|ocho|kth

3.6K 448 121
                                    

Hye.
N

o quiero repetir nada. No puedo hacerlo, estoy congelada en mi lugar, no quiero ser parte de esto.

Nam acerca sus manos a mi puerta por la cual dice que debo de pasar para ser libre de mi hogar, ¿huir del lugar que me cuida? Joder, ¿eso es justo siquiera?

—Escucha bien—habla con voz gélida, sus cejas se fruncen y veo su concentración en mi puerta. Respira agitadamente con fuerza, me observa desde su punto crítico, y a mí me tiemblan las piernas tan solo de verlo—. Cuando yo terminé mi oración completa, tu solo dirás; 这样吧. ¿Entendido?

No, no entiendo, no entiendo nada, no entiendo ni porque estoy en está situación tan mala.

—Con una carajo, Kim Nam Joon, yo no sé chino—y no mentía—. ¡Esto no es un maldito juego!

Zhèyàng ba.

—¿Qué?— estoy perdiendo la cordura. La estoy perdiendo completamente. Sus palabras tiradas al vacío no las logro captar, ¿esta jugando conmigo?

—Dilo. —me ordena y no puedo reprochar nada, habla sin que le entienda un doble de mierda, alterada solo observo en mi lugar lo que hace. Habla con voz fuerte y segura de sí mismo mientras sus manos están frente a mí, los tatuajes que tiene en su piel comienzan a tomar otra forma, aquellos cuernos que están en la parte más baja de su brazo derecho comienzan a desfigurarse formando una así una nueva cruz en aquel lugar, aquel cambio hace que la piel de mi amigo se muela de dolor, que su carne se alce y sus tendones salten en su brazo, me quedo de boca abierta—. ¡Dilo! ¡Hye, maldición, dilo!

Mierda, mierda, escucho su voz desde lejos aunque lo tenga a varios centímetros. Tomo valor al ver su sufrimiento y escupo las palabras como puedo, el miedo no me ayuda.

Zhèyàng ba.

Y todo pasa tan rápido.

El crucifijo cae al suelo para hacerse polvo blanco al instante, su estruendoso sonido me congela los oídos, solo un chillido demasiado agudo es lo que escucho, como si un misil fuese lazando aquí mismo, y no es que me percató de ello hasta que mi amigo grita de dolor en el suelo porque aquel polvo le ha salpicado en el rostro.

Grita de dolor mientras trata de cubrirse el rostro con sus manos, en una acto rápido, corro hacia él para ayudarle pero en cuanto doy un paso frente a la puerta, mi cuerpo cae al suelo.

¡Clap!

Gimo de dolor al sentir fuego correr por todo mi cuerpo quemando mi piel, siento como el estómago me da vueltas y el techo de repente parece venirse abajo, parpadeo un par de veces para tratar de volver, no puedo desmayarme ahora.

—¡Hye, Hye, mierda, Hye!—escucho su voz, y veo en cada parpadeo sus facciones. Logro abrir mis ojos completamente cuando él comienza a gritarme. Esta del otro lado de la puerta, y se ve borroso, se ve cansado y sin fuerzas. Tiene sangre en sus mejillas, solo una poca adornando sus hoyuelos—. Eso es nena, despierta, despierta, párate, ponte de pie. Necesito que te pongas de pie.

Quisiera gritarle que mis pies no reaccionan pero ni las mínimas fuerzas tengo para escupir algo. Mi garganta arde y sin saber cómo, o por qué, necesito dormir.

No pasa mucho tiempo cuando él hace lo suyo, tirada en el suelo veo como recoge el polvo para acercarlo a la puerta, justo a las esquinas, también noto que aquél polvo le quema las manos, sus gestos de dolor me dejan en claro que está haciendo un sacrificio muy grande por mí.

Lo esparce con concentración mientras sufre de su dolor.

Cubre la puerta con polvo blanco y vuelve a sus palabras extrañas.

Shì wô, shì wô tā de shôuhù tiānshî.

Y después de ello, su cuerpo se desliza por la entrada, sus brazos levantan con delicadeza mi cuerpo y me levanta con torpeza para golpearme las mejillas.

—Hye, Hye, estoy aquí, necesito que despiertes, debemos salir de aquí. —sus yemas de los dedos dan pequeños golpes a mis mejillas.

Puedo notar que tiene sangre en sus manos.

—Estás sangrando. —mi voz sale a medias, cómo un gemido. Él sonríe. Estoy preocupada.

—No, es que has pasado tanto tiempo dormida que me hice una hamburguesa— sonríe ante mí, y me abraza aún más—. Necesito que te pongas de pie, debemos salir de aquí.

—¿Me hiciste una?—pregunto, y creo que el golpe me ha afectado, él niega con la cabeza mientras me ayuda a ponerme de pie—. Eso sí es ser cruel.

Cuando por fin me ayuda a ponerme de pie, veo que rápidamente saca su móvil del bolsillo de su pantalón, mueve sus dedos desocupados con parsimonia y luego se coloca el móvil en la oreja.

—¿JungKook?— ¿quién es Jung...?—. Sí, necesito ayuda, estoy en la casa de...¡no! ¡Vete a la mierda! Necesito que vengas rápido, trae el maldito auto hasta acá y procura no pasarte ningún semáforo, ¿¡qué!? ¡No, no puedes comprar ahora mismo tu licuado de plátano! ¡Con un carajo solo muévete!

Bien, con su torpeza guarda el móvil en el mismo lugar, y poco a poco salimos de mi hogar, logramos pasar la puerta y el pasillo está solo. ¿Es normal que no haya gente después de todo nuestro alboroto?

—Siento que voy a desmayarme.

—Es normal, pasaste por un campo de fuerza que le avisa a tu maldito guardián que quieres huir de su calabozo, te ha quitado fuerza y de seguro vendrá a buscarte así que hazme el favor de no desmayarte, no ahora. Bajaremos las escaleras y después veremos a un gran amigo mío, necesito que estés calmada por qué esto apenas comienza.

Mierda.

Demonio; Kth |1| ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora