|dos|kth

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—¿Así qué, tenía un hueco en el corazón?— preguntó aquel chico que yacía sentado en el sofá haciendo compañía a su amiga, quien le había llamado al amanecer. Perdida en el miedo y temor de estar sola, en la oscuridad.

—Puede que suene muy macabro pero sí, es como si alguien le hubiese abierto sin compasión y con el propósito de quitarle su corazón— la chica hablaba ya más tranquila al tener compañía en su hogar, había conseguido sacar sus sábanas de la habitación para prender la TV y arroparse de pie a cabeza en su sofá–; es más, tengo miedo de andar sola en mi propia casa, no he ido al baño desde que me levante y estoy pensando seriamente en comprar pañales para adulto  ¡No pienso moverme de aquí!— encogió sus pies en el colchón e hizo un puchero lleno de ternura.

El chico la observó sin creerle una sola palabra. Más sin embargo estaba dispuesto a ayudarle y averiguar qué era lo que había pasado y quién se había encargado de hacerlo.

—Creo que deberíamos decirle a la policía, tal vez sea un loco que ande por la zona buscando matar a todos los animales ¡Imagínate!— su voz sonaba aprobatoria, sin ningún rastro de absurdo descaro. Sería buena idea llamar a la policía para buscar al supuesto responsable, pero en  este caso la policía no serviría de mucho.

—Solo puedo decirte que tengo miedo, la policía no hace absolutamente nada para buscar algo o alguien ¿Cuántas chicas abusadas sexualmente han quedado expuestas a su mismo opresor, todo por qué el policía no tiene tiempo de inspeccionar bien el caso?— siseó-; ¿Crees que la policía se va a tomar el tiempo de buscar a el asesino de un gato? ¡Caray!

Sonaba enfadada, molesta, cansada. Cansada del mundo que la rodea, aquel mundo que no hace nada para cambiar. Un mundo donde solo evoluciona para bienestar propio.

El chico la miró dándole la razón. Sus ojos trataban de buscar tranquilidad y paz en su amiga, pero aquella búsqueda no tenía fin.

—Tienes razón— confesó-; mucha razón.

Ella viró los ojos y se arropó más con la tela suave que adornaba sus manos. Era obvio que tenía razón, conocía su entorno más que a nada en el mundo.

—La tengo— respondió-; en sí, lo que me preocupa más no es eso.

—¿Entonces qué es?

Ella fruncío el ceño al recordar todo. Su cuerpo se estremeció al tener aquellas imágenes en su mente tan frescas. Hablo con la lengua entumecida al igual que los huesos.

—Las luces se encendieron solas.

El chico quedó estático.

—¿Y yo soy RM, el chico más guapo, traductor y famoso de los tiempos? Joder qué buena broma. — su sonrisa colgaba en los labios, la chica frunció los labios en señal de molestía, ella decía la verdad, y todos tenían razón en no creerle.

¿Luces encendiendose solas? ¿En qué siglo estamos? ¿Qué clase de mentira ridícula era esa?

—No te burles, habló muy en serio. Deja de reírte.

El chico tenía motivos para burlarse, bueno, él los tenía, ella no.

—¿Tus luces se encienden solas?— preguntó con eje de burla—. A ver, a ver, ¡prendido!

—Eres un idiota.

—¡Encendido! Oh Dios, creo que ya están fallando— el chico no dejaba de reírse, sus ojos desaparecían por segundos, luego dejaba de reír para tomar aire y de nuevo seguir con su burla.

—Vete. - dijo, sin gesto alguno, no quería más malas compañías, bastante miedo tenía ya, requería de alguien que la comprendiera.

Él dejó de reír captando la molestia de su compañera.

— Está bien, esta bien, solo bromeaba. Para que no tengas miedo; hoy dormiré contigo, veremos una película y te darás cuenta de que todo lo que has visto fue un simple sueño por el maldito estrés.

—Gracias, en serio, agradezco que te....

—¡Encendido!

—Vete a la mierda.

Demonio; Kth |1| ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora