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(N/A: La muerte de los padres de Meg será algo ''diferente''. Espero que no les moleste, gracias<3. También no recuerdo si puse a Meg con los dos ojos completamente sanos o solo con un ojo sano. Pero digamos que por lo mientras, tiene los dos ojos sanos)

Pov Narradora.

- ¿Por qué no lo entendería?-dijo acariciando mis dedos.

- ¿Q-Qué haces?, suéltame...

- Responde mi pregunta.

Miré sus ojos dorados y sonreí con tristeza.

- Por que...no sentirías absolutamente nada-exclame-. Has matado, torturado...¿qué lastima podrías sentir a este punto?-dije-. Si te digo por lo qué pase, tal vez te burlarías diciendo que eso no es nada y que tal vez debería de dejar de lamentarme por ello.

- Si no me dices no sabre qué decir, ¿sabes?

Niego lentamente.

- Algún día...ahora suéltame.

La albina abrió sus ojos encontrándose con aquella siniestra oscuridad, su corazón latía veloz, pero por suerte su cabeza no dolía ni palpitaba. Cerró sus ojos por unos segundos tratando de recordar su reciente sueño. ¿Qué había sido?. ¿Acaso un recuerdo?, una parte de ella se emocionó pero no lograba entender nada aún. ¿Con quién estaba hablando en ese momento?, ¿qué se supone que tenía que contarle a esa persona misteriosa?. Entonces, como si algo dentro de ella quisiera contestarle, recordó el cuerpo de una mujer en el piso, su cabello castaño y aquellos ojos dorados como los de ella, abiertos y sin vida, su boca entre abierta y con varias quemaduras por el cuerpo, pero también, también sobre un gran charco de sangre. 

Su corazón empezó a latir más veloz y se sentó sobre la cómoda la cama. Volvió a cerrar los ojos y soltó un quejido por la presión que hacía dentro de ella para recordar todo eso. Pero, valió la pena pues otras imágenes llegaron a su mente.

El cuerpo de un joven en el piso, cubierto de sangre y con quemaduras similares al cuerpo de la mujer. Solo que este tenía los ojos cerrados. Entonces, lo recordó. 

Recordó aquella noche donde ella tenía catorce años y perdió a lo que más amaba, lo perdió absolutamente todo y donde vivió esa dura época en ese horrible orfanato y un año después escapó por los maltratos que sufría dentro de él, decidió estudiar y conoció a varias personas a las cuales ahora no recuerda y empezó a trabajar en un lugar que tampoco recuerda.

Recordó como aquel asesino entró a su casa a irrumpir su felicidad, como se deshizo de su familia y no la mató a ella. A este paso, Meg se dio cuenta de que apretaba de una forma ruda las sabanas de la cama. No podía evitarlo, el odio de ese recuerdo le llegó y sin poder evitarlo un sollozo escapó de sus rosados labios. Mi familia está muerta, pensó. Ese tipo los mato, volvió a decir en su mente mientras que mantenía su rabia.

Sin contenerse se levanto, salió de su cuarto topándose con el frío pasillo y camino directo al piso de abajo, sus pies descalzos tocaron la fría madera y la espeluznante oscuridad a su alrededor no la ayudaba, pero poco a poco sus ojos lograban acostumbrarse por la oscuridad, se detuvo a mitad de las escaleras, pues recordó otra cosa:

Dos linternas apuntando a ella y dos chicos viéndola. 

- No te muevas, quédate quieta -hablo alguno de los dos de forma dura.

Entonces ella corrió lejos de ellos, pero uno logró empujarla, ella cayó por las escaleras y entonces...entonces...

- Perdí al memoria -susurro Meg viendo sus pies sobre las escaleras.

Sus piernas flaquearon y cayó de trasero contra el escalón de la escalera. Se tapó la cara mientras un suspiró abandonaba sus labios, ahora si la cabeza le dolía, el ruido fue algo brusco, por lo que llamo la atención de los demás presentes en la casa. 

- ¡JAJAJA! ¿Por qué será que eres tan malo para esto? -se burló la chica de cabellos blancos al chico menor de cabellos castaños pero los mismos ojos dorados.

- Ash, cállate, ni que fueras tan buena.

- Más que tú si.

El ruido de algo rompiéndose abajo alertó a los dos.

- ¿Qué fue eso? -preguntó tembloroso el menor.

- Yo...no debió ser nada, tranquilo -dijo la mayor con una sonrisa-. Iré a revisar. Seguramente a mamá se le cayó algo.

- Pues ve...sonó demasiado feo.

La albina se levantó de la cama de su hermano menor y salió de su cuarto. Se dirigió al piso de arriba donde había sonado el ruido y a mitad de las escaleras la luz se fue. El corazón de la albina dio un vuelco pero ella ignoró aquella alarma punzante en su cabeza. Suspiró y siguió su camino, entonces un gritó la regresó a la realidad.

- ¡¡MEG!! -su hermano menor...

Se dio la vuelta y saltó cada escalón para volver a llegar al cuarto de su hermano. Abrió la puerta de su cuarto y notó una sombra en un rincón, lo reconoció como su hermano:

- ¡Matt! -gritó ella tratando de acercarse a él, pero algo la embistió, perdió el equilibrio y cayó contra el suelo mientras se golpeaba con la pared-...mierda. 

Más gritos se oyeron y la puerta se cerró. 

- ¡MATT, Matt! -Meg empezó a golpear su puerta mientras lloraba. Los gritos eran de verdadero dolor-...¡Mamá! ¿¡Dónde estás!? -sollozo.

Sin perder más tiempo corrió entre la oscuridad buscando a su madre, fue a su cuarto y lo que se encontró no le gusto, el cuerpo de su madre tirado, lleno de sangre...con una expresión de dolor. Lloró aún más y calló cuando los gritos de Matt cesaron...

- No...-susurro mientras caminaba siendo silenciosa a un teléfono, lo tomó y se sintió fatal cuando se dio cuenta de que no daba señal-...no, no, no...

Su corazón latía cada vez más veloz. Salió de la habitación de su madre y se asustó cuando escuchó pasos, entonces corrió a la azotea, allá no era tan oscuro, pues tenía ventanales que lograban alumbrarla, así que no perdió tiempo y corrió a ella, abrió la puerta y se encerró. Recargó su frente contra ella y sollozo más.

Su madre...muerta...¿Y Matt?. ¿Cómo estaba él?. Estaba alerta, así que decidió salir cuando el ruido y los pasos cesaron. Con lentitud caminó nuevamente abajo pero un olor a humo la desconcertó, mientras bajaba las escaleras, veía una brillante luz roja salir del cuarto de su madre...no...no era brillante.

Era una flamante luz roja. 

Entonces ahí entendió. Aquel loco no solo había matado a su familia, a la única familia que tenía y amaba con su alma. Si no que también encendió su casa en llamas, o estaba a punto de encenderse por completo. Para no quemarse, aunque deseaba quedarse y estar con sus dos seres queridos, una parte de ella prefirió salir, pero mientras caminaba a la salida, volvió a voltear y logro ver en la cima de las escaleras del segundo piso, una gran silueta, y esos...esos ojos. Esos ojos que parecían verla con suma atención.

- Dorados... -susurro Meg para dejarse caer contra la barandilla de la escalera.

- ¡Meg, Meg!, mierda...¿estás bien? -era la voz de Foxy.

Ahora las piezas se iban completando lentamente, decididas a arrasar con todo. 


Obsesión »FxM«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora