*Capítulo 37: La Magnífica estupidez*

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Entonces me moví de mi lugar y pude percatarme de que en verdad yo estaba queriendo irme con él.

De verdad quiero intentarlo, lo necesito, pero mi mamá no lo entiende, y en estos momentos no puedo pensar con claridad, pues el corazón me está dominando.

(Rafael)

—Señora tengo muchas cosas… absolutamente muchas cosas que hacerle saber.

Entonces esa mujer de aspecto fulminante se sienta como si fuese una cachorrita amedrentada.

—¿Hijo? ¿Algo más que tengas que ocultarme?

—Madre… son tantas cosas ¡pero tengo miedo de hablar porque el cambio no nos dejará en paz en lo que resta de nuestras vidas!

—Tranquilo, cariño…

—Es Gabriel para usted, señor Rafael.

—S-si, discúlpeme por favor… Gabriel, tranquilo, pero esto no puede continuar de la manera en que sigue progresando, debemos unir fuerzas para acabar con estas anomalías.

—Señora Rafael, Gabriel no me dirá nada, solo dígame usted qué es lo que me oculta tanto.

Gabriel me observa con una tétrica mirada de asombro, jugando con sus pequeñas manos. Se toca el cabello y la nuca, no deja de humedecer sus labios.

Rose me mira, formando un puño, inclinándose hacia mí como tic nervioso, parece que quisiera golpearme.

—Gabriel tuvo la osadía de contarme lo que Tom había estado haciendo a lo largo de su vida, pero hay algo que me dejó impactado, me lo reveló hoy, es por eso que necesitaba localizarla urgentemente.

—Lo escucho…

—Gabriel me comentó que cuando él era niño…

Y de repente el menor comienza a llorar mientras esconde su rostro entre sus manos.

—… cuando reveló su orientación sexual, después de que ¿fue agredido por su padre?, Tom se le acercó por detrás y…

—¡Basta Rafael! ¡Basta!

—…¡Entonces Tom lo llevó a su recámara a escondidas! ¡Donde lo inclinó! ¡Le sacó sus pantaloncillos...!

—¡Raf…!

—¡Cállate Gabriel! ¡Déjalo hablar! ¡Todo esto necesito saberlo con urgencia!

—…Tom le sacó los pantaloncillos y sosteniendo sus manos para que no pudiera quitarlo de encima —se me forma un nudo en la garganta—… una vez Gabriel tenía sus glúteos al aire, lo que Tom hizo fue analizarlo para ver si alguien había convertido en homosexual al Gabriel.

Rose, se torna pálida y sus dedos comienzan a temblar, se levanta de su asiento con ojos saltones.

Rose:

—¿Es esto verdad Gabriel? ¿O tengo que cortar una cabeza? —Pregunta dirigiéndose a mí

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—¿Es esto verdad Gabriel? ¿O tengo que cortar una cabeza? —Pregunta dirigiéndose a mí.

—Madre…

—¿Si?

—Lo que Rafael dijo es verdad.




—¡Mamá! ¡Mamá por Dios no pierdas los estribos! —Exclama Gabriel corriendo detrás de Rose en aquella colina abajo que va directo a su casa.

—¡Suéltame Gabriel!

—¡Señora Rose por favor espere! —Corre por detrás un atlético Rafael, con una camisa apretada.

Cuando Rafael logra capturar a Rose entre sus brazos, la destrozada mujer se tira al suelo, aún estando en brazos del corpulento Rafael, llorando desconsolada y con enorme equijidos.

Ella, quedó más destrozada después de aquella confesión tan dramática, cuando por fin su hijo con ayuda de su "profesor" soltó a ella, entre una alianza improvisada.

Por fin, la mujer logró tranquilizarse, sin más, viendo a su pequeño hijo con los ojos saltones y esa vibra que muy pocas veces ha dejado ver.

—Señora Rose, yo le tengo una propuesta, quizás no sea el momento de decirla ahora mismo, pero si quiere solucionar este diminuto problema, déjeme ayudarla, por favor. —Discute Rafael mientras Rose voltea su rostro lentamente.

Rafael retrocede un poco al observar y tener en cuenta esos ojos llenos de ira que jamás había presenciado jamás.

—¿De qué solución habla usted? —Pregunta Rose con una voz ronca.

—Es algo muy fácil, que podría salvar a usted, y sobre todo a su prioridad, que es Gabriel. —Dice Rafael.

Gabriel, parada en el asfalto, formando fuertes puños no deja de mirar a Rose y buscar algo de lo que le quedaba.

—Dígame una solución rápida, porque Tom Hesle, saldrá gravemente herido de Ottorsuchets, su culo se desparará en mil pedazos si no encuentro una solución rápida y efectiva.

—De acuerdo…

—¿Entonces…? —pregunta Rose.

Gabriel comienza a llorar por el miedo al qué pasará.

—Este es el plan...

delicado; reflejos © [LIBRO 1# Saga DELICADO] (DISPONIBLE EN AMAZON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora