*Capítulo 16*

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Saliendo de clases con miles de chicos más altos que yo, avanzo hasta llegar a la cafetería. Gwen, ésta misteriosa chica de cabello de rulos me recibe con una linda sonrisa, caminamos.

—Gabrielito, ¿cómo estuvieron tus clases?

—No me quejo, la maestra de literatura fue muy amable con todos. De lo que no me acostumbro todavía son a mis compañeros. Solo un chico de ojos marrones se me acercó a pedirme un lápiz. Que por cierto, no lo devolvió.

—Suelen pasar cosas como estas, campeón, no te preocupes. —Ríe.

—Pero yo pensaba que en Ottorsuchets había gente honesta.

—Pues... las personas de fuera nos reconoce por ser olvidadizos, Gaby. Así que tal vez te lo devuelva mañana, descuida.

—C-creo que tienes razón, Gwen.

—Ahhhh tengo demasiada flojera. —Alza sus brazos y se estira mientras aprieta los labios—. En la tarde tengo que dar una clase de aerobics y sinceramente estoy cansada de eso.

—¡Wow! ¡¿Das aerobics?! —Miro hacia arriba en busca de su expresión.

—Sí, calmante ¿no lo crees? —Carcajea.

—Debe de ser divertido.

—Ojalá lo fuese. Solo imagínate... de Lunes a Viernes tener que dar casi dos horas de baile y ejercicios extras como que no son buenos para el cuerpo humano. —Gruñe.

—Pero fíjate bien, Gwencita. Te pagan por hacer ejercicio. Y yo creo que todo esto es buena idea, ya desearía yo poder hacerlo.

—¿Por qué no vienes? Sirve de que ganas un poco de masa muscular, jovencito.

—Lo sé —río—. Me gustaría tener un poco más de glúteos y un poco más de curvatura.

—Hmmmm, tendrías que esforzarte mucho, Gaby. Así, delgadito y cachetón te ves tierno. Pareces un bebé.

—Nuuuu.

—Basta, harás que tenga un derrame nasal, niño.

—Es que muchas personas se me quedan viendo.

Con las miradas bajas y aisladas, nuestro grupo de amigos solo se dedica a comer. Ni una sola palabra, una mirada entrecejo y nada más.

—Chicos... están muy callados. —Afirma Gwen bajando su bolso y arrastrando una de las sillas del comedor.

—Es que... Verid se volvió a pelear con Carlos y está en la oficina del director. —Responde Fedra, con la voz entrecortada, limpiando una gota saliente de sus ojos.

—¡¿Qué?! ¿Y ahora por qué? ¡Vaya! Ese chico no tiene límites, él ya le dijo que lo deje en paz.

—Yo pienso que se obsesionó con la idea de verlo pagar algo que Verid no ocasionó. —Una voz ronca y juvenil responde, es Antonio pelando una naranja.

—Rafa los separó, sigo pensando que Verid es una bestia. Es que ya es el colmo con ese tal Carlos. Él fue quien le puso los cachos y ahora tiene que afrontar su error en el momento. No llegar a altos extremos. —Voltea los ojos Golen.

—Una más. ¿Recuerdan? Si Verid se volvía a meter en problemas lo expulsarían.

—Ya Fedra, eso no pasará. A-a-además Rafa está con ellos ¿no? Él podrá convencer al director de que no lo saquen. Ah, pinche Verid. Le hemos dicho que se tranquilice.

—Pero nunca entiende, yo he hablado con él pero creo que no lo puede controlar.

—Antonio, sí puede. Pero si le buscas la quinta pata al gato, verás un ronroneo feroz. Eso dice él.

—Cierto, Gwen.

—Gaby, siéntate. ¿Qué acaso no comerás?

—E-e-e-este... olvidé mi lonchera en casa. No podré comer.

—No te preocupes, entre todos te podemos compartir. Chicos, ¿están dispuestos? ¿Gwen?

—¿Una barrita de fresa, pequeño?

—G-gracias, Gwencita.

—Toma Gaby, eres de los nuestros. Una naranja recién pelada.

—Muchas gracias, Antonio. —Me oculto detrás de mi mano.

—Niño... ¿te gustan los sándwiches? Te puedo dar la mitad del mío. —Bernardo, sorprendente de él, parte a la mitad su emparedado de jamón y estira su brazo, lo recojo.

—Muchas gracias, Bernardo.

—Yo traigo chocolates, Gaby. Toma de mi cajita todos los besitos que quieras. —Risueña.

—Gracias, muchas gracias Fedra-senpai.

—No tengo mucho pero te puedo obsequiar una bebida, brothi. —Gladdys, expande su bolsillo satinado y saca de él una botella mediana con una especie de refresco amarillo.

—¡Wow! Muchas gracias, Gladdys.

—Es de piña. Seguro te gustará.

—Chicos, muchas gracias. En serio, no sé cómo agradecerles éste hermoso gesto. Siento como si los conociera desde siempre. Pero aun así no dejaré de estar agradecido.

—Vamos Gaby, come. —Suelta Golen.



—Entonces éste hijo de puta se abalanzó sobre mí y comenzó a golpearme.

—¿Ya le dijiste la razón al Director?

—Es porque me odia, nunca me ha soportado.

—Mire Profesor. Con lo primero sonará estúpido pero... éste idiota fue mi pareja hace un tiempo y ahora se la pasa haciéndome la vida imposible dentro y fuera del plantel. Incluso en el Mall llevó una navaja, quería enterrarla.

—Pero eso es imposible, Sr. Poulain. El joven Carlos es un buen estudiante, cumple sus deberes, no creo que se atreva a hacer eso.

—Y yo soy todo un desmadre y aun así sigo en el cuadro de honor, Direc. ¿Qué me va a decir usted de estereotipos?

—Más respeto, Verid. —El adulto Rafa, que yace de brazos cruzados en la puerta trasera con autoridad advirtió.

—Mire, eso fue lo que pasó. Solo analice el perfil de Carlos y el mío. Yo me siento tranquilo, ya me desquité varias veces con él y todo por algo que yo no cometí. Usted no será la doctora corazón para arreglarlo, pero lo que le pediría es que este tipo se mantenga lejos de mí. Porque no quiero hacerle daño de verdad. Tampoco que se acerque a mis amigos, no quiero que les cause daño.

—Eh... disculpe Sr. Bennett. Yo fui testigo del caso, Verid solo comía con sus amigos. Entonces llegó Carlos y le tomó del cuello.

—Si, si... ¿qué más pasó?

—Le había estado diciendo ''Oh, tú eres mío, ¿por qué no admites que me extrañas?'' Cosas de ese estilo, Sr.

—Bien. Miren, lo único que podría hacer con ustedes es ponerles una orden de restricción. Los prefectos de la escuela me notificarán si hay cercanías entre ustedes. También les daré un consejo, chicos... miren, ustedes son demasiado jóvenes como para pelear por ese tipo de situaciones. No hay un solo hombre en la tierra, chicos. Hay muchos más, la vida es corta y no valdría la pena ahogarse en un vaso de agua por alguien que simplemente ya no quiere estar contigo. Hay que tener dignidad, Carlos. Y ojalá esto no se vuelva a repetir, ¿quedó claro?

—Sí, Sr. Bennett. —Responde en seco Verid.

—Bien, el recreo está por culminar, pueden retirarse.

delicado; reflejos © [LIBRO 1# Saga DELICADO] (DISPONIBLE EN AMAZON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora