*Capítulo 10*

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Gabriel escucha los gritos de búsqueda de sus amigos: Bernardo y Fedra, para ser exactos.

Rafael no reacciona, solo atina a abrir los ojos como platos, sentir como la adrenalina crece, como podría ser descubierto.

Gabriel está totalmente desarreglado, necesita fajarse la playera, Rafael no puede subir su pantalón, está paralizado, los nervios lo carcomen, tiende a congelarse, Gabriel es el fuego que derrite su pausa.

—Deben de estar aquí dentro... Gabr...i...el —Fedra se topa con un Rafa torso desnudo y un Gabriel apunto de fajarse la playera; tuvo que desabrochar su prenda para que el fajado quede perfecto—. ¡¿Q-q-q-qué demonios?! Mis plegarias han sido escuchadas —susurra ésta.

El aura es siniestra; trabado, lento, corre lo más rápido posible hacia ella, le tapa la boca y la jala hacia dentro del cuarto de lectura.

—No grites —masculla Gabriel.

—Pon presión, Gaby. —Susurra el mayor.

—¡¿Quí istibin hiciindi?! ­—A penas se logra captar el balbuceo de Fedra: está siendo asfixiada por las pequeñas y delicadas manos de Gabriel, que con toda hambre de ocultar el sol con un solo dedo apresa a su nueva amiga.

Rafael toma su playera que yace en el suelo tumbada, con movimientos pausados le lleva hacia él e intenta voltearla, en un fallo tremendo esta queda al revés pese a la presión.

—¡Fedra! ¡Fedra! ¡Fedra! —Grita el pobre Bernardo, su mandíbula se comienza a tensar detrás de la puerta.

Seguramente ella se habría metido en aquél lugar recóndito, o quizás optaría por huir para gastarle una broma casual. Las ideas le dejaron atormentado, hasta que la puerta se abre, él quedó a tope, sus puños dejaron de estar presionados contra sus muslos, cuando vio a todos salir, con ojos rojos y un áspero cabello de punta... la única conclusión que puede sacar es la más común ¡tenía que ser una broma! ¡Claro! ¡La broma mejor gastada del mundo! Su torpe cabecilla no le deja ver más allá que una simple realidad a la que temería por la reputación de su amigo cercano: Rafael.



La cabellera leonina de Rose está casi invadida por el peróxido más barato del supermercado, ¡claro está! Es el que mejor le ha funcionado por años. Sus manos siguen el patrón que dicta sus recuerdos de juventud, aquella muchachita con grandes aspiraciones a ser la musa de muchos similar a Bowie y T-Rex.

Su pintalabios está por terminarse, no duda en pensar que llegando el atardecer, pasaría al gran Mall King, también para la despensa ¡que su pequeño hijo se desnutrirá!

Sus ojos no dejan de monitorear la zona irritada, ha pasado el producto narciso por más de 8 veces, está temiendo a que su melena quede como un caramelo sólido, duro, quiebra dientes y sábanas congeladas ya rotas.

Deja de aplicar en las zonas ya ardientes, ahora le toca poner su gorra plástica de baño, es de un color verdoso menta, el elástico está forrado por hilos terciopelados en morado mate. Eran los últimos que quedaban, una edición limitada del rey del Glam, se vendían en todas las farmacias del país y contados centros de belleza unisex.

Baja las escaleras, un tormentoso encuentro se hace presente, en el muy pequeño espacio para fila india, Tom se aproxima, con el peor gesto que puede brindar a su progenitora.

Ojos entrecerrados y pupilas totalmente dilatadas, ojeras mirando el suelo y labios mordidos. Esquiva a su madre, y corre hasta azotar la puerta, Rose ha quedado estremecida, decide ignorar aquél berrinche inmaduro y se dirige a la cocina que yace impecable.

«Me parece una mitad de espacio perfecto, se necesita valor para meterse aquí sabiendo de mis traumas existenciales» opina en voz alta, se deja llevar por el suelo de loseta perfectamente limpio, saca una silla de la mesa y sienta su gran retaguardia.

delicado; reflejos © [LIBRO 1# Saga DELICADO] (DISPONIBLE EN AMAZON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora