*Capítulo 12*

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A veces las ruinas surgen de improviso, Verid es encuentra sorprendido, está frente a frente con su ex novio, aquél que abusó de su confianza y destruyó la maqueta que ponto sería un gran rascacielos.

Como si del comienzo del video ''Jam'' se tratase, el chico tomó del cuello a Carlos y con fuerza bruta lo llevó al suelo, donde él aún sostiene que debe quedarse.

Con la mayor de las furias, abre de par sus ojos, parecen salirse; da miedo.

—Mira pendejo, ya te he advertido lo que pasaría contigo. Me tenías hasta la madre de cansado. ¿Quieres aprender a la mala? Estúpido. —Soltó con la mayor calma en su voz.

—Verid... pero yo te necesito.

—Y a mí me vales mierda. Carlos, no me interesas, por favor evita hacer mierda y media en lugares públicos. ¡Ya! ¡La verdad sácate de mi vida! O qué, ¿quieres que ésta sea tu último ''mimo''?

Ojos de psicópata, Carlos toma de su bolsillo una navaja, lentamente, intentando que no sea tan obvio su movimiento.

—Eres mío, Verid. ¡De nadie más! —Sigilosamente lleva el arma al cuello del osado.

Verid toma el brazo de Carlos sin reflejos de miedo y lo azota contra el suelo del área de sazonadores.

Una señora de tez morena y labios gruesos rápidamente entra en pánico al ver tal drama. Con su carro de supermercado corre rápidamente y se acerca a un guardia de seguridad.

—¡Señor, hay una pelea en los sazonadores! ¡Son dos chicos!

El campante glotón muerde su panecillo de chocolate y con ojos entrecerrados tira en un bote de basura cercano un vaso de leche chocolatada.

—¡A ver ustedes! ¡Ya, sepárense!

—Y tú, pendejo de mierda, espero y hayas aprendido la lección. Me tienes cansado, y dí que te fe de maravilla. Si te llego a ver de nuevo... no dudes en correr. Podré olerte, y encontraré la manera de disolverte físicamente, pendejo. —Soltó Verid con gran furia.

Golen abrazando fuertemente a Verid, toma con su brazo libre el carro de compras.

—¡Chicos! ¿Qué ha pasado? —Nervioso y distante pregunta Rafael con un Gabriel tembloroso detrás de él.

El pequeño sujetándose fuerte de la playera del mayor se ruboriza, siente una especie de emoción al estar detrás de un monumento descomunal: Rafael.

En un momento de impulso, quiso acurrucarse poco a poco en la espalda de éste, no pone atención, son sus 15 segundos fuera de la burbuja, su momento de sentir a ese tierno varonil que parece conocer de toda la vida.

—Gabriel.

Y no evita estar perdido, observando el horizonte con la mirada totalmente cegada y las orejas tiernamente rosadas.

—Gabriel.

Sus puños estuvieron bien sujetos a la playera con esencia alfa. Una sonrisa se forma de esos tan pequeños labios rosados como los de un pequeño bebé.

—¡Gabriel, era nueva!

—E-eh ¿q-q-qué?

—Mi playera, tonto. —No se había dado cuenta, se perdió y el tiempo por fin estuvo a su favor, era mejor ser descubierto que ver como su nuevo amigo estaba cabreado y casi convirtiéndose en un asesino.

El simple recuerdo del miedo por el ''¿qué pasará'' le hizo entrar en razón, y rápidamente se aparta del mayor.

—Rafael, lo siento, perdóname.

delicado; reflejos © [LIBRO 1# Saga DELICADO] (DISPONIBLE EN AMAZON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora