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Caminaba con lágrimas en los ojos. Me sentía devastada, aunque quizá la palabra era poca.

Estaba rota, herida, totalmente sola. 

Me había detenido a mitad de la calle porqué no era capaz de continuar. Mis pies temblaban y me obligaba a no gritar y hacer un escándalo. 

- Niña. ¿Estás bien? -una señora mayor, con aires de grandeza se acercó a mi, me miró con el ceño fruncido, negué lentamente y apunté al humo que salía de una casa. Mi casa.

- Sé está quemando... -murmuró dirigiendo su mano a su boca, asombrada.

- Mi casa -murmuré-. Ayuda...

Ella dijo otras cosas que no entendí porqué caí al piso sin más.



¿Cuánto tiempo había pasado?. No lo sé. Pero en mi cabeza, la imagen de aquella sombra predominaba. ¿Quién era?. ¿Qué quería?. Si ya se llevo todo lo que tenía.

Estaba desesperada. Quería que todo esto fuera una pesadilla. Que despertaría en mi cama, que Matt iría a molestar saltando en ella, que bajaríamos los dos y ahí estaría mi madre con esa linda sonrisa viéndome con esos ojos que yo heredé. Que nos regañaría por gritarnos, que después se reiría junto con nosotros y desayunaríamos como una hermosa familia de tres. Más cuando abrí los ojos, todo era lo contrario. Las lágrimas no esperaron y salieron de mi sin que pudiera controlar nada dentro mío, me removí con furia, grite hasta sentir que mi garganta se quemaba con mi propia voz, hasta que un doctor entró y trato de calmarme con ayuda de otras enfermeras. Hasta que me enredé en mi propia oscuridad por aquella sombra que se llevó todo.

- Ya paso. Le pido que se tranquilice -dijo el doctor viéndome preocupado.

- ¿Dónde están? ¡Díganme que están bien! -hablé como pude.

- ¿Usted es Meg Collins? -asentí-. Bueno...lamento darle la noticia, pero...su madre sufrió varias apuñaladas que atravesaron varios órganos, ya no tenía salvación y su hermano...-desvió la mirada y lloré más-. El fuego fue demasiado -dijo solamente eso.

Hice mis manos puño y mordí mi labio demasiado fuerte que sentí como se partía. Rabia y tristeza. Quería venganza. ¡Mierda lo deseaba! ¡Ese tenía que pagar!

- ¿Lo agarraron? ¿Tienen al culpable? -pregunté con odio en mi voz.

- Se cree que usted ocasiono todo.

¿Qué? 

¿Piensan que yo los mate? ¿Qué mataría a las dos personas que más amaba?

- ¡Esos idiotas no saben nada! -me senté furiosa en la cama y el doctor volvió a pedir que me calmará - ¡Que se pongan en mi lugar! ¿¡Qué mierda les ocurre!?

Después de un largo rato. Los oficiales fueron a preguntarme cosas, yo respondía con toda la verdad y aveces me alteraba de lo idiota que estaban siendo. Finalmente no me culparon porqué no había pruebas en contra mía. Pero me metieron a un orfanato porqué al tener catorce años y sin ningún familiar alrededor...no podía hacer mi voluntad.

En el orfanato me trataron de asesina. Me dijeron cosas como: ¿Qué se sintió matar a tu madre, a tú hermanito?. Fue una tortura, hasta que escape. Conocí a una rubia de ojos celestes como el cielo, solo que sin las nubes en ellos. Ella había estudiado psicología, pero dijo que quería algo más acorde con ella, ella, Joy, me ayudo con todo, hizo que superará mis traumas y aunque aún me atormentan, se lidiar con ellos. Me hizo ver que la venganza ya no era algo eficaz, que debía seguir adelante, con la frente en alto. La venganza quedo en segundo plano, pero no hay día que no desee tener a ese maldito entre mis brazos para verlo agonizar por todo lo que hizo, hacerlo sufrir y que experimenté lo que yo y otros experimentaron. Tenía que pagar por todo, pero...lo era más fácil pensarlo que hacerlo, así que me detuve ante eso.


- Ella ya está mejor - se escuchó a mi alrededor- Es normal esos cambios, perdió la memoria y ahora inútilmente su cerebro se esfuerza por regresar todo a la normalidad, lo cual provoca desmayos repentinos.

Asco de desmayos. Asco mi vida. Acabo de recordar una parte de mi pasado y créanme, no fue agradable. Otra vez podía sentir ese amargo pensar de venganza.

La Meg antigua y olvidadiza, ya no pensaba en eso. Yo, quería venganza. La quería, sin importar qué. Por algo perdí la memoria, para saber realmente cual era el motivo de no recordar nada, claro...Era porqué tenía que hacer algo. Algo en contra de aquella sombra que me atormentó muchas noches dentro del Orfanato, esa sombra que impidió que conciliará el sueño, esa sombra que me hizo recordar a mi madre sin vida, esa sombra que aumentó mi deseo de venganza, a la que veía aveces, burlándose a la lejanía con esos ojos dorados centelleando de burla, centelleando de superioridad. Esa sombra que había roto todo en mí pero había restaurado algo también. 

Abrí los ojos y solté un amargo suspiró.

Me levanté agitando mi cabello blanco. Miré de reojo toda la habitación era blanca y fría. Miré mi cuerpo, quité todo lo que me molestaba y salí de la cama. Me dirigí a la puerta y cuando la abrí me encontré con una mujer de bata blanca, la cual al verme se sorprendió.

- Señorita Meg. Ya despertó -miró lo que tenía en manos y me dedicó una sonrisa-. Por favor, vuelva a la cama, en unos minutos vendrá el doctor a revisarla.

Cual robot, obedecí, no sin antes dedicarle una mirada que apuesto que le heló hasta los huesos cuando vi que tragó saliva nerviosa.

- Claro, doctora -vi su credencial colgando en su fino cuello- Mackenzie.

Pronuncié su nombre de forma siniestra y le dediqué una sonrisa.

- Dígale al doctor que no tardé, estoy...-me detuve. Estaba ansiosa, pero apuesto y podría mal pensarlo así que calle-. Que no tarde.

- Cla-claro, ya vuelvo. Quédese aquí.

Me senté en la cama y balancee mis pies, viendo el piso. Imaginando demasiadas cosas en contra de esa sombra. 

Le gusta arrebatar, muy bien. Veamos que hace cuando le arrebaten a él.

Yo seré quien lo haga.

Por un segundo me odie, porqué él y yo compartíamos algo; los mismos ojos. Nuestros ojos dorados, idénticos. 

La puerta se abrió y por ella entro un hombre de estatura mediana, era el doctor. Pero no venía solo, venía acompañado del pelirrojo que últimamente me estaba sacando muchas sonrisas y me llenaba de algo inexplicable el pecho. Me miró y me dedico una sonrisa, pero, había algo en él que me llenaba de odio y tristeza.

Pero me concentré en sus ojos.

Sus ojos dorados. Y por alguna extraña razón sonreí.


Obsesión »FxM«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora