|veinte|Fin

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Los minutos y segundos también cuentan.

A los lejos se pueden ver las nubes rodear el sol. Se apoderan del cielo en cuestión de minutos, lloverá.

Veo caer la lluvia a mi alrededor. Y me divierte ver como ellas son libres de temor.

Río y me balanceo en el aire mientras doy vueltas divirtiéndome, mi cabeza mira al cielo y cierro los ojos para disfrutar de tan bello momento.

—¡Hye!— oh no, mi padre. Me repongo en mi lugar y trato de buscar su voz. El bosque suele ser engañoso en cuestión de transmitir sonidos, y más si una lluvia lo ha inundado—. ¡Hye, vamos a casa, hija!—uh, parece estar buscando de mi presencia.

Trato de huir para no volver a casa. Mi madre de seguro repondrá mi ropa mojada por una sucia y después querrá que vaya en busca del joven JiMin para cuidarle, no, no quiero eso.

No quiero arruinar mi momento de felicidad. Trato de buscar un árbol con ramas muy grandes para correr a él y tal vez treparle.

—¡Hye!—muévete Hye, tu padre vendrá pronto. Viro los ojos maldiciendo a los mil demonios por su presencia. No quería estar encerrada, no quería mantenerme ahí dentro. Mi padre era exagerado, sus historias de demonios jamás me pasaban por la mente. Era más que fantasía, de un brujo no creería no la más mínima mentira. Aunque fuese mi padre.

Cuando logro trepar un árbol, me escondo entre las ramas, están mojadas y eso hace que mi cuerpo se resbale en el tronco, pero mis habilidades son más fuertes y logro sostenerme. Lo veo andar frente a mí, buscando con desesperación mi cuerpo. No va a encontrarme aquí arriba.

Gira a varios lados y cansado de buscar, maldice por lo bajo. Se gira y se va. Parece que irá hacia el lago. Sabe que me encanta el agua, en mi otra vida me gustaría ser una sirena. Sería un gran regalo de Dios.

Me acuesto en las ramas, mi vestido está hecho un asco, está empapado y huele a tierra húmeda. Mi cabello está como perejil y mis zapatillas han caído al lodo. Pero puedo asegurarte que mi corazón está completamente feliz de la locura que acabo de cometer.

Sonrío. Sonrío como una estúpida. Soy tan feliz con lo poco que tengo. Después de haber visto las gotas caer del cielo decido cerrar mis ojos, para tomar un descanso y volver a casa.

Pero una voz me interrumpe el sueño.

¡Oye!— maldita sea, me levanto apresuradamente después de haber sentido el golpe en la cara con la pequeña piedra—. ¡Oye, Hye, despierta!

Maldición. ¿Cómo es que esa cosa de un metro sabe mi nombre? Se ve grande, y oigan, yo estoy desde lo más alto de un árbol.

—¡Oye!—le grito. La lluvia ahora ha parado—. ¿Qué te pasa? ¿Por qué me avientas piedras?

Uh, la pregunta le ha sacado de sí. Sonríe como cual tonto y me pide que baje amablemente para charlar, dice que conoce a mi padre, y que ha estado preguntando por mí por todo el pueblo.

Pero, no es para tanto. Solo he estado allí arriba unas horas. —le interrumpo luego de haberme contado todo aquello.

Este se queda quieto y me dice.

Joder, has estado ahí arriba por dos días, ¿no recuerdas nada?

No, no recordaba nada. Y ahora que lo notaba, no llevaba conmigo el vestido sucio, ni las zapatillas.

Llevaba conmigo un vestido rojo que me cubría hasta los talones, y no llevaba zapatillas que me cubrieran del asfalto.

¿Qué estaba pasando?

¿Qué... qué me ha pasado?-le pregunto luego de notar que nos hemos alejado del lugar donde me había encontrado feliz trepada en el árbol. ¿Cómo es que caminamos tan rápido? Yo...

Me pongo nerviosa al ver como de su espalda comienzan a salir alas gigantes. ¿Él? ¿Cómo es que...?

Toma de mis manos para que siga avanzando, sus alas se extienden aún más. ¿Estoy viendo a un angel? ¿Pero por qué lo veo? ¿Acaso estoy...? No, no puede ser. Eso no. Me lleno de miedo, de pánico, mis lágrimas comienzan a salir, a hacerse presente. Él se acersa a limpiar mis lágrimas con sus dedos finos, me sonríe. Y aquella me calma el alma.

Tú padre acaba de vender tu alma por la de tu madre.

Pero él mentía.

—¿Mamá?—escucho la voz de mi hijo detrás de mí. Aún no puedo creer que este sea mío. No diga que no lo recuerde, solo que... Ha crecido mucho.

—Un día de estos vas a matarme de nuevo. —azoro en mi lugar. Estoy fuera de casa, en el lago. Buscando tranquilidad después de todo. He recordado varias cosas, y agradezco por ello. Porque mi amado me ha hecho sentir la mujer más contenta del infierno.

—¿La esposa de lucifer puede volver a morir?—el se ríe.

—Sabes a lo que me refiero, Abdón. —el es una persona que me llena el alma de paz. Es una de mis creaciones. Una con amor, lo he sentido y recordado. Se parece a su padre.

—Mi padre te espera.

Me pongo de buenas y tomo de mi vestido blanco para correr adentro. Mi hijo me sigue y me abraza por detrás. Es una calida sensación la que siento al sentirlo cerca. Es parte de mí y de la persona que amo.

—¿A qué se debe tanta felicidad en un infierno como este?— mi hombre pregunta. Mi hijo y yo le sonreímos.

—A que mi madre ha recordado todo. ¿No es así madre?—Abdón está más que feliz de verme y tenerme a su lado. Nos sentamos en una gran mesa de cristal, Taehyung a mi lado y nuestro hijo enfrente.

Asiento con la cabeza y suspiro.

—Claro que si, cielo. Ahora, deja de hablar y alimenta ese cerebro. —mi hijo no se niega a devorar lo que hay en la mesa.

Taehyung se acerca a mi rostro y planta un beso en mis labios.

—Esta era la familia que le envidiaba a Dios. Esta era la jodida paz que le quería robar.

Y esta era la vida que me había tocado vivir. A su lado.

Al lado de un demonio.

—Ahora me tienes de nuevo, Taehyung. —me apuro a tomar su rostro y verle los ojos, los cuales le brillan—. Me tienes aquí, reinando contigo el infierno.

—Y nunca jamás te voy a soltar, Hye—me besa, me hunde en sus labios suaves. Siento aquella picazón en el estómago. Estoy mas que enamorada—. Nunca jamás, en ninguna vida.

Se separa de mis labios y me acaricia las mejillas. Soy la mujer más feliz. Y él lo sabe.

Por que soy... tu única entrada a la tierra. —le respondo, con una sonrisa en mis labios. Dejándole saber que todo irá bien desde ahora en adelante.

Y me dejaras absorberte por completo hasta llenarme.

Por completo.

Y para siempre.

Te amo. —se escucha al unísono.

Demonio; Kth |1| ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora