*Capítulo 1*

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El día de escuela aún no termina... Química pone furiosas a mis neuronas y no me deja concentrar.

Hasta ahora solo deseo que el receso llegue, necesito comer un poco de donas cubiertas con chocolate y chispas coloridas, leche y una galleta con mermelada de fresa. Tal vez para muchos -la comida que me fascina- podría resultar muy infantil... claro, tratándose de un chico de casi 18.

Por ahora mis sentidos se encuentran totalmente apagados y profundizados a un mundo de ponis y unicornios. Muerdo el labio.

La profesora lleva un chongo bastante común entre las jóvenes de estilo Tumblr, una blusa rosa escotada con encaje alrededor del cuello, una falda ajustada plateada y unas zapatillas rojas; el deseo carnal de varios chicos heterosexuales del instituto.

Y no dejo de preguntarme, ¿qué hago aquí? Llevo apenas una semana, y claro, el típico grupo de chicos populares me molestan cada vez que tomo mi almuerzo.

Hoy es viernes, último día después de esta inmensa tortura.

El timbre suena; notificando el receso.

—Espera un momento, Gabriel. —Soltó mi profesora en un tono cálido.

—¿Si? —Me doy la vuelta, me esperaba una mirada siniestra y amedrentadora, más sin embargo es una sonrisa tranquila.

—¿Qué ha pasado? ¿Ya has hecho amigos?

—No. —Contesto frío— Aún no.

—Bien.

—Sí... —balbuceé.

—Espero que todo vaya genial, verás cómo tu vida dará un giro enorme, ya verás. —Sonríe.

—Gracias, me tengo que ir. —Salí corriendo y, por primera vez mis piernas respondieron; a un asunto incómodo.

Mi lonchera con varios dibujos de caballos y osos chibi yace pegada a mi sudadera color pistache, justamente en mi pecho, entrelazando mis manos en forma de X, como si de un auto-abrazo se tratara.

Me he decidido, no soportaré más las burlas de esos idiotas... hay un lugar en donde nadie podrá verme; el baño. La merienda será asquerosa e insoportable hoy.

Me dirijo a la entrada que divide a las chicas de los chicos, entro. Afortunadamente está solitario, emana un hedor horrible, abro la puerta de una cabina; parece ser que es la más limpia de todas. Bajo la tapadera y me siento.

A pesar de engañarme todo el tiempo, estoy intentando no recordar nada. Sé que todo debe quedar en el pasado... mi mente es una maldita perra, me obliga a volver, tener presencia de esos días en que mi hermano abusaba psicológicamente de mí: físicamente también. No puedo creer que vivamos bajo el mismo techo todavía.

Dejo al descubierto los alimentos de la lonchera y decido por tomar la leche.

—No dejo de pensar en el imbécil de Carlos. Lo quiero matar, es un idiota.

—Deberías hacerlo, ¿qué te parece esta tarde?

—Me metería en problemas, ¿qué no piensas?

—¿Un sociópata como tú?

—Cállate, tarado.

—A ver si entendí bien, carajo... ¿él te fue infiel, con tu mejor amigo, y Rodrigo sabía que estabas saliendo con él? Ese es el problema, ¿me equivoco?

—No te has equivocado en ninguna, hasta pareciese que tú fuiste cómplice.

—Déjate de tu drama barato para una ocasión realmente buena, Verid.

delicado; reflejos © [LIBRO 1# Saga DELICADO] (DISPONIBLE EN AMAZON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora