capitulo 9

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Había momentos en las que Arik agradecía el hecho de no siempre seguir las tendencias. Momentos como éste.
A diferencia de muchos hombres ricos, a Arik no le interesaban mucho los coches deportivos pequeños.
Por un lado, él era un hombre grande al que le gustaba el espacio, y por otro, quería algo robusto que lo protegiera cuando salía a carretera, de ahí su compra de un
Escalade totalmente equipado, y realmente lo decía en serio con lo de totalmente
equipado. Asientos de suave cuero, vidrios polarizados, un sistema de sonido patea-culos, y su parte favorita, que todos los felinos codiciaban, asientos con calefacción.
Tenía un motivo más para agradecer su previsión en la compra de un vehículo
grande, considerando el amplio espacio interior y el amplio asiento delantero hecho a
medida que hacía que fuera fácil para él
arrastrar a Kira a su regazo.
-Pensé que íbamos a mi casa, -protestó.
-Lo haremos. En un minuto. -O dos. O tres. En este momento, no tenía interés en conducir hacia cualquier lugar. Todo lo que él quería era continuar con su beso.
Acerco sus labios a los de ella, sus manos acariciando, extendidos en el asiento
delantero de su camioneta y empañando las ventanas.
Fue elección de ella sentarse en su regazo y a horcajadas. Una excelente opción, ya que esto presiono su caliente núcleo contra él. Ambos gimieron ante el contacto. Las capas de ropa hacían el roce aun es más excitante.
Sus manos se deslizaron bajo su suéter, y la sintió temblar mientras acariciaba la suave piel de su espalda.
Por supuesto, él tenía un motivo ulterior en su recorrido. Le tomo un segundo desabrochar el cierre de su sostén.
-¿Qué estás haciendo? Ella se alejo de él, los ojos entornados y los labios hinchados por su beso.

-¿Qué te parece que estoy haciendo? Llegar a la segunda base. -Sus pechos,
liberados por su toque, eran un peso agradable en sus manos. La caricia de sus
pulgares sobre los picos erectos de sus pechos le hizo contener un suspiro.
Cómo quería levantar su camisa y degustarlos. Sin embargo, él sabía que no
debía desnudarla en público. Alguien podría verla, y entonces él tendría que matarlos.

Mía.

Y este león no quería compartir. Al igual que el hombre no quería parar.
La parte racional de él le decía que debía hacer una pausa en su seducción por
unos minutos y conducirlos hacia algún lugar con una cama, pero la necesidad lo llevó
a este punto, no la lógica. Una necesidad de tener a esta mujer. Ahora.
Un deseo que ella compartía.
Ella se lanzó adelante, el pelo volando en un arco oscuro, sus manos agarrando su
mandíbula a cada lado, atrayéndolo para darle un beso abrasador.
Ella lo incendio.
Él no pudo evitar llevar una mano a la curvatura tentadora de su pecho y con la
otra abarcar su cintura. Cómo le gustaba su figura de reloj de arena voluptuosa,
femenina y deseable. Quería explorar cada pulgada de sus curvas, con sus dedos, con
su cuerpo, con sus labios...

Por el momento, tuvo que contentarse con lo que podía alcanzar, dada su posición. Paso sus dedos por la cintura de sus pantalones de yoga. Tejido elástico, ideal
para que su mano llegara más lejos. Se encontró con un tipo de ropa interior traviesa,
un tanga por la sensación que le daba. Así a que a su ratón le gustaba la ropa interior
sexy.

Agradable. Muy agradable. Tendría que acordarse de quitársela con los dientes
después. Por ahora, dejó que sus dedos buscarán bajo el trozo de encaje, pasando
desde la parte redondeada de sus nalgas alrededor de su cadera. Él quería sentir su
núcleo fundido contra la punta de sus dedos, pero su posición era demasiado incómoda para acariciarla de la forma adecuada.

Así que la movió. Para adaptarla a sus necesidades. Él no pidió ni explicó,
simplemente la agarró yla giró sobre su regazo hasta que ella quedo de cara afuera.

Podría haber protestado si no hubiera metido de inmediato su mano en la parte delantera de sus pantalones.
Le tomó el montículo, y ella dejó escapar un suspiro de placer. Caliente. Tan caliente que quemaba contra su mano, y la humedad, además, la crema de su excitación
humedeciendo sus dedos. Ella disfrutaba de su toque. Podía
decirlo por la forma en que ella se apoyó en él, con la cabeza apoyada en su hombro,
el cuello expuesto, una larga extensión de tentadora piel blanca.
Cómo quería morder. A los leones realmente les encantaba un buen mordisco durante las relaciones sexuales, especialmente cuando querían mostrar una reclamación.
Por un momento, la racionalidad nadó hasta la superficie, anulando su deseo,
recordándole que Kira era humana. Kira no era su compañera. Kira se retorcía contra
su mano, lo que, a su vez, implicaba que su delicioso, su redondeado botón se retorcía
contra él.
El pensamiento racional se hundió cuando la necesidad lo dominó y ahogó.
Sólo una pequeña probada. Presionó sus labios contra la línea sensible de su
garganta de su garganta y chupó la piel mientras sus dedos seguían presionados contra su sexo. Ella dejó escapar un pequeño grito, y sintió la reacción de su sexo. Calor
meloso mojo sus dedos, haciéndolos suaves, perfectos para deslizarlos contra su botón
de placer hinchado.

Su respiración se hizo aún más agitada, más desigual. Ella hizo pequeños ruidos
mientras se retorcía. Él la sujeto en su lugar, la tortura de su roce contra su erección en
su regazo no era tan mala como la tortura de sentir su crema en los dedos pero
incapaz de dar un lengüetazo.
Como Arik no podía enterrar su lengua en su sexo, se contentó penetrándola
con sus dedos. Inserto uno. Dos. Las paredes de su canal se aferraron firmemente a él,
y su eje creció aún más dificultando su reacción. Cómo deseaba enterrarse a sí mismo en su sexo acogedor. Cómo quería sentir las paredes de su coño mientras enterraba su polla.
Por una vez, no dejó que sus deseos egoístas le gobernarán. En este caso, su
placer era lo primero. Él tenía la intención de llevarla al clímax, y disfrutar cada
momento de ello.
Mientras chupaba la suave piel de su cuello, él bombeaba sus dedos dentro y
fuera. Una lenta y constante penetración. Saboreó la tensión invadiendo sus
extremidades. Él gimió ante la succión de su sexo.
Casi gritó cuando su orgasmo la golpeó, la ondulación de su placer apretando
sus dedos y recubriéndolos en crema erótica. Apenas se abstuvo de mordisquear su
cuello, en su lugar tarareo su apreciación contra su piel.
A medida que sus estremecimientos cesaban, y su polla palpitaba, ansiosa por
su turno, retiró sus dedos de su sexo palpitante y se los llevó a la boca.
Delicioso.
Y pensar que era sólo un aperitivo antes del plato principal.
No podía esperar para la segunda ronda, en una cama.
Colocó a una Kira aturdida en el asiento del pasajero y le abrochó el cinturón. El
orgullo le inundó cuando vio su saciada expresión. El deseo palpitaba a través de él
mientras se imaginaba lo que sucedería después.
Impaciente, arranco su camioneta y salió del estacionamiento, los neumáticos
chirriando en su prisa. Cuanto más rápido se moviera, más rápido la conseguiría
desnuda y conseguiría sus dulces, placenteros sonidos de nuevo y eliminaría el ceño de su frente.

Por desgracia, la suerte conspiró contra él. La muy perra suerte Ella probablemente
estaba en complicidad con los miembros femeninos de su manada.

 La muy perra suerte Ella probablemente estaba en complicidad con los miembros femeninos de su manada

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Cuando un Alfa Ronronea  •||Saga El Orgullo Del León I ||• [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora