*Capítulo 17*

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—Pues eso.

—Bueno... me gusta que se haya hecho justicia, Verid.

—No, Gwen. No me siento tranquilo. Él seguramente volverá para atacar. Y... si no puede conmigo, quizás con alguien más sí.

—Pero ya Verid. Se acabó, él no te molestará después de esto.

—Eso mismo me dijiste, Golen. Y mira lo que pasó.

—Verid... no eres el mismo. ¿Qué más te dijeron?

—Nada, Fedra. Nada nuevo, siempre lo mismo. Es solo que... —El potente empoderado resultaba agotado y sin ánimos, con una mirada hacia ninguna parte—, chingada madre, me moleta tener que guardarme mamada y media cada vez que alguien me hace daño. ¿Por qué tengo que ser así?

—Ya, ya cariño. Ya pasará.

—Es que... siento que debo aguantar hasta llegar a casa pero, no puedo. No quiero estar así ahora mismo. Yo me marcho. —De forma mágica, Verid a la velocidad de la luz se marchó, huyó.



—Y eso fue todo, Rafa.

—Ya veo.

—S-sí, solo huyó de nosotros.

—Y ¿no te sientes aterrado? Gaby —Pregunta Rafael con los ojos entrecerrados.

—N-no, me siento muy triste por Verid. Pero hasta el más fuerte puede romperse por almacén de bazofia.

—Qué bonitas palabras dices, Gabrielito.

—¿En verdad lo crees?

—Sí. —Manda un beso.

—Chicos, ustedes descuiden, Verid no cometerá nada que lo perjudique. Lo conocemos. Ya se le pasará, verán.

—Pues yo de todos modos lo iré a buscar, ¿vienes Golen?

—No quiero que se desquite conmigo, Antonio. Ve tú y dale un beso en la cola de mi parte.

—No tardo, chicos. —Carcajea.

—Descuida, hermano. —Dice Rafael.

—Quizás Verid sintió en algún momento que se iba Carlos cada vez más. Tal vez él se alejó muy de repente y Verid cayó en las garras de la dependencia emo...

—No, Verid no es así —Corrobora Rafael alzando una ceja mientras toma un sorbo de jugo de limón—. Él es muy fuerte como para hacerlo, nosotros vivimos cada una de sus historias de ''amor'' y el haberle roto le hizo más fuerte.

—Alguna vez Verid estuvo enamorado de Rafa...

—Cierto, Bernardo. Y fue re-cha-za-do. —Con un puchero tierno dirige Fedra su mirada a Rafael.

—¡Cállense! Les gusta joder mucho la vida. —Se lleva las manos a la cabeza y por debajo los ojos ya cristalinos de Gabriel se asoman.

—¿V-Verid? ¿E-e-enamorado de Rafael? —Pregunta algo iluso Gabriel.

—Te seré sincera amor... Verid tuvo atracción física por Rafael comenzando la escuela preparatoria. Pero... su apariencia no es como la que vez ahora. —Sincera, con ojos saltones y un cigarro de chocolate contesta Gladys.

—Cierto..., pero Verid confundió eso con sentimientos lindos.

—Exacto, Fedra. Y se lo confesó al buen y querido Profesor Rafael quien inmediatamente lo rechazó.

—Nunca estaría con un alumno, Bernardo.

«Nunca estaría con un alumno, Bernardo»

Y esas palabras quedaron para siempre en la memoria de un pequeño chico delicado.

Su expresión de sorpresa era más una sonrisa de oreja a oreja terrorífica, con ojos vidriosos y las orejas ardiendo en su propia desgracia.

Para él escuchar eso fue como un disparo a su alma. Atravesó e hirió su sistema, pero el dolor no podría ser comparado.

—Quizás Verid lloró. —Dice Gabriel con la voz entrecortada y la cabeza agachada.

—No tienes idea, Gaby. Sus ojitos estaban muy rojitos.

—Y sintió una especie de emoción en su estómago, seguido de un calor interno en las orejas, acompañado de una necesidad horrible de golpear al idiota que lo rechazó. Quizás Verid necesitó golpear a Rafael para sentirse mejor ¿no lo creen? Quizás vengarse fue una de las cosas que tuvo que hacer antes de solo irse a llorar. Afrontar el asunto y ver arrepentido a ese imbécil, ¡¿no lo creen?! Tomar un ladrillo y tirarlo desde el segundo piso de la escuela. Pero ¿saben qué? Alejarse fue la mejor decisión que Verid tomó. ¡Terminé mi comida! ¡Nos vemos después! —La comida, los tiernos regalitos que sus amigos le habían obsequiado... fueron cruelmente amontonados en su bolso, tomando cada uno con una furia terrible, tan rápida que ni el propio Rafa pudo ver las cejas bizcas de su pequeño. Solo subió un cierre y... adiós.

—¡Gabriel! ¡Espera! —Él a kilómetros y éste en su mismo lugar. No hay manera de ser escuchado, solo fue un acto repentino. Algo irónico, pero los chicos solo estuvieron sin decir una sola palabra. Rafael: persona arrepentida por decir una verdad como cortina de humo.

—¿Pero qué... mierda? —Rompe el hielo Gladys.

delicado; reflejos © [LIBRO 1# Saga DELICADO] (DISPONIBLE EN AMAZON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora