Capítulo 10

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Se prometió dejar a un lado las investigaciones, más no podía cumplir sus promesas cuando sentía una obligación con aquella despiadada ciudad. 

Bruce no dejaba de pensar en lo insegura que eran las calles de Gotham cada vez que miraba las noticias, menos ahora que las licencias del pingüino otorgaba poder a los delincuentes para trabajar libremente. Oswald siempre había sido un hombre peligroso. Los delincuentes de la ciudad trataban de mantener la paz o al menos no interponerse en su camino, por lo cual Bruce no entendía quién era tan valiente o estúpido, para intentar robarle la noche anterior cuándo vigilaba.

—¿Estás ocupado?—preguntó Alfred desde la puerta. Su mirada recorriendo los documentos que Bruce mantenía regados en su escritorio. 

El negó y rápidamente guardó todo en el cajón más bajo, en donde cerró con llave para que nadie más pudiera verlos. Aunque Alfred era cómplice de sus investigaciones y salidas nocturnas, el temía que Selina pudiera ver todos sus archivos de criminales. No sería difícil para ella darse cuenta que su vigilancia seguía a pensar de haber dicho que lo dejó atrás, si lo descubría se molestaría y no podría culparla. Ella había dejado los robos y la adrenalina una vez que se casaron, más él continuó en secreto sus labores después de lo ocurrido con Jerome con más fuerza que nunca.

—No. Solo no entiendo qué pasó ayer—dijo Bruce colocando sus brazos atrás de su cuello en donde un dolor de estrés comenzaba a nacer—¿Que traes en la mano?. 

—Es una invitación del pingüino—Alfred extendió el papel que rápidamente tomó y leyó. 

Era una sencilla invitación en donde solicitaban su presencia y la de su esposa para una subasta que se llamaría a cabo esa noche, con cada línea que leí solo era capaz de ver una gran oportunidad para saber más de los planes del pingüino. 

—Creo que se ha presentado una gran oportunidad Alfred—dijo con una gran sonrisa de satisfacción. 

—Entonces asistirá—confirmó Alfred al ver esa mirada en el joven. 

—No dejaré escapar está oportunidad.

***

Miro la puerta de su habitación sin tomar una decisión. No sabía si era buena idea decirle a Selina sobre la subasta, estaba a solo un par de semanas de traer a sus vidas a Helena.

Él podía podía ver un nervio mayor que la acompañaba durante todo el día, aunque Bruce quería repetirle una y otra vez que todo estaría bien, que no había nada de qué preocuparse, sabía que ella odiaba sentirse vulnerable, por lo cual siempre sus palabras quedaban atrapadas en su mente. 

Abriendo la puerta ingresó a su habitación en donde Selina dormía de lado. Tratando de ser lo más silencioso posible, quitó sus zapatos y se acostó a su lado. Cara a cara pudo ver cómo su rostro estaba cien por ciento relajado. 

Bruce no sabía si estaba haciendo lo correcto. Él sentía una gran responsabilidad con Gotham, pero también con su familia. No entendía si una vez que naciera Helena, su niña, porque iba a ser niña, él podría mantener un equilibrio de ambas sin dañar ninguna. 

Son dos miedos distintos. Pensó. Moviendo un rizo del rostro de Selina. Ambos tenían sus propios miedos y demonios. Ella temía ser madre, mientras que él temía fallar como padre, pero también como vigilante. 

Todo cambió tan rápido. Una familia, una empresa, un vigilante y una hija. Bruce estaba haciendo un equilibrio con todo para no fallar. 

Esa noche su objetivo era descubrir que intentaron robar al pingüino, la mejor manera de hacerlo era yendo a la subasta en donde se encontraba el criminal. 

Mi Brújula - Bruce Y Selina (Batcat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora