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Pov Meg.

Después de aquella ''merienda'' -es el nombre que Foxy le puso-, me sentí incómoda. El no dejaba de observarme. ¿Se comenzaba a arrepentir de esto?.

- Todavía puedes dejarme ir-susurré-...yo no diré nada, lo prometo.

- Que ingenua -murmuró con aires de fastidio.

- Me molesta estar aquí y atada. ¡Y ni siquiera sé la razón!

- No hay razones. Y si las hay, no te las diré -dijo más molesto.

- ¿Por qué? ¿por qué me haces esto?, tienes una oportunidad de volver al hospital y comenzar otra vez, yo prometo que te cuidaré mejor, seré la mejor doctora, lo juró.

- No. Ya no tengo oportunidades -exclama-...¿¡Acaso no lo entiendes!? ¡Quieren matarme! deja de jurar y prometer, te ves patética.

Comenzaba a frustrarme. 

- Aunque sea desatame. No sé ni donde estoy, crees que tengo posibilidades de escapar?

- No es eso. Sé que si intentas escapar sería en vano, pero...-hace una mueca extraña.

- ¿Pero qué?

- No te desataré. ¿Comprendes?

- ¡No, no comprendo!

El vuelve a hacer aquella mueca extraña y me mira sin expresión.

- Pronto te acostumbrarás.

¿Enserio cree que me acostumbraré?

- No lo haré, tenlo por seguro -dije con mi voz, ya más temblorosa-...no quiero estar lejos de mis amigos, mi trabajo...-quise llorar pero me contuve. Debía ser fuerte.

-  ¡Oh vamos! Nadie dijo que necesitarías a tus amigos, ni a esa estupidez de trabajo, aquí estás bien, deja de lloriquear-dijo con la expresión vacía.

- No son lloriqueos, estúpido. Exijo mi libertad.

- Sigue exigiendo, todo será en vano-lo mire molesta. Pero por más molesta, jamás podría odiarlo, lo sé, eso me frustraba más.

Muevo mi cabeza a otro lado, resignada. Así que mejor lo ignoraré.

- Eh, ¿ahora qué? -no respondí-. Te estoy hablando.

Y yo te estoy ignorando.

Seguía sin mirarlo. De la nada, de forma brusca el toma mi mentón y regresa mi vista hacia él. Gruño por aquel acto, nuestros ojos chocan y yo no puedo dejar de ver los suyos, los ojos de un asesino. Pero pese a eso, no tengo miedo. O bueno, lo tenía. Pero ahora solo me siento nerviosa, muerdo mi labio inferior, tratando de mantener mis emociones en lo más profundo de mi alma. No necesitan salir. Quién sabe de que formas tan detestables el podría dañarme, me refiero a emocionalmente. Si me dejo ver vulnerable, seguramente me dañará.

- No me gusta que me ignoren. 

- A mi no me gusta estar atada y mírame, lo estoy -el rueda los ojos-...¿algún día me lo dirás?

- Algún día -lame sus labios y sonríe de forma lobuna-. Te acostumbrarás aunque pienses lo contrario. Anda, quita esa cara.

Este tipo es bipolar.

- No me gusta fingir, lo siento -hago una mueca agachando la cabeza.

Se ríe y acerca su mano a mi cabello, lo alborota levemente. Me quedo sorprendida por tal acto, fue...raro. El no es así. ¿Qué le ocurre?.

- ¿Algún día me dejarás salir? -lo miré, temorosa por la respuesta.

El suspira y desvía la mirada.

- Lo haré. Pero será hasta que te acostumbres -lo miró confundida.

- ¿Acostumbrarme a qué?...

- A mí -susurra pero logro escucharlo.

- ¿A ti? -me sonrojo y sorprendentemente el también-. Oh vamos pero...si ya me acostumbré a ti, creo -el me observa incrédulo.

- No es cierto. No te has acostumbrado a mi actitud, si lo hubieras hecho, no hubieras llorado aquella noche -¿acaso me escuchó?-. Está casa...los muros son de papel, no te sorprendas si llegas a escuchar gritos de auxilio -sonríe de una forma retorcida-. Es más divertido traer a las víctimas aquí, ¿sabes?.

- E-eso no me interesaba saber...

- Solo te estoy advirtiendo, bonita. 

- Bueno. Como sea. Deberías de dejar eso.

- Ya no puedo -trato de hablar, pero me calla de golpe con su voz-. Me acostumbré, ha vuelto a ser mi rutina. Sin esas asquerosas pastillas, todo lo oscuro en mí toma el control. No trates de cambiarme, puedes ser mi medicina -se acerca a mi oído y algo que me hace temblar es que muerde mi lóbulo levemente-, pero no la cura.

Y se va. Nuevamente, dejándome con las emociones a flote. Luchó por controlarlas, pero sé que no podré por mucho tiempo.

Una Semana después.

Si, una semana. Donde él me daba atenciones. Pero su actitud no era de gran ayuda. No se me hacía bueno el estar aquí, amarrada. En contra de mi voluntad. Él no me ha hecho daño, pero su actitud sí. Es serio, frío y distante. Si logra ser cariñoso, sería un milagro. He escuchado gritos, sollozos. Risas psicópatas. Solo cierro los ojos, tratando de quitar de mi mente esas horribles escenas de él, torturando a alguien. Asesinando.

El frío me carcome lentamente. 

La puerta se abre. No quiero alzar la vista, pero lo hago. Ahí está, me quedo muda. Está manchado de sangre, una sonrisa para nada sana está plasmada en su rostro. Mis manos se vuelven puños. Me asusta pero...no lo sé. Hay algo más que no logro descifrar.

Se acerca a mi a paso lento. Yo me quedo estática. 

Acaricia mi mejilla y la mancha en el proceso de aquel líquido rojo. Su tacto hace que cierre los ojos, pero los abro de inmediato. 

No puedo caer en sus redes.

No en las de un asesino. Aunque algo muy dentro de mi, lo desea. No sería para nada sano.

Si no lo vas a amar con todo y sus demonios...Mejor no lo saques del infierno.






Obsesión »FxM«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora