.Había escuchado, desde detrás de la puerta, lo suficiente de la conversación como para saber que Gregory no se había ido de la ciudad o renunciado a su venganza.
Por lo que decían, parecía que el equipo de seguridad de Arik lo había ahuyentado de
su apartamento, pero ¿qué pasaba con la peluquería? ¿la pizzería de su tía? o ¿la
pescadería de su tío?
Se le ocurrió llamar para comprobar cómo estaba su familia. Sin embargo, ella
no vio ningún teléfono en el dormitorio. Increíblemente Arik tenía, sin embargo,una
pantalla táctil insertada en la pared, que, cuando la tocó, una dulce voz femenina dijo:
"Patrón facial y dactilar no reconocido. Acceso denegado al menú principal."
¿Cómo no se había imaginado que tendría la tecnología más innovadora? Como echaba de menos los días de teléfonos con cable, y, por supuesto, el teléfono móvil que encontró en su bolso estaba muerto. Otra vez. Realmente odiaba cuando esas condenadas cosas necesitaban cargarse constantemente.
Frustrada por no poder contactar con nadie, Kira giró sobre sus talones y se dirigió al cuarto de baño, recogiendo una toalla por el camino.
Ella quería irse, pero lo primero era lo primero; necesitaba ropa. El montón de ropa que había dejado doblado en el tocador antes de la siesta todavía estaba allí aunque algo húmedo por el vapor de la ducha. No le importaba. Se vistió rápidamente
con su propia ropa, haciendo una pequeña mueca mientras se ponía la ropa interior.
Estaba bastante limpia ya que sólo lo había utilizado un rato por la mañana.
Se miró en el espejo y frunció el ceño por el aspecto que presentaba. Sacó un cepillo para el pelo del cajón del mueble, y de su bolso, cogió una goma. Sólo tardó un momento en hacer un moño con su pelo mojado, era necesario porque no se atrevía a enfrentar al mundo con mechones mojados colgando delante de la cara.
Cuando estaba lista para irse, se enfrentó a un dilema al llegar a la puerta del apartamento. Al tirar del pomo se dio cuenta de que estaba cerrada. Había un ojo de
cerradura, sin embargo, que necesitaba una llave, o habilidades con las cerraduras que
no tenía. Miró la pantalla táctil al lado del portal. No esperaba que funcionase, pero lo
intentó de todas formas, tocando la superficie. El estúpido panel de control tarareó su molesto mensaje.
-Acceso denegado.
-¡Argh!Ella no contuvo su grito de frustración. Encerrada. Prisionera, a pesar de que Arik no lo había hecho intencionalmente. Aunque probablemente lo hubiese hecho a propósito, si se hubiese dado cuenta de que tenía intención de irse.
El hombre realmente tenía una vena Neanderthal cuando se trataba del lugar
de la mujer, y parecía convencido de que su lugar estaba junto a él. Ella ignoró la
oleada de placer a favor de la molestia.
No podía quedarse aquí. Tenía cosas que hacer. Gente que comprobar. Un hombre al que molestar.
Recorrer la sala de Arik, la suntuosa cueva de un hombre de dimensiones ridículas, no aplacaba su ira. Ignoró la pantalla de televisión más grande que había
visto en su vida. Miró sin ver la madera pulida de bambú bajo sus pies. Evitó correr
hacia las butacas de teatro forradas en piel, grandes y curvadas, con portavasos
integrados. Prestó poca atención al enorme cojín que estaba en el suelo bañado por la
luz del sol. Por los pelos dorados que se aferraban al cojín, se preguntó si él tenía una
mascota, una bastante grande dado el tamaño de la cama del animal.
De la nada, una voz femenina anunció
-Acceso concedido.
Con un clic, la puerta del apartamento se abrió. Entró una mujer joven vestida
con pantalón negro y una camisa blanca con botones, empujando un carrito con
ruedas lleno de platos con cúpulas plateadas.
-¿Cómo entró usted? Se atragantó Kira.
-Por la puerta, respondió la mujer desconcertada.
Una puerta que se había burlado de sus intentos de abrirla.
-Pero, ¿cómo? ¿Quién le dio acceso?
-Arik lo hizo, por supuesto.
-¿Está en la entrada?- Kira no pudo evitar estirarse para echar una ojeada,
preguntándose si se habría escondido.
La mujer se rio mientras negaba con la cabeza.
-No. Quise decir que me dio acceso para traer la comida, cuando hizo el pedido.
Por lo tanto, no era sólo Arik el que podía utilizar las pantallas táctiles. Podían
ser programadas para que otras personas las usasen, pero no ella.
-Traje el desayuno, señora, -dijo la criada con un gesto de la mano hacia el carro.
El servicio de habitaciones había llegado, pero había algo más importante que
la comida, la llegada de la mujer le daba la oportunidad de escapar.
Kira caminó hacia ella y abrió la puerta hacia la libertad.
-Gracias, pero tengo otros lugares en los que estar.
La camarera se detuvo frente a la puerta principal.
-Lo siento, señora, pero mis órdenes son entregar su comida y no dejar que se
vaya
Kira fue detenida por la camarera.
-Oh. Pero tengo una cita y tengo que salir.
-Una vez más, le pido disculpas, pero tengo órdenes.
Con un encogimiento de hombros, Kira suspiró y se volvió hacia las cúpulas de
plata.
-Ya veo. Supongo que tendré que esperar a Arik entonces. Así que, ¿qué hay
en el menú?
La camarera se adelantó y se inclinó hacia las asas de las cúpulas, quitando un
par para revelar el plato que había debajo.
A Kira no le importaba, ni siquiera echó un vistazo. Antes de que la camarera
pudiese reaccionar, Kira corrió por el pasillo hacia el ascensor. Todavía estaba abierto,
así que se deslizó en el interior, sólo para encontrarse de nuevo frente a otra maldita
pantalla táctil. ¿Cómo no se había dado cuenta de toda esta tecnología cuando había
subido? Probablemente porque alguien me estaba distrayendo.
A pesar de saber que no serviría de nada, colocó el pulgar contra la pantalla. Le
pidió que se identificase.
-Jódete tú y tu acceso denegado, -gruñó Kira mientras la maldita cosa
frustraba su plan para escapar.
-Vuelva, -gritó la camarera, tras haber depositado las cubiertas y perseguirla
con determinación.
Kira golpeó la pantalla táctil con frustración. Jódete.
O tal vez no.
Las puertas se cerraron antes de que la camarera pudiese alcanzarla. ¿Sacar la
lengua era un acto infantil? Probablemente, pero lo hizo de todos modos.
El ascensor descendió, y Kira miraba los números que se encendían en la parte
superior de la puerta, sólo para gemir de frustración cuando se detuvieron bastante
lejos de su destino.
Cuando la puerta se abrió, Kira fingió indiferencia, mirándose las uñas, que
necesitaban urgentemente una manicura, dado el mal estado de su esmalte de uñas.
Un par de mujeres jóvenes entraron, ambas rubias, con el pelo largo y salvaje,
un desastre que necesitaba urgentemente un tratamiento de aceite caliente, un corte
decente, y unas capas para tener una forma apropiada.
Cómo le gustaría tener un par de tijeras y un mínimo de diez minutos, con cada
una. Pero no estaba aquí para dispensar consejos de belleza. Estaba escapando de un
megalómano con un culo impresionante y besos aún más ardientes, para poder
enfrentarse a su ex novio que era un acosador psicótico. Hablar de una vida más
emocionante de la que una simple peluquera debería experimentar.
Mientras ella fingía desinterés, las nuevas ocupantes no trataron de ocultar su
curiosidad.
El ascensor comenzó a descender de nuevo, y Kira hizo todo lo posible por
ignorar a las demás pasajeras. Ellas, por su parte, la miraban abiertamente hasta que
finalmente Kira no pudo evitar preguntar.
-¿Qué pasa? ¿Por qué seguís mirándome así?
Para su sorpresa, ellas no negaron su interés.
-Intentamos comprender por qué te eligió Arik.
-¿Lo conocéis?
La pregunta fue recibida con risas.
-Por supuesto. Todos los que viven en el edificio lo hacen.
Kira apostaría, y no sin un toque de celos, que casi todas eran mujeres. Por otra
parte, ¿quién podía culparlas? El atractivo de Arik mezclado con su poderosa
presencia, hacía que fuese imposible de ignorar.
-¿Hace mucho que sois pareja?, -Preguntó una de las chicas.
-Nos conocimos hace poco, -dijo Kira.
-Y ya te ha traído a casa para conocer a la manada.
¿Conocer a quién? Kira frunció la frente.
-He oído que es así como sucede,-respondió la que tenía las puntas abiertas
con un gesto sensato de cabeza, que no pegaba con la nariz y la ceja izquierda
perforadas. -Un olorcillo y bam. Emparejado de por vida.
Kira parpadeó.
-¿Perdón? No estoy segura de entender.Ella realmente no lo entendía.
Ambas hablaban de cosas que no tenían sentido. Tal vez el pelo rubio no era natural, y
las chicas habían inhalado más vapores de lo que era saludable.
-No creo que lo sepa,- dijo la chica no perforada con una inclinación de
cabeza. -Oh, chico. Espera a que se entere.-
-¿Enterarse de qué?, -Preguntó la última persona que había subido al
ascensor, cuando se había ralentizado y abierto en otro piso.
-Esta es la, uh, novia de Arik,- rió la de los piercings.
-¿En serio?Unos ojos ambarinos muy parecidos a los de Arik, y que también
se parecían a los de las chicas que habían subido primero, la miraron de pies a cabeza.
Resistió el impulso de retorcerse.
-Yo esperaba a alguien... más alta.
Una vez más, Kira tuvo la sensación de que se le escapaba algo, pero realmente no le importaba lo suficiente como para continuar.
Cuando las puertas se abrieron de nuevo, por fin en el vestíbulo, Kira no pudo salir lo suficientemente rápido, ansiosa por dejar la loca compañía que acababa de conocer.
Sin embargo, no estaban tan dispuestas a dejarla ir. Literalmente.
La chica del piercing agarró a Kira por el brazo y empezó a tirar de ella hacia los
sofás que estaban en el salón principal del vestíbulo.
-Um, ¿qué estás haciendo? preguntó Kira mientras intentaba soltarse
suavemente. En vano. La chica joven la agarraba firmemente y no la soltaba.
-Tienes que conocer a la pandilla.
-Yo realmente no tengo tiempo para esto. Me tengo que ir.
-¿Sabe Arik que te vas?La pregunta vino de su amiga.
-¿Por qué le importaría?
La chica se echó a reír.
-Oh, esto no tiene precio. Espera a que las demás se enteren. Hey, Lolly,
tienes que conocer a la nueva novia de Arik.
Varios pares de ojos ambarinos se volvieron hacia ella, y Kira dejó de lado la sutileza mientras intentaba soltarse.
Y no pudo hacerlo.
-Hey, nunca lo preguntamos, ¿cuál es tu nombre?- preguntó la chica del
piercing, obviando de forma deliberada, los intentos de Kira por liberarse.
Con un gran suspiro contestó.
-Kira.
-Hermoso nombre. Soy Zena, y esta es mi prima, Reba. Y la otra señora que
estaba con nosotras era la tía Kate.
-Encantada de conoceros, pero realmente tengo que irme.
-Claro. Pero no te puedes ir antes de conocer a la pandilla. Solo tardaremos un minuto o dos, lo prometo.
En contra de su mejor juicio, aunque en realidad no le habían dado a elegir, Kira
se vio empujada hacia la ávida pandilla de mujeres que estaban sentadas. Lo de
pandilla era acertado.
Un número ridículo de ojos de color ámbar se fijó en Kira, miradas extrañas
mezcladas con algo de azul, verde y marrón. La mayoría de las mujeres tenían melenas
doradas, pero algunas tenían una mezcla más oscura, y una tenía una corona de color
rojo brillante de pelo rizado.
Y todas eran muy poco sutiles mientras estudiaban a Kira de pies a cabeza.
Zena la arrastró en medio de las miradas indiscretas, y dijo:
-Hey, todo el mundo, quiero que conozcáis a la novia de Arik, se llama Kira.
La extraña inflexión no pasó desapercibida, pero no sabía lo que significaba.
Tampoco entendía por qué tantas narices comenzaron a tener espasmos. Se había
bañado, y aunque no tenía desodorante, no estaba sudando y no debería oler mal. Sin
embargo, no se podía negar que muchas de las mujeres presentes, al olerla, arrugaron
la nariz.
-De ninguna manera, -una de las mujeres de más edad dijo, su cara arrugada
en una mueca. -Yo no me lo creo ni por un segundo. Su madre nunca lo permitiría.
-Sin embargo, él la trajo a casa,-reflexionó otra. -Nunca había hecho eso
antes.
-¿Y esa marca en el cuello es de él?
Un repentino silencio creció mientras todos los ojos se enfocaban en el
mordisco de amor que le había dejado Arik, que no estaba oculto por el cuello de la
camisa.
Lo que no daría por tener un pañuelo y una manera de escapar de este extraño
grupo. ¿Qué era esta extraña obsesión con Arik y su vida sexual?
-Fue muy agradable conoceros, -dijo Kira mientras daba un paso atrás. Luego
otro. Sólo para detenerse al darse cuenta de que estaba rodeada por todas partes.
-¿Cuánto tiempo os habéis estado viendo?-
-¿Sabe que estás intentando salir?
-¿Cómo os conocisteis?
Las preguntas llegaron desde todas direcciones. Asustada, Kira respondió la
más fácil.
-Nos conocimos en la peluquería de mi abuelo.
Un "ooh" generalizado de la multitud, junto con un par de risas y sonrisas.
Zena se aventuró a preguntar:
-¿Eres tú la que le cortó gran parte de su melena?-Esa pregunta acalló las
otras y el silencio creció mientras esperaban su respuesta.
-Sí, pero en mi defensa diré que, en ese momento, estaba actuando como un
bastardo misógino.
Al parecer, fue la respuesta correcta porque la risa estalló, algunas de las chicas
más jóvenes se reían tan fuerte que se cayeron de los respaldos de los sofás. No
pareció importarles. Golpearon el suelo con una gracia única y se revolcaron de risa.
-Oh, Dios mío, ¿de verdad lo hiciste? Deberías haberle oído cuando llegó a casa,-dijo Reba, casi llorando de lo fuerte que se estaba riendo. Ella simuló una voz profunda.-Mi melena. Mi preciosa melena. Ella la arruinó. Argh.-los brazos de Reba
estaban envueltos alrededor de su cintura mientras se doblaba jadeando.
Kira se mordió el labio, tratando de no unirse a la risa. Se sentía un poco mal
por lo que hizo. Pero parecía que las mujeres a su alrededor lo aprobaban
efusivamente a juzgar por sus comentarios.
-Ya era hora de que alguien le bajase los humos. Se estaba volviendo demasiado engreído.
-¿Qué se puede esperar de un cachorro mimado de mama?
-En mi opinión está mucho mejor con el pelo corto.
Sí, lo estaba, pero Kira no estaba contenta de que las otras lo hubiesen notado.
-Hey, ya que eres una peluquera y eso, ¿tienes alguna sugerencia sobre lo que
puedo hacer con esta fregona?-Reba agarró sus hebras sin forma y la miró con
esperanza.
Cuando se trataba de arreglar el cabello, Kira no podía resistirse. No cuando la
joven obviamente necesitaba ayuda folicular.
Hasta que unos grandes hombros enfundados en un traje entraron en la
habitación y se acercaron a ella-mientras estaba haciendo un corte improvisado a
Lolly, las tijeras eran cortesía de la tejedora tía Polly,- no sospechó que las mujeres lo
habían usado como táctica dilatoria. Ellas la mantuvieron ocupada el tiempo suficiente
para que la pillasen.
Cuando se dio cuenta de eso, dejó caer las tijeras, se volvió y empezó a correr
hacia las puertas delanteras. No tuvo tiempo suficiente para escapar de los brazos que
la agarraron.
-¿Y dónde crees que vas?, -preguntó él.
Él no encontró la respuesta "de vuelta a la cárcel" tan divertida como las
mujeres.Hola mis hermosas lectores 😘😘😘 aquí les dejo el capítulo dejenme mucho amor 🌟y comentarios en la noche les subo otro nos leemos lindas 😀😁
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Cuando un Alfa Ronronea •||Saga El Orgullo Del León I ||• [Terminada]
General FictionLa arrogancia del león no se define sólo por aquellos que él manda, sino que también reside en su pelo, por lo que cuando un ser humano se atreve a masacrar la melena de Arik, él consigue su venganza y la reclama como su compañera.